El hombre anhela conocer a Dios. Y, hay quienes buscan una revelación Divina. Pero, Dios ya tiene su manera de comunicar con los suyos.
Es preciso percibir la voz de Dios, que nos habla a través de lo que nos sucede; pero sobretodo, en las palabras de algunos hombres, a los que se les llama: Profetas.
No es fácil captar un mensaje Divino. Pero, si Dios nos hablara directamente, no podríamos soportarlo.
Por eso, el Espíritu del Señor, ha inspirado a algunos hombres, para hablarnos por medio de su voz.
Así, lo dice el Deuteronomio: “No queremos volver a oír la voz del Señor nuestro Dios, ni volver a ver otra vez ese gran fuego; pues no queremos morir”. (Deuteronomio. 18).
Algunos dicen, que ellos comunican directamente con Dios. Pero eso, es casi imposible; ya que Dios, ocupa de algunos medios, para trasmitir su mensaje.
Dice la Escritura: “Pondré mis palabras en su boca y el dirá lo que le mandé yo. A quien no escuche las palabras que el pronuncie en mi nombre, yo le pediré cuentas”. (Deut. 18).
Hay que ser fieles, en decir lo que Dios nos inspira. Pero también, hay que estar dispuestos, a escuchar la voz del Señor, que habla a través
del profeta.
Pero, la voz de Dios, no siempre nos traerá la paz; porque su palabra también estremece. Y esto, porque no siempre estamos dispuestos a dar el cambio; ni a escuchar lo que es diferente.
Algunos, no quieren ser sacudidos; y prefieren vivir a su manera, muy en “paz” con sus demonios.
Ya lo dice el Evangelio: “Había en la sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: ¿Qué quieres tú con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a acabar con nosotros?”. (Mc.1).
No hay que temer a la voz de Dios, que habla a través de algunos hombres; porque de momento, esa palabra puede sacudirnos, pero al final, nos ayuda a reencontrar
la paz.