¡FELICIDADES MAMÁ! ¡GRACIAS POR TU AMOR!

Señor

Tú también tienes una madre. 

La tuya esté en el cielo, es María, 

pero en algún tiempo estuvo en la Tierra.

Ayúdanos, pues, a pedir por nuestras 

Madres.

De las madres se han 

dicho cosas bellísimas, 

todas se las merecen ellas.

Ojalá nunca pudiera 

decir nada malo de

las madres.

Sin embargo…y, para que 

no se diga, Señor, concédenos 

madres que sepan cual es el fin 

principal de ellas: 

Que jamás traicionen esa misión

tan maravillosa.

Concédenos madres que sepan amar 

a sus hijos con amor intenso, 

con amor cristiano, 

el amor de instinto no basta, 

que amen a Dios en sus hijos.

Que todo su amor sea para 

encaminarlos a Él. 

Con amor que lleve hasta el sacrificio.

Madres que educan con valores y principios a sus hijos, que sean un ejemplo a seguir para ellos, que les den tiempo de calidad y una comunicación abierta, confianza, comprensión y respeto, pero, sobre todo, que les enseñen a tener amor y fe en ti.

La madre debe ser toda para sus hijos.

Tiene que ser capaz de sacrificar 

por ellos, su cuerpo, su belleza.

Olvidarse de todo menos de que es madre.

Siempre para sus hijos. 

No sólo madre al traerlos al mundo, 

sino siempre y hasta la muerte.

Que críen a sus hijos 

con esmero y delicadeza 

y que sean ellas quienes 

los eduquen directamente.

No hay pretexto que

las exima de ese deber.

Educándolos, vigilándolos;

con una educación completa, con una 

vigilancia llena de amor, calidad y caridad.

Haz Señor que el modelo de nuestras madres 

sea tu Madre Bendita. 

Que la protectora de nuestras 

madres sea Ella, María.

Que a Ella acudan en sus 

afanes, que a Ella imiten 

en sus acciones; 

Ella, María tu madre 

también nuestra Madre, 

siguió todos tus pasos, 

sin dejar un instante

de manifestarse Madre.

Así necesitamos a nuestras 

madres: ¡Siempre madres!

Lo más sublime de una mujer 

es ser buena madre, 

Señor, haz que así sean ellas.