Pbro. Lic. Salvador Glez. Vásquez
Sería bueno, que viviéramos esta vida, “como si nada”, es decir, como si nada estuviera sucediendo; porque todo es pasajero, y los conflictos no dejan nada bueno.
No hay que tomarse la vida tan a pecho, porque el tiempo todo lo disuelve; pero las cicatrices quedan, y siguen dañando.
Lo que nos pasa, desaparece; pero depende de nosotros, que lo malo no se instale en la memoria; y desde ahí, siga lastimando lo que ya no existe.
Y, se nos va la vida, sufriendo por los fantasmas del pasado. Por eso, hay que vivir, como si nada estuvier a pasando.
Ya lo dice San Pablo: “Hermanos: Les quiero decir una cosa: el tiempo apremia. Por tanto, conviene que los casados vivan como si no lo estuvieran; los que sufren, como si no sufrieran; los que están alegres, como si no se alegraran…porque este mundo que vemos es pasajero”. (1Cor. 7).
Eso, no significa que seamos irresponsables; pero, es una exhortación, a no darle tanta importancia a lo que no permanece.
Porque no estamos aquí para vivir atados. Aunque siempre corremos el riesgo de quedar atados; y la vida se nos dio, para vivir avanzando, y no quedar apegados a cualquier situación.
Es fácil perder la libertad, y más difícil poder soltarse. Por eso, necesitamos del Señor para que nos libere del pasado.
Y, el que sigue a Jesús, no mira hacia atrás; porque al ir detrás de Dios vivimos
en libertad.
El Evangelio dice: que los discípulos, tomaron la decisión de dejar atrás su pasado, para seguir al Señor, que es lo único permanente; y nos dice: “Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron”. (Mc.1).
Por tanto, ya no vivamos mirando hacia atrás. Porque la vida es para ver, y caminar hacia adelante; no dejemos que el pasado, nos siga persiguiendo, como un fantasma que ya no existe.