“LOS MUERTOS CONSTRUYEN LA HISTORIA”

Tradicional día de muertos. ¡Vaya que es una fecha que me gusta de México! Esa forma tan colorida, con los tonos de la memoria que se manifiestan en noviembre, y por esa razón quiero compartirles recomendaciones literarias en torno a la muerte que vale la pena consideren porque son un deleite, sobre todo aquellas que tiene que ver con diálogos entre muertos. 

Los menciono cronológicamente, según su publicación. El primero es, “Mientras agonizo” del clásico norteamericano, William Faulkner. En esta novela se pone de manifiesto el gran estilo del autor, y, sobre todo, el detalle es que el tiempo tortuoso de la agonía o la antesala de la muerte es lo que otorga tensión a la historia, desafiando la tradicional estructura y técnica literaria que tanto me gusta. Las voces de vivos y muertos se difuminan y parecen confundir al lector, pero al final podemos reconocer los planos de cada uno.

La novela indispensable por leer como patriotas es “Pedro Páramo”, de lo más exquisito en la producción mexicana para el mundo. Literalmente es un diálogo sepulcral, donde los lectores lo pueden descubrir en la segunda parte de la historia. El mismo Rulfo – quizá irónicamente – decía que, para comprender su obra, habría que leerla al menos seis veces, pero creo que es porque sabía de lo grandioso que es su creación y lo interminable en su interpretación. La historia abarca dos grandes temas de nuestro México: la búsqueda del padre (ausencia) y la convivencia eterna entre los vivos y los muertos. De mis favoritas. Prometo dar un curso introductorio de la misma, ya que, si tanto lo promuevo, ayudaré a que se enamoren de la obra tanto como yo.

En esta lista no puede faltar “Intermitencias de la muerte”, de José Saramago: imagine usted, por un momento ¿qué pasaría si hoy, en este instante que me está leyendo no hubiera más muertes? ¿Cómo seríamos si no muriéramos? Los enfermos así se quedan, los que agonizan ya no morirán, no hay más ausencias, pero ¿qué pasa política, económica y socialmente si no morimos? Lo más difícil para muchos es que no habría más religiosidad, ya que desaparece el más allá, la reencarnación, la puerta de San pedro, el cielo, el infierno, en fin, todas esas historias que forman parte de nuestra construcción humana. 

Se oye fácil y tenebrosa, hasta cómico, pero al leerlo nos podemos reír de nervios, es una gran reflexión que José Saramago plantea con toda su carga irónica que tanto inquieta nuestras neuronas.

Otro mexicano contemporáneo, Julián Herbert y su “Canción de cuna”. Su estructura narrativa me fascina y la forma de tejer la desolación, el desasosiego, la soledad y la pobreza en torno a la agonía la convierte en sutil, ya que hace que el dolor se penetre por cada poro de los huesos.

 Recuerden que el miedo, es el sentimiento más básico y profundo de nuestra humanidad y con ello, el terror a lo desconocido, a la muerte, a uno de los temas más recurrentes no solo en el arte sino en la ciencia, la religión, la filosofía, a su día a día y todas aquellas vías que se bifurcan sin darnos – por fortuna – una respuesta precisa.

vanessa cortés colis