Mantengamos la lámpara encendida

PBRO. LIC. SALVADOR 

GONZÁLEZ VÁSQUEZ

No dejemos apagar la luz que llevamos dentro. Porque cualquier viento, puede venir a apagar la luz de la alegría. 

Por eso necesitamos ser precavidos; hay que tener reservas, para que lo imprevisto no nos encuentre a oscuras.  

No hay que vivir con la luz apagada; porque cuando esto sucede, ya no sabemos por dónde vamos.

No hay que cegarnos ante la verdad, tampoco hay que huir de la luz; por el contrario, debemos buscarla, y mantenerla encendida.

Hay que estar con las velas encendidas, por que no sabemos que pueda suceder. Ya lo dijo alguien: Más vale prevenir, que lamentar.

SER PREVISORES

Todo sería distinto, si aprendiéramos a ser previsores. Porque el previsor, sabe mirar más allá del momento. 

Pero a muchos nos cuesta trabajo, aceptar lo que pueda suceder; y por cegarnos, vamos a vivir a oscuras. 

El Evangelio de hoy, nos invita a ser previsores, para que las situaciones inesperadas, no nos tomen por sorpresa.

CONFUSIÓN

Necesitamos tener la luz del espíritu, para poder entender lo que nos va sucediendo. Porque de lo contrario, caeremos en la confusión, y nos quedaremos sin aliento.  El Evangelio de hoy, nos habla de diez jóvenes, cinco previsoras y cinco descuidadas. A estas, se les acabó el aceite para mantener la luz; y al llegar el esposo, las encontró apagadas.

FELICIDAD

Las descuidadas, no llevaron aceite suficiente para mantener la lámpara encendida.  Y dice Mateo: “Mientras aquellas iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban listas entraron con el al banquete de bodas y se cerró la puerta”. (Mt.25).

No dejemos apagar la luz de la esperanza. Para que no nos cierren las puertas de entrada a la felicidad. Y qué cuando llegue el Señor, nos encuentre esperando su llegada  Pero hay que pedir a Dios, que sea él, quien mantenga las luces encendidas.