OCTAVIO PAZ, SIN ETIQUETAS

Este 19 de abril, pero de 1988 se fue Octavio Paz. Polémico, sin matices, con comentarios bipolares: o gusta en exceso o se detesta, pareciera que se debe tomar una postra entre lo negro y lo blanco, cuando – considero- su valor poético podría verse derrumbado entre esa grieta de lo positivo y negativo, y que – vuelvo a considerar- se debe suponer como los creadores más excelsos de la literatura en español. También entre acuerdos y desacuerdos, recordemos que es nuestro único premio Nobel de literatura en el país, por lo que los faros le otorgarán luz para la eternidad.

La personalidad irreverente, soberbia, culta y erudita, lo hereda de su padre y abuelo, así como la afición a la política, lo que parece inherente a su genética biológica y artística, y, por lo tanto, un referente importante como líder de opinión en los contextos histórico, político y social.

La palabra y el ámbito público son las armas para revolucionar, cambiar el mundo a través de la transformación de los seres humanos por la vía del conocimiento y sobre todo de la palabra. 

En la pintura muralista y surrealista encontró también un motor de cambio, de conocimiento profundo de la historia de México para disparar a través de la poesía, ideas, sensaciones y reflexiones potentes que pudieran transfigurar esta nación.

La carga filosófica permea tanto sus poemas como su prosa, conduce a la reflexión, al pensamiento, a la exaltación de la belleza en el lenguaje y sobre todo otorga senderos para abstraernos en los conceptos de lo mexicano, del amor y el erotismo, del arte y la poesía y algo que yo le agradezco mucho, esa detallada disección de la vida y obra de Sor Juana Inés de la Cruz en la joya monumental del libro “Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe”.

También es de reconocer su papel como fundador (desde muy joven) de revistas literarias en las que muchos escritores de su época pudieron tener un espacio y escenario en la cultura de América Latina: “Barandal” desde muy joven, “Contemporáneos”, “Taller”, con otros indispensables pilares de la literatura mexicana como José Revuletas, Efraín Huerta, Rafael Solana. “Hijo Pródigo” con los otros gigantes, Xavier Villaurrutia, Alí Chumacero, Octavio Barreda, entre otros.

Y si se considera que zigzagueó por ideas política antitéticas, que, si el comunismo o si el capitalismo radical, lo que algo debe desatacar en la obra de Paz es esa exigencia o ambición literaria con sus creaciones propias, y también hacia las de otros de sus contemporáneos tanto en México como España y países de 

América Latina. 

No hay duda que fue un extraordinario cuando la pluma bailaba en la hoja de papel para plasmar sus creaciones estéticas y aunque se trata de relacionar a los poetas por sus perfiles ideológicos sin duda se debe despojar de esas etiquetas que difuminan la grandiosidad en la construcción de la belleza poética.

A veces creo que más prejuicios se dicen de Octavio Paz que lo que la gente se ha acercado, aunque sea uno de sus poemas, pero no olvidemos, sobre todo en estos veinticinco aniversarios luctuoso, regalarle un ojo a aquello que lo insertó en el espiral de lo eterno.