Roma, 8 dic (EFE).- El papa Francisco acudió este domingo como es tradición a rendir homenaje a la Inmaculada en el centro de Roma y pidió que el nuevo Jubileo, que comenzará el 24 de diciembre, sea "un mensaje de esperanza para la humanidad probada por las crisis y las guerras".
Francisco bendijo las flores que fueron puestas a los pies de la columna sobre la que se encuentra la estatua de la Virgen de la Inmaculada y explicó que tras estás están escondidas "las oraciones, los suspiros, las lágrimas especialmente de los pequeños y de los pobres".
El papa hizo referencia a las obras "por todas partes en la ciudad, que causan bastantes inconvenientes" para la preparación del Jubileo, pero aseguró que "es una señal de que Roma está viva, se renueva, trata de adaptarse a las necesidades, para ser más acogedora y más funcional".
Y entonces afirmó: "Me parece escuchar tu voz que nos dice sabiamente: "Hijos míos, estas obras están bien, pero tened cuidado: ¡no os olvidéis de las obras del alma!".
"El verdadero Jubileo no está fuera, está dentro: dentro de vosotros, dentro de vuestros corazones, dentro de las relaciones familiares y sociales. Es dentro de donde debemos trabajar para preparar el camino al Señor que viene", dijo Francisco sobre el Año Santo de 2025 en el que se esperan 32 millones de peregrinos en la capital
El pontífice llegó en coche ante la plaza Mignanelli hacia las 15.40 horas locales (14.40 GMT) y fue recibido por el alcalde de Roma, Roberto Gualtieri; después se depósito ante los pies de la columna un ramo de flores amarillas y blancas, los colores del Vaticano, y se sentó en un silla colocada en medio de la plaza.
A continuación, saludó a muchos de los fieles presentes, entre ellos a los enfermos en las primeras filas, y también se acercó a la embajada de España frente a la columna para saludar a la embajadora, la exministra Isabel Celaá.
La tradición papal de la ofrenda de flores se remonta a 1857, tres años después de la definición dogmática de la Concepción Inmaculada de la Virgen María, que formuló el papa Pío IX (1846-1878).
Tres años después, el 8 de diciembre de 1857, mandó erigir el monumento de la Inmaculada Concepción en la Plaza España, ante la embajada de española, como premio porque muchas solicitudes de proclamación del dogma llegaron desde España.