SENTIR A DIOS, YA ES SUFICIENTE

Algo está faltando en este mundo. Ya que el universo no te va a dar todo lo que necesitas. 

El hombre nunca estará completo; porque si lo tuviera todo, no andaría tan inquieto, suspirando por la paz. Porque sin ésta, nos está faltando todo.  

Ya decía San Agustín: “En la adversidad deseo la prosperidad; en la prosperidad temo la adversidad. ¿Qué justo medio hay entre las dos, dónde no sea una prueba la vida humana? ¡Ay, una y dos veces, de las prosperidades del siglo! Porque se teme la adversidad y se corrompe el gozo”. (Conf. lib. X, cap. XXVIII,39).

El gozo que hoy vives, se corrompe con el temor de lo que pueda suceder mañana; cuando estamos felices, nos asalta la angustia y nos corrompe el momento. Y es ahí, que caemos en la cuenta, de que no lo tenemos todo; porque la duda es ausencia de verdad. Y si nos falta ésta, no es posible avanzar.

MIRADA AL CIELO 

Ignorar lo que sucederá mañana, nos hace sufrir de impotencia. Y es entonces, cuando levantamos la mirada al cielo, buscando una respuesta.

Es en la adversidad, cuando más preguntamos por Dios; y como anhelamos que se manifieste, para poder sentirnos en paz, y así tener la certeza, de que no estamos abandonados.

SER DIVINO

En el Evangelio de Juan, el apóstol Felipe le hace una petición a Jesús: “Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta”. (Jn.14,8).  Y en efecto, nosotros al igual que Felipe, queremos que se muestre Dios, para poder estar tranquilos.

Muchos desean una señal que les haga saber, que hay un ser divino que está de nuestro lado, y que tarde o temprano vendrá para salvarnos. 

DIOS ESTÁ CON NOSOTROS

Ya no pedimos más, es suficiente saber, que Dios está con nosotros.  Y si el Señor se manifiesta, con eso nos basta. Pero Jesús responde: “Felipe, tanto tiempo hace que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conoces?”. (Jn.14,9). Dios, siempre ha estado con nosotros; pero nosotros, ni siquiera nos habíamos enterado.

El Señor, está en todo lo bueno que tenemos, y en lo bueno que nos sucede. Pero como vivimos con los ojos cerrados, no advertimos su bondad.

DON DE CREER

Por lo tanto, no estés esperando una manifestación divina. A Dios hay que inteligirlo, es decir, hay que descubrir cuál es la causa de todo lo bueno, y ahí encontrarás a Dios. 

Si has perdido la paz, pídele a Dios el don de creer. Porque son, “Dichosos los que no han visto y han creído”. (Jn. 20,29). 

Y hoy nos dice el Señor: “No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: crean también en mí”.  (Jn.14,1).