CIUDAD DE MÉXICO, agosto 6 (EL UNIVERSAL).- El hábito del ahorro y la inversión es una habilidad valiosa que puede tener un impacto significativo en la vida financiera de una persona en el futuro. Sin embargo, la pregunta que surge es: ¿cuál es la edad adecuada para que los niños comiencen a desarrollar este hábito? Especialistas en finanzas y educación financiera señalan que iniciar este proceso desde temprana edad puede ser beneficioso, y recomiendan que entre los siete y ocho años es un buen momento para comenzar a introducir conceptos relacionados con el ahorro y la administración del dinero.
El proceso de ahorrar puede ser considerado "doloroso" para los niños, ya que implica renunciar a un consumo inmediato en pos de un beneficio a largo plazo que no es tangible en el momento. Esta idea, planteada por Gerardo Aparicio, director de la escuela de la Bolsa Mexicana de Valores, resalta la importancia de enseñar a los niños sobre la relación entre esfuerzo, sacrificio y recompensa financiera.
Durante los años de la niñez, entre los cinco y seis años, se puede comenzar a introducir conceptos básicos de valor del dinero y cómo se obtiene a través del trabajo. Aunque el proceso de entendimiento puede ser más rápido en niñas debido al desarrollo neuronal, en general, es esencial que los niños entiendan que el dinero no surge de la nada, sino que proviene del esfuerzo y la labor.
Una de las recomendaciones clave para iniciar el hábito del ahorro en los niños es establecer un objetivo concreto. Al colocar un florero o frasco transparente con el nombre del objetivo, como unas vacaciones en familia o el cumpleaños de un ser querido, se les brinda una visualización concreta de lo que están ahorrando. Actividades prácticas, como abrir una cuenta de ahorro o incluso una cuenta de afore para niños, pueden ser pasos adicionales para impulsar el hábito del ahorro desde temprana edad.
Es fundamental destacar que el objetivo principal no es convertir a los niños en expertos financieros, sino enseñarles a administrar su dinero y adquirir hábitos saludables de manejo financiero. Dedicar tiempo a leer libros, utilizar recursos educativos gratuitos y aprender a través de experiencias prácticas, como visitas a museos o actividades en casas de bolsa, también pueden enriquecer su comprensión de la importancia del ahorro y la inversión.