Del total de posibles compradores según el ejercicio, 68 por ciento quiere consolidar la compra de una casa; 19 por ciento piensa adquirir un departamento y el resto, es decir, 13 por ciento elegirá comprar un terreno.
En segundo lugar porque los consumidores consideran la adquisición como una inversión aceptable, y en menor medida destacó la falta de un espacio mayor al actual ante el crecimiento de la familia o porque ya no quieren seguir rentando y para aprovechar algún crédito hipotecario.
Del 30 por ciento que desestimó comprar un bien inmueble el año siguiente, 35 por ciento rechazó la alternativa al carecer de recursos suficientes o porque su sueldo no le alcanza; 26 por ciento porque advirtió un encarecimiento inmobiliario que lo imposibilita.
El estudio también resaltó que 10 por ciento de los consultados considera un error realizar una inversión inmobiliaria en medio de un cambio de gobierno y 8.0 por ciento prefiere invertir en otro negocio.
Así también 7.0 por ciento optará seguir rentando por comodidad; 6.0 por ciento quiere invertir en viajes, gadgets, ropa; 5.0 por ciento rechaza la compra inmobiliaria por inestabilidad laboral y 3.0 por ciento por falta de acceso a un financiamiento hipotecario.