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Aire limpio: un derecho, no un privilegio

Por Luis González Lozano

Noviembre 30, 2024 03:00 a.m.

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En una mañana cualquiera, mientras los potosinos nos preparamos para iniciar nuestras actividades diarias, hay algo invisible pero vital que pasa desapercibido: el aire que respiramos. Sin embargo, esta aparente trivialidad se ha convertido en una bomba de tiempo para nuestra comunidad, mientras las autoridades siguen jugando a la política del avestruz, enterrando la cabeza ante una crisis que nos afecta a todos.

La calidad del aire en San Luis Potosí se ha convertido en un tema que las autoridades prefieren mantener en las sombras, lejos del escrutinio público y el debate ciudadano. Como observador constante de esta problemática, he sido testigo de cómo las autoridades han convertido un derecho fundamental en un juego de malabares burocráticos, donde la información se dosifica como si fuera un privilegio y no una obligación establecida por la ley.

La NOM-172-SEMARNAT-2019 no es simplemente un conjunto de letras y números; representa el compromiso que el Estado mexicano ha adquirido para garantizar nuestro derecho a respirar aire limpio y, más importante aún, a estar informados sobre su calidad. Sin embargo, en nuestra ciudad, este compromiso se diluye en un sistema de monitoreo deficiente y una comunicación prácticamente inexistente.

Los números son contundentes y deberían quitarnos el sueño: la contaminación del aire se posiciona como la séptima causa de muerte a nivel mundial, cobrando aproximadamente 3.2 millones de vidas. En México, ocupa el noveno lugar, con más de 20 mil muertes atribuibles. Estas cifras no son meras estadísticas; son historias truncadas, familias afectadas y vidas que pudieron salvarse con políticas públicas efectivas y transparentes.

La realidad en nuestra ciudad es particularmente alarmante. La Secretaría de Ecología y Gestión Ambiental (SEGAM) ha optado por un modelo de comunicación que raya en lo negligente: una sola actualización diaria, frecuentemente a destiempo, y exclusivamente a través de redes sociales. ¿Qué sucede con los miles de potosinos que no tienen acceso a internet o redes sociales? Simplemente quedan en la oscuridad informativa, respirando un aire cuya calidad desconocen por completo.

El panorama se oscurece aún más cuando consideramos el estado de nuestras estaciones de monitoreo. De las cuatro existentes, su funcionamiento es intermitente y, cuando operan, no miden todos los contaminantes necesarios. Es como intentar diagnosticar una enfermedad con la mitad de los análisis clínicos: simplemente imposible tener una imagen completa de la gravedad de nuestra situación.

La historia de esta lucha es larga y dolorosa. Desde 2016, Cambio de Ruta ha estado al frente de la batalla por un aire limpio en la zona metropolitana de San Luis Potosí. Ocho años después, las fotografías recientes del smog que ahoga nuestra ciudad son el testimonio más crudo de que nada ha cambiado. El actual gobierno, como sus predecesores, parece más interesado en el dispendio que en abordar esta crisis de salud pública.

Cada nueva administración parece reinventar la rueda, ignorando las lecciones aprendidas y los avances logrados. Como activista y ciudadano, he sido testigo de cómo otras ciudades han transformado sus sistemas de monitoreo ambiental en verdaderas herramientas de prevención y acción ciudadana. Mientras tanto, en San Luis Potosí seguimos conformándonos con un sistema que parece diseñado más para ocultar que para informar.

“Todos respiramos el mismo aire” no es solo un eslogan; es una realidad que nos une independientemente de nuestra posición social, filiación política o situación económica. 

Es momento de que las autoridades entiendan que la transparencia en la información sobre la calidad del aire no es negociable. Cada hora sin información precisa es una hora en la que los potosinos, especialmente los grupos más vulnerables, están expuestos a riesgos innecesarios.

La lucha por un aire limpio es la lucha por nuestra supervivencia. Es hora de que San Luis Potosí se una a las ciudades que han entendido que la información ambiental no es un privilegio, sino un derecho fundamental que debe garantizarse con la misma regularidad con la que respiramos.

Porque respirar con dignidad no debería ser un privilegio, sino un derecho garantizado por quienes tienen la responsabilidad de velar por nuestra salud y bienestar. La vida y la salud de los potosinos dependen de ello, y ni siquiera la ironía de que los funcionarios y sus familias respiran el mismo aire contaminado parece ser suficiente para hacerlos reaccionar.

Delírium trémens.- Como bien dijo David Suzuki (padre de Severn Cullis-Suzuki): “El aire que respiramos es el aliento de nuestros antepasados, y será el aliento de nuestros hijos. No tenemos derecho a contaminarlo”. La pregunta es: ¿cuánto tiempo más permitiremos que esta verdad sea ignorada en San Luis Potosí?

@luisglozano