Familia y escuela Capítulo 53: El tiempo ( XII )
Educar hacia el futuro, consiste en dejar nuestras experiencias y conocimientos para que en los tiempos por venir sean aprovechados por descendientes directos o por otros beneficiarios; es una misión formativa de vida, trascender para seguir educando cuando ya no estemos aquí.
De las múltiples formas de llevar a cabo esta misión, sin duda que la elaboración de cartas, ha sido una herramienta tradicional, práctica y útil; pero que, además, refleja todo el estilo personalizado de quienes las escriben.
No se requiere dar más explicación, solo leer, reflexionar, educar y aprender; para ello, como una mínima muestra de toda la riqueza de estos documentos, presento los siguientes fragmentos:
Carta que el Jefe indio de la tribu Suwamish, envió en respuesta a la oferta de comprarle una gran extensión de tierras: “… ¿Cómo se puede comprar o vender el cielo o el calor de la tierra? Esta idea es extraña para mi pueblo. Si hasta ahora no somos dueños de la frescura del aire o del resplandor del agua, ¿cómo nos lo pueden ustedes comprar?…
No hay ningún lugar tranquilo en las ciudades de los hombres blancos. Ningún lugar para escuchar las hojas en la primavera o el zumbido de las alas de los insectos. Pero tal vez es porque yo soy un salvaje y no entiendo, y el ruido parece insultarme los oídos.
Yo me pregunto: ¿Qué queda de la vida si el hombre no puede escuchar el hermoso grito del pájaro nocturno, o los argumentos de las ranas alrededor de un lago al atardecer? El indio prefiere el suave sonido del viento cabalgando sobre la superficie de un lago, y el olor del mismo viento lavado por la lluvia del mediodía o impregnado por la fragancia de los pinos. El aire es valioso para el piel roja. Porque todas las cosas comparten la misma respiración, las bestias, los árboles y el hombre…”
Carta del Generalísimo José María Morelos y Pavón a su hijo: “Mi querido hijo Juan: Tal vez en los momentos que ésta escribo, muy distante estarás de mi muerte próxima… Morir es nada, cuando por la patria se muere, y yo he cumplido como debo con mi conciencia y como americano. Dios salve a mi patria, cuya esperanza va conmigo a la tumba. Sálvate tú y espero serás de los que contribuyas con los que quedan aún a terminar la obra que el inmortal Hidalgo comenzó”
Carta de Ernesto “Ché” Guevara a sus hijos: “… Si alguna vez tienen que leer esta carta, será porque yo no esté entre ustedes …Su padre ha sido un hombre que actúa como piensa y, seguro, ha sido leal a sus convicciones…”
Carta de André Gorz a su esposa Dorine, quien padecía una enfermedad incurable, antes de que ambos cometieran suicidio: “Acabas de cumplir 82 años. Y sigues siendo bella, elegante y deseable. Hace 58 que vivimos juntos y te amo más que nunca. Hace poco volví a enamorarme de ti una vez más y llevo de nuevo en mí un vacío devorador que sólo sacia tu cuerpo apretado contra el mío.
Por la noche veo la silueta de un hombre que, en una carretera vacía y en un paisaje desierto, camina detrás de un coche fúnebre. Es a ti a quien lleva esa carroza. No quiero asistir a tu incineración; no quiero recibir un frasco con tus cenizas …y me despierto. Espío tu respiración, mi mano te acaricia. A ninguno de los dos nos gustaría tener que sobrevivir a la muerte del otro. A menudo nos hemos dicho que, en el caso de tener una segunda vida, nos gustaría pasarla juntos”.
Primera carta a “quien pretende enseñar”, de Paulo Freire: “En el mismo tiempo en el que el educador enseña, el educando enseña al educador y ambos aprenden, la verdadera enseñanza se interrelaciona con el aprendizaje. El educador debe estar dispuesto a enseñar tanto igual dispuesto a aprender…”
“Carta a un maestro”, de Pablo Latapí Sarre: “Creo que ser maestro tiene, como la luna su cara luminosa y su cara oscura. En la vida casi todo es así; no hay nada tan malo que no tenga algo de bueno y al revés. Lo que importa es ser consciente de todo, luces y sombras, para que nada nos tome desprevenidos… El lado oscuro de la luna lo conoces bien. Es el bajo sueldo y, más a fondo, lo que ese sueldo significa: el poco reconocimiento social hacia el maestro. El lado oscuro son también los escasos recursos con que cuentas para realizar tu tarea y la poca atención que les mereces a las autoridades.
…En el lado luminoso. (la experiencia de) ver aprender, presenciarlo, más como testigo que como actor, es la satisfacción fundamental de quien enseña. Ser maestro o maestra es ser invitado, en ciertos momentos privilegiados, a entrar al alma de un chico o una chica y ayudarle a encontrarse, a afirmar paulatinamente su carácter, a descubrir sus emociones, quizás a superar sus temores y angustias. Y para muchos alumnos el maestro o la maestra son los únicos apoyos con que cuenta.
Si en el balance final las luces son más poderosas que las sombras, no lo sé. Es cosa de vocación, de inclinación interior, de proyecto de vida. O quizá de amor. Y digo la palabra sin ruborizarme porque creo que la profesión de maestro se emparenta con la paternidad y ésta o es amor o no es nada”.
Maestra de educación primaria: “…son casi 22 años que he tenido a mi cargo los grupos de 6º grado. Es emocionante acompañar a los chicos y chicas durante su último trayecto de esta etapa; siempre he acostumbrado que, para finalizar, les escribo de puño y letra una carta personalizada, de forma tal que cuando se van, ellos tienen la oportunidad de leerla fuera de la escuela, cuando quieran y lo necesiten.
En una ocasión llegó una señora a visitarme a la escuela, de hecho, no era mamá de alguno de mis alumnos; apenas estuvo frente a mí, me dijo: ¿no me recuerda?, la miré fijamente y por más que hice memoria no logré ubicarla; entonces, sacó de su bolsa un sobre, el cual reconocí inmediatamente, ¡era una de las cartas que acostumbraba darles al terminar el ciclo!; todavía no me reponía de la sorpresa, cuando me dijo: no sabe lo que me han servido sus palabras, me han recuperado de momentos difíciles y han sido una guía en mi vida…”
Padres y madres de familia, maestras y maestros: Reflexionar y educar, necesitamos escribir para seguir enseñando y aprendiendo.
Comentarios: gibarra@uaslp.mx
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