Hasta

Eran, creo, muchos menos los que estaban inquietos ante la victoria de un nuevo gobierno hace unos 7 meses. Vienen creciendo día a día.
Tal como señala Manuel Clouthier Carrillo, la polarización del país se expresa en que unos dicen que todo lo que hace el presidente está bien, y otros que todo está mal. Eso nomás no puede ser… ni todo perfecto, ni todo un desastre, además de que se genera una creciente división que irá en contra del avance económico y la estabilidad política.
Me queda claro que este presidente es muy popular y está haciendo cosas, lo cual hasta le permite desafiar al crimen y a ciertos grupos. A su vez, cuando cuestionas los costos de las estrategias erróneas para la sociedad, te contestan que estás a favor del robo de combustible y en contra del saneamiento de PEMEX.
No se vale que, aun con objetivos válidos, alguien tan poderoso confíe demasiado en sus propias ocurrencias o esté tan mal asesorado como para no evitarlas o matizarlas. La intuición tiene límites y es muy riesgosa en asuntos especializados o complejos, pero su popularidad seguirá alta entre la población en general aunque tarden los resultados en contra de la corrupción.
El gobierno y sus voceros citan, como prueba del éxito de sus medidas, que el peso se ha venido apreciando frente al dólar. Esto, sin embargo, obedece a diversos factores —sobre todo, externos— y podrá variar mucho los próximos meses.
Bueno, una máxima en Economía es que “En todo hay que pagar un precio” (There is no such thing as a free lunch), y AMLO no la capta al decidir o argumentar. Ahora asegura que sus acciones anticorrupción no disminuyen sino aumentan el crecimiento económico, pero aquí el impacto sería negativo a corto plazo y positivo hasta períodos posteriores.
Nadie resulta perfecto, por mucho que lo intente. Pero el elegido es muy necio al sostener sus evidentes equivocaciones (el NAIM…), aun con virtudes como valor, lealtad y dignidad que no son frecuentes, junto a cierta inocencia que sorprende en alguien tan corrido y tan ladino.
Pobre pero honrado se considera la frase más célebre de la eterna mediocridad del mexicano, como si la pobreza fuera una virtud (católica) y la honradez nos impidiera prosperar. Nada de esto es apropiado y, de hecho, lo segundo se vuelve una invitación a la corrupción.
Dicen que el nuevo gobierno busca el aislamiento del mundo (soberanía alimentaria y energética, con menos flujos comerciales o de capital) y el empobrecimiento de la población (disminución del número de ricos y descuido del de pobres en un sistema asistencialista). La reducción de la pobreza debería ir antes que la búsqueda de la igualdad, pero prefieren la justicia social sin una base económica.
Hemos insistido aquí que la austeridad es engañosa y no necesariamente significa honestidad. La lucha eficaz contra la corrupción requiere de numerosos elementos en un complejo entramado, y hay que entrarle con inteligencia y buenas estrategias, lo cual no se confirma en el relevante esfuerzo en contra del huachicol.
Una frase de impacto en redes sociales, con numerosos likes y reproches, viene a ser la de “Ya vieron lo caro que sale un presidente que cobra barato”… pues recoge las intervenciones en los mercados laborales para bajar sueldos sin argumentos técnicos, al igual que el menosprecio de la capacidad de los funcionarios que se ven atraídos con esos sueldos bajos o insuficientes.
En fin, está claro que la propaganda opaca la información requerida, y surgen preocupaciones por amagos de adoctrinar o aplicar las teorías de comunicación de Chomsky (más emoción, menos reflexión…) o Goebbels (los problemas son culpa de los opositores…).
Como tantos otros observadores, no dejo de percibir que muchas cosas se empiezan a parecer demasiado al caso de Venezuela. Esto se tendrá que checar y denunciar a lo largo del año.
Igual, cabrá reiterar que el cambio positivo no significa repudiar las reformas ni hacer todo distinto a los de antes… sólo porque hubo ejemplos graves de corrupción. A su vez, los programas sociales son importantes pero en casos concretos o extremos, y deberá prevalecer el esfuerzo económico y educativo para crear empleos. No se arrepentirán si preguntan.
Miren, amables lectores, lectoras, es una pena que a un viejo entrón y bien intencionado le pueda ir tan mal. Creo yo que no hay por qué odiarlo e insultarlo, pero resulta probable que a nuestro país le vaya pésimo… a los mexicanos en general; sobre todo, a los más pobres.
No es cosa de prejuzgar o entrever con dramatismo lo que no ha sucedido, sino que simplemente los peligros identificados con AMLO a lo largo de una década se están confirmando en el ejercicio del poder. Y no tiene caso repetirlos ahora.
He sido respetuoso de los presidentes y su investidura. Y así seguiré en apoyo a la buena fe y la lucha contra la corrupción, pero también podré criticarlos con dureza. Espero, además, que deje de sentirse infalible y que respete a quienes disentimos en algunos puntos.
* DE SAN LUIS POTOSÍ he tratado de no hablar aquí el último año, en parte como deferencia a un viejo amigo, Juan Manuel Carreras, pero igual porque siento que no estoy tan enterado para elogiar o reprochar con más firmeza. Ojalá que las cosas sigan mejorando a partir de nombramientos que elevan el promedio de bateo de su equipo, como el de Daniel Pedroza en Finanzas.
Ahora, por lo que menciono al final, será más fácil abstenerse en esos y otros temas del nuevo Gobierno Federal que están a cargo de amigos o de gente que respeto… sólo espero que no les vaya tan mal pues alguien de buen perfil nunca va a sanar las manzanas podridas o no aptas.
Eso sí, habrá que confirmar también si los mafiosillos Gallardo (como los calificó AMLO) encarnan una amenazante delincuencia organizada ante un ausente Estado de Derecho, en busca de impunidad a través de chantajes a las autoridades municipales y estatales.
* ME APARTARÉ POR UNOS cuantos meses de estas páginas del periódico y de diversos portales en internet con la autorización de sus generosos directivos, pues estaré concentrado en el proyecto de un libro sobre aspectos económicos, políticos y de corrupción en México a lo largo de los últimos 10 años (en paralelo a algunas de mis columnas en torno a eso).
Y, después de esta columna número 775, trataré de publicar en forma ocasional algunos artículos de distinta extensión, si me lo permiten otros compromisos de trabajo. Les deseo todo lo mejor y, claro, les digo: ¡Hasta siempre!

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