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¡Oh México!

Por Marta Ocaña

Junio 30, 2021 03:00 a.m.


-Tú que vas allá arriba, Ignacio, dime si no oyes alguna señal de algo o si ves alguna luz en alguna parte.

Juan Rulfo

Entre la verdad y la no verdad y la forma en que esto es parte de un sistema de valores, un perfil de comportamiento, un modelo político o un quehacer infantil de niño que se siente amenazado, es que vivimos una realidad nacional que tiene a los nobles ciudadanos entre la espada y la pared.

Los nobles ciudadanos no se limitan al pueblo bueno y tampoco tienen cerrada la puerta entre los pudientes que se colocan entre la clase media y las de más arriba. Ahí más bien estamos muchos que nos sentimos devaluados, marginados y humillados ante el desprecio y calificativos que son parte de un discurso que pretende quizá, maquinar una ideología con fines que no quiero elucubrar por el momento.

Antes, enseñaban en las clases de periodismo, que la opinión pública, nacida en la comunidad, se expresaba en los medios de comunicación y que estos a su vez la reconformaban con su poder de difusión, repetición y reiteramiento -si se vale la palabra. 

Pero ahora, el proceso de su elaboración se ha invertido: ahora nace en los medios -tiran línea- y de ahí se siembran historias en la mente de las audiencias quienes, atentos a los aconteceres diarios, no dudamos en comentar, interpretar, coincidir, confrontar y finalmente repetir en cuanta ocasión se presente. De tal manera, consolidamos una opinión nacida en la mente de un aparato cuyos fines generalmente, no están alineados al bien común, sino que más bien obedecen a intereses muy particulares o muy corporativos.

Esta semana hemos retomado episodios de matanzas en el norte del país cuyo motivo dista -al parecer- de la realidad oficial. Ésa que coincide con que “el país está en calma”. De ello hablamos entre líneas, en voz baja, como usuarios en una red clandestina, de un narcogobierno calentando futuras o perdidas plazas y México, se ha vuelto el terreno que antes concebimos solo en la fantasía “post electoral”.

“No oyes ladrar a los perros” es uno de los títulos de un relato de Juan Rulfo. En él se relata una historia de un México que nos parecería distante e increíble...hace lustros. Hoy parece la metáfora de la vida cotidiana: padres de niños enfermos de cáncer sin medicamentos, víctimas-victimarios, abuso de poder de una manera desbordada. Un México de sombreros, carabinas y asalto a ferrocarriles. Un México sin rostros, en donde habita la soledad humana y la desolación: en donde la muerte es la esperanza de muchos. Y la autoridad la desconfianza.

Hoy que experimentamos el cambio por mandato de la mayoría electoral, quiero imaginar que las próximas autoridades encontrarán un gran nicho de oportunidad en donde hay tanto por hacer, que con tantita voluntad de ésa que llaman “voluntad política” será suficiente para reposicionar la confianza y recobrar la dignidad de gobernantes y gobernados, entre pueblo en general y mexicanos todos.

Dicen que hay que soñar, imaginar altos vuelos y no soltar el sueño hasta que empiece a fraguarse frente al soñador. A lo mejor hemos soñado este caos, pero a lo mejor podemos soñar con un gran país en donde la libertad, la seguridad y las oportunidades sean el pan de todos los días y no buscar si escuchamos o no, ladrar a los perros.

-soundtrack: James Taylor, Oh Mexico https://www.youtube.com/watch?v=VQnHAb_6sOs