Tropiezo táctico

Compartir:

“La victoria tiene mil padres. 

La derrota es huérfana”. 

John F. Kennedy

El secretario de seguridad, Alfonso Durazo, no presentó ayer en la mañanera el detalle de lo ocurrido en Culiacán el 17 de octubre. Se entiende. No solo no estuvo a cargo de la operación, sino que tampoco se le informó. Por eso declaró en la primera conferencia de prensa del gabinete de seguridad de ese día que la detención de Ovidio Guzmán había tenido lugar en un patrullaje de rutina. Esa “versión equivocada” procedía de la información que tenía en ese momento, a pesar de que el operativo se había empezado a preparar con varios días de antelación. 

No creo que se les haya olvidado informarle. La Secretaría de la Defensa decidió no hacer partícipe al secretario del operativo, incluso cuando este ya había fracasado. Por eso fue ayer el titular de la defensa, Luis Cresencio Sandoval, quien presentó el detalle. El general secretario fue convincente cuando explicó las razones que llevaron a liberar a Ovidio Guzmán. No sé si el contingente que lo capturó habría logrado defenderse ante una fuerza superior del cártel de Sinaloa, pero no hay duda de que muchos más civiles y militares retenidos por sicarios habrían sido asesinados. 

Puedo coincidir con el secretario Durazo cuando afirma que “un tropiezo táctico no invalida la estrategia de seguridad en su totalidad”. El problema es que no puedo percibir cuál es la estrategia. ¿Qué significa ofrecer “abrazos y no balazos” al crimen organizado? ¿Ya no habrá esfuerzos por capturar capos aunque haya órdenes de extradición en su contra? 

También estoy de acuerdo, como lo he estado desde que sonaron las primeras trompetas bélicas, con que no hay posibilidad de victoria. “A pesar de los cientos de miles de vidas perdidas […] en la guerra contra las drogas, los anteriores gobiernos no lograron resolver el problema”, declaró Durazo. Las prohibiciones, es cierto, rara vez funcionan. Pero no hay ninguna indicación de que la estrategia haya cambiado. La guerra sigue vigente. Ni los programas de empleo para los ninis ni los subsidios para adultos mayores son una solución. Simplemente no hay relación entre crimen y pobreza. 

Si la nueva estrategia es dar abrazos a los criminales, ¿para qué queremos una Guardia Nacional que, según Durazo, tendrá 92 mil elementos a fin de este 2019? Si ya no hay una guerra contra el narco, ¿por qué siguen estando prohibidos el comercio y la posesión de drogas en nuestro país? Si es una fantasía pensar que podemos ganar la guerra, ¿por qué no derogamos ya las leyes que nos obligan a pelearla?

Nos han dicho mil veces que este gobierno es diferente, pero las declaraciones siguen siendo las mismas de siempre. “Ninguna organización delictiva, por más pertrechada que esté, es más poderosa que el Estado mexicano, en términos bélicos -dijo ayer Durazo--. En Culiacán habría sido fácil recurrir a un combate de exterminio sin cuartel, ni respeto a garantías individuales, al final de cuentas habríamos ganado”. 

Yo no sé si habríamos ganado: es muy fácil hacer declaraciones en modo condicional, como es fácil vanagloriarse de la fuerza de un Estado que va de fracaso en fracaso. Las palabras de Durazo, sin embargo, me recordaron las de Juan Camilo Mouriño del 4 de febrero de 2008: “En esta lucha no existe para nosotros la derrota. Ningún grupo criminal es capaz de resistir la fuerza del Estado”. El cártel de Sinaloa tiene otros datos. 

Fueron los medios

No puede evitarlo el presidente: una vez más responsabilizó a los medios de un fracaso de su gobierno. “Se nos lanzaron con todo”, dijo. “Fueron capaces hasta de dar a conocer una fotografía falsa”. Y supongo que sí, que la foto era falsa. Pero si el propio secretario de seguridad no sabía lo que estaba ocurriendo el 17 de octubre, ¿por qué no podían los medios equivocarse también?

Twitter: @SergioSarmiento