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Con una profesión en crisis por el auge de las redes sociales y el cambio tecnológico, denuncias de acoso en contra de profesores y el reto de empatar la formación académica con las exigencias en el campo laboral, asume la dirección de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (FCC-UASLP), Adriana Ochoa.
Ella es egresada de la segunda generación de la entonces Escuela de Ciencias de la Comunicación, tiene una maestría en innovación educativa y más de 30 años ininterrumpidos de experiencia en el quehacer periodístico.
Es la primera directiva de la facultad con trayectoria combinada en la empresa mediática y la academia. Aunque su primer acercamiento a la academia fue como maestra sustituta, encontró en la docencia y el contacto con el alumnado una oportunidad para mantenerse vigente y no caer en la obsolescencia.
Incluso en broma dice que la docencia, el trato formativo con nuevas generaciones, es un buen remedio para retrasar el envejecimiento.
“Es otro mundo la docencia”, revela en entrevista para Pulso, su casa desde 1992, “pero que complementa. Es muy rico porque te permite y te obliga a estar actualizado, a estar pensando en las nuevas generaciones, y los mismos chicos te van empujando a buscar estas experiencias que te mantienen vivo y actualizado (...). Te permite ir tomando nuevos criterios, asumiendo nuevas posturas, ya no tanto la tecnología (...), pero sí va nutriendo tu criterio. Lo que ayer pensabas que estaba mal o desatinado resulta que va cambiando”.
Su nombramiento ha generado altas expectativas porque conoce las falencias tanto al interior como al exterior de las aulas.
“La relevancia de alguien que estudia comunicación es en este momento atender la crisis que vivimos de la profesión en sí, y que se viene arrastrando desde la irrupción de tecnologías que permitieron a la ciudanía acceder a grandes públicos que antes estaban reservados a los medios tradicionales. Estamos hablando de las redes sociales, que fincaron la esperanza de que el periodismo podría ser ciudadano y ya no de profesionales que tuvieran que estudiar y qué formarse en esto. Esta última década fue de apoteosis y desgaste (...), porque el periodismo ciudadano carece de la formación en un criterio y es ahora cuando tienes una epidemia de fake news: cualquiera puede subir cosas sí, pero si no está formado en la disciplina de tener responsabilidad en lo que se publica (...). Se cometen esas fallas de criterio, de que cualquiera suba lo que se le ocurre y se convierte en un lodazal”.
FUERA DE PLANES
“Nunca pensé en ser director de Ciencias de la Comunicación, nunca, hasta hace seis semanas”, confiesa la también coordinadora editorial de Editora Mival.
La decisión de buscar la directiva de su alma mater la alentó las coincidencias con el nuevo rector en su propósito por empatar la formación académica con las oportunidades laborales, que cada vez son menos ante la expansión de la digitalización y robotización de los procesos, aspecto en el que poco abona una entidad académica orientada a la investigación.
“Creo que nos perdimos mucho en la especialización, que no está mal porque la universidad tiene que hacer ciencia, pero enfocar a todo mundo en la especialización nos deja fuera del mercado laboral”.
En el ámbito periodístico incluso los redactores son sustituidos por programas, ese panorama es el que les espera a las nuevas generaciones de comunicólogos y comunicólogas, advierte Adriana Ochoa. “Yo tenía la inquietud de todo lo que viene y que no nos va a tocar a nosotros resolver, les va a tocar a su generación y a los que vienen. De ver en dónde se van a acomodar en los nuevos medios que ya no pueden ser las grandes empresas de prensa y todo es por esta tecnología que entra, que barre todo lo que conocíamos y que plantea nuevas formas de financiamiento, y me interesó vivirlo”.
Para lograr ese empate, adelanta que será necesario cambiar los planes de estudio de la FCC. El plan actual data del 2007 y nació con fallas. Además será necesario lograr un equilibrio entre el profesorado que “jamás tocó el mercado de trabajo” y quienes viven de ejercer su profesión en ámbitos diferentes a academia.
Para ello confíó en “encontrar a egresados que estén interesados en participar y llevar su experiencia profesional afuera, como empresarios pequeños, como publirrelacionistas, como productores de audiovisual, a la escuela”.
“Ahora ellos hacen su trabajo, ellos pelean la noticia, te disputan espacios de lectoría”, y para alentarles recuerda que para ella “impartir clase es una forma de retardar el envejecimiento, de evitar volverte obsoleto”.
La diversificación en la formación que plantea incluye desde el periodismo hasta la realización de contenidos educativos y pasa por la comunicación en el lenguaje de programación y la producción audiovisual.
POCO TIEMPO Y POCO DINERO
La reingeniería curricular requiere de presupuesto que para las escuelas públicas es limitado, por lo que también es necesario que la FCC aprenda de otras entidades académicas de la UASLP y genere ingresos propios. “No va a ser fácil, para empezar es una escuela que nada más tiene turno en la mañana y para hacer ese tipo de oferta necesitas abrir en horarios donde la gente que desea, los profesionistas que ya están en el campo y que quizá les interese tanto impartir como capacitarse en alguno de estos programas, con una escuela cerrada en las tardes es muy complicado”.
Incluso la formación en línea sería una posibilidad que la pandemia obliga a la UASLP a explorar y a acelerar su implementación. “Creo que esto va a acelerar esa posibilidad”.
PERSPECTIVA DE GÉNERO
Adriana Ochoa, admite la necesidad de implantar en los planes educativos la perspectiva de género, “pero primero tendríamos que homologar la cultura y no la tenemos, tan no la tenemos, que existe por ahí un par de incidencias”. En estos casos, admite, los estatutos universitarios se han parchado de manera reactiva y las sanciones quizá no cumplan la exigencia de destitución que las víctimas y el alumnado reclaman.
“Hay una demanda muy sentida de que se les despida, eso tendría que verse en una normatividad que lo tuviera contemplado y creo que no es el caso. O que se hubieran ido a otras instancias”, adelanta.
Pero a futuro espera se cumpla la promesa del nuevo rector, Alejandro Javier Zermeño Guerra y se modifiquen los estatutos con criterios nuevos de convivencia social, entre ellos la equidad de género y acoso laboral. “Que no se tenga que andar buscando parches, que responda esta reforma estatutaria a los nuevos reclamos sociales, que sea el común, que sea la norma: si te la brincas, está bastante claro qué se va a hacer. En el futuro si los que todavía están pensando en términos de que tienen el derecho, la oportunidad o que se les permite acosar a alumnas o a maestras, pues que se atengan porque la exigencia ahí está y si no funciona, estarán muy ligadas las jóvenes a redes y si no le han entendido, pues que los defiendan en sus casas porque la Universidad no está para defender eso. Se les advierte que ni la Universidad, ni la Rectoría ni la dirección están para tolerar esas conductas, ya no”.
Con cuatro años para lograr los cambios o dejar los cimientos puestos confía en que sean los egresados y egresadas quienes desde el lugar que ocupan en la sociedad empujen y contribuyan en colectivo con estas acciones.
“Trataremos de hacer lo mejor, tengo mucha fe en los egresados que están afuera. Son voces de opinión, son importantes en lo individual, necesitamos que usen esas voces que tienen de importancia en los medios para actuar en colectivo”.