"Para servirle a usted", la última zapatería de Salinas

Don Memo Zapata, un hombre de 86 años de edad, repara el calzado de los habitantes de la cabecera municipal

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Para servirle a usted, la última zapatería de Salinas

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Es la calle Villerías esquina con Treviño en el centro del municipio de Salinas, todo comienza a partir de las nueve de la mañana, en una zapatería modesta, que llevaba como nombre “Para Servirle a Usted”, según un letrero que apenas si se puede leer. 

Encomendándose a Dios un hombre carismático y lleno de vida, comienza un nuevo día, con martillo en mano y un molde de fierro en forma de zapato, está listo para darle una buena remendada a los zapatos de muchos salinenses, pues es de los pocos zapateros que quedan en el municipio.  

Es Guillermo Zapata, mejor conocido como “Don Memo”, tiene 86 años, aunque pareciera que el tiempo no pasan por él. Es un hombre trabajador, que desde muy pequeño comenzó a ganarse la vida. Viene de una familia grande, compuesta por 24 hermanos, tres mujeres y veintiún hombres y para poder solventar los gastos, desde muy pequeños sus padres, Guillermo y María de la Cruz los enseñaron a trabajar honradamente. 

“Mi papá era muy trabajador, nos arrimaba tunas, huevos, manteca, tenía pocas vacas, de ellas sacábamos leche y la vendíamos en 25 centavos, toda mi infancia fue muy muy bonita”, rememora don Memo con una sonrisa. 

El zapatero tuvo sólo la oportunidad de estudiar hasta tercer grado de primaria, porque con el paso de los años tuvo que trabajar en varios oficios y aprender de todo un poco. 

Laboró como panadero y pastor de ovejas hasta que llegó a lo que más le gustó y a lo que le ha dedicado su vida entera, la reparación de zapatos. 

“Le entra uno a todo”, comenta, “de tan solo ver a los maistros cómo reparaban sus zapatos, aprendí el oficio”. 

Él dice estar desde hace algunos ayeres en este lugar cuando apenas era un huerto. “La vida es muy bonita y más si no tenemos vicios”, señala con voz tenue y luego reflexiona acerca de esta frase. 

El señor Zapata no está sólo, pues corría el año de 1964 cuando le llegó el amor. Dijo “me volvería a casar una y otra vez, es muy muy bonito” y con risas habla de su esposa Conchita, como la llama cariñosamente, una mujer que lo espera todos los días con un beso, para compartir juntos la comida, su pilar y sostén en toda esta vida. “Si Dios me presta vida me vuelvo a casar, pero con ella”, señala mientras suelta una buena carcajada.

Considera que el respeto es lo primordial en la relación y dar gracias a Dios por cada día que amanecen juntos. Tienen seis hijos: Juan, Guillermo, Ma. de la Cruz, Rafael, José de Jesús y Miguel, a quienes pudo darle los estudios que ellos pidieron gracias a su oficio lo cual le ha sido muy gratificante, sus hijos tienen cierta noción del trabajo de su padre, pero ninguno se ha dedicado por completo a él.  

En este lugar se pueden notar los 50 años dedicándose a esta labor, pues le bastan veinte o treinta minutos para componer las tapas de zapatos y dejarlas como nuevas. 

En su zapatería se puede encontrar desde cazos chicharroneros, láminas, hule para resorteras, monturas, polainas, cintas para los zapatos, huaraches michoacanos, correas, mecates y hasta trompos de madera y zapatos.

Don Memo, un hombre sonriente, siempre está sentado en su banco tejido de ixtle listo “Para Servirle a Usted” y dejar sus zapatos como nuevos.