Campañas violentas Discurso engañabobos
La violencia electoral es el clímax de un estado descompuesto y evidencia que un gobierno está más ocupado en usar los recursos públicos para sostener a su partido, que en garantizar el estado de derecho, un territorio sin ley y sin garantías de seguridad pública es una grave señal de que la seguridad pública solo lo es de nombre.
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Si en público un servidor público de elección popular de alta responsabilidad estatal amenaza con toda frescura a empresarios y periodistas en su discurso, hay una señal inequívoca de que todo está perdido, y de que la seguridad pública solo lo es en el papel, en las apariencias y en los discursos oficialistas, ahora hasta los candidatos se deben cuidar de que nada les pase.
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Las autoridades cuentan con solicitudes de medidas de protección, pero lo cierto es que los protocolos estatales nunca han funcionado, ni en los gobiernos del PAN ni del PRI ni mucho menos del Partido Verde, ese que siembra temores desde el titular de la máxima responsabilidad, aquel que en plena veda electoral, pone a circular colores oficiales y slogans que comparten al mismo tiempo el gobierno en turno y el partido en campaña.
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El clima enrarecido es ese donde también se perdió la autoridad moral de un Congreso en el que hay diputados de minorías que guardan silencio cómplice, a cambio de hacer negocios con el gobierno en turno, y hasta celebran lo exitoso que es acarrear gente para llenar mítines de los candidatos oficiales, no se sabe a ciencia cierta quién tiró el primer golpe, pero es cierto que el gobierno es incapaz de detener la espiral de violencia en las campañas.
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La firma de pactos de civilidad se quedó en inventario de buenas intenciones que ni la autoridad máxima cumple, el gobierno estatal se encuentra tan ocupado en su propia violencia interna, por ejemplo para exigir que cada trabajador lleve cinco personas a votar por el partido oficial y que esos otros cinco lleven a otros cinco, bajo la pena de que los contratados se queden sin la chamba.
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La intervención oficial inició cuando comenzaron a desaparecer los muros propagandísticos de la candidata presidencial opositora, le siguió la desaparición de los murales pintados por ciudadanos y posteriormente, el clima de violencia interno que viven las dos corrientes simpatizantes de la autodenominada cuarta transformación, que lo único que ha demostrado es el público aprendizaje de los peores errores de las administraciones anteriores.
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No es gratuito el escenario descompuesto, el mensaje fue enviado por el propio presidente de la República, cuando perdió el respeto por los militares y los enroló como albañiles o incluso para acarrear gente para llenar los mítines de candidatos oficiales.
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Casi se termina abril y no llueve lo suficiente, si la naturaleza fuera tan decisiva como para escuchar los llamados de las personas, habría incumplido la promesa oficial de que si se vota por el partido en turno, entonces habría agua en las presas. Es obvio que esa promesa es un discurso engañabobos, la única forma de que los seres humanos puedan intervenir es generando la infraestructura para garantizar el acercamiento del agua subterránea o superficial a los usuarios que la necesitan. Sin embargo, a falta de lluvias, por más esfuerzo que se haga para sacar agua, si no hay humedad tampoco hay líquido.
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¡¡HASTA MAÑANA!!
