Espíritu tribal

“El amor a nuestra nación a menudo nos predispone a mirar con los celos y las envidias más malignos la prosperidad y el engrandecimiento de cualquier nación cercana.”
Adam Smith

Si bien la globalización ha sido responsable de la mayor expansión de la prosperidad y la más acentuada disminución de la pobreza en la historia, los viejos instintos tribales no sólo no han desaparecido, sino que se acentúan en algunos países. Esto lo hemos visto en los triunfos del Brexit en el Reino Unido y de Donald Trump en la Unión Americana, pero también en la fortaleza de la campaña de Andrés Manuel López Obrador en México.
La desconfianza o el odio al extraño, al extranjero, ha estado presente en los seres humanos desde tiempo inmemorial. Fue un arma de supervivencia de clanes y tribus que tenían frecuentes enfrentamientos violentos con otros grupos humanos. A lo largo de milenios, esta actitud siguió provocando violencia. “El ‘espíritu tribal’, fuente del nacionalismo, ha sido el causante, con el fanatismo religioso, de las mayores matanzas en la historia de la humanidad”, escribe Mario Vargas Llosa en La llamada de la tribu.”
La globalización permitió una mejora dramática en la situación de la humanidad. Los contactos personales y el comercio crearon lazos entre comunidades y llevaron no solo a una mayor prosperidad, sino también a una declinación de la violencia. “Las economías abiertas y el libre comercio se correlacionan negativamente con el genocidio y la guerra”, señala Steven Pinker. La economía abierta también ha impulsado el mayor desarrollo económico de la historia y una dramática reducción de la pobreza extrema de 84 a 9.6 por ciento de la población del mundo entre 1820 y 2015 (ourworldindata.org).
El espíritu tribal, sin embargo, se ha fortalecido en los últimos años, porque la gente no entiende que la prosperidad ha sido consecuencia del comercio y la migración y porque piensa que no podemos estar peor. Cada una de las medidas nacionalistas, sin embargo, tiene consecuencias negativas no sólo para los que trata de proteger, los miembros de la nación o la tribu, sino para el mundo.
Los electores británicos votaron el 23 de junio de 2016 por retirar al Reino Unido de la Unión Europea debido a los temores a la inmigración y el libre comercio. La separación no se ha realizado todavía, pero los costos se han hecho evidentes. Distintas empresas han señalado que tendrán que sacar sus instalaciones del Reino Unido si el Brexit establece barreras o aranceles. Productos tan tradicionales de la Gran Bretaña como los autos Mini o los Rolls Royce tendrían que fabricarse en otros países.
Trump ha establecido aranceles a productos de distintos países, los cuales han respondido con aranceles a bienes estadounidenses, como las motocicletas Harley-Davidson. El resultado es que esta empresa tendrá que trasladar una parte de su producción fuera de Estados Unidos.
El proteccionismo afecta negativamente a todos: a los consumidores, porque reduce la competencia y sube los precios, y a los productores, que tienen que recortar producción y empleos. Lo preocupante es que el nacionalismo sigue llamando la atención a políticos y electores. López Obrador mandó un mensaje en Twitter este 25 de junio: “Es necesario reorientar la política económica para producir en México, hasta donde sea posible, lo que consumimos y fortalecer el mercado interno con el propósito de crear empleos en todas las regiones del país.” Es la misma filosofía de Trump o del Brexit, pero en lugar de crear empleos y prosperidad los destruye.

Campaña que sirve
En octubre de 2017 se registraba un virtual empate en las encuestas de tres precandidatos presidenciales. Hoy, en vísperas de la elección, el puntero lleva 20 puntos de ventaja. ¿Quién dice que las campañas no sirven para nada?

Twitter: @SergioSarmiento