¿Hay gobierno en SLP?

Siguiendo al célebre politólogo italiano Norberto Bobbio, cuando se preguntaba acerca de “la izquierda que no hay”, podría hacerse una larga lista de comportamientos institucionales que persisten como terrible cáncer en el plano local, como la corrupción y la impunidad, para terminar cuestionando: ¿hay gobierno en la entidad potosina?, sospechando que, por lo pronto, lo que hay es un desmadre bien organizado. La pregunta puede parecer muy amplia, pero el contexto es muy específico y tiene que ver, aparte de esos cánceres institucionales mencionados, con las persistentes muestras de violencia en las que se ven involucrados “servidores públicos”, siendo el último episodio de la saga la golpiza propinada por inspectores del transporte público a un conductor que confundieron como prestador del servicio “Uber”. Que luego se hayan dado el lujo esos salvajes funcionarios de mostrarse orgullosos y burlones, sugiere que a cierta burocracia le vale madre cualquier sanción que se les pudiera imponer porque aquí, al fin y al cabo, se dice que todo es miel sobre hojuelas.
Pudiera pretender justificarse la pachorra gubernamental con el sobado expediente de que se trata de un hecho aislado, pero la realidad, como siempre, es más terca que cualquier voluntarismo y allí tienen que, también en estos días, familiares de un joven asesinado se quejan de que ha transcurrido mucho tiempo sin que se procure, como se debe, la justicia demandada. La justicia que no hay, pues, parafraseando a Bobbio. Igual puede plantearse respecto de otros asuntos en los que se ventilan disputas territoriales entre empresarios y comunidades que, igualmente, demandan respeto a sus derechos elementales, pero que padecen presiones gubernamentales que sugieren conflictos de interés que, empero, son ignorados por la autoridad estatal porque algunos de sus personeros andan “metidos en el ajo”. Resulta, entonces, que la lista se vuelve amplia: la consulta que no hay, la transparencia que no hay, la mediación imparcial que no hay, entre otras acciones que podrían evitar sospechar sobre… ¿el gobierno que no hay?
Evidentemente, se podría hacer una peculiar “negación de la negación” y plantear que “sí hay gobierno” y lo encarnan funcionarios diversos de alto rango, así sea que, luego, se hagan “guajes” evadiendo la responsabilidad que les corresponde. Allí están, caminan, hacen de las suyas, pero extrañamente “ni sudan ni se abochornan”. Pero esa dialéctica peculiar de la justificación institucional se cae a pedazos, cuando otros funcionarios se dan vuelo exhibiendo las peores prendas del “servicio público” y, allí, como luego se dice, “anda torciendo la puerca el rabo”. El ejemplo de los inspectores golpeadores vuelve a tenerse en mente como botón de muestra de lo que decimos, y nos retrotrae a los aciagos días en que “la autoridá” se imponía “a golpe y porrazo” nomás porque le venía en gana. En fin, el punto es que, mientras todo esto sucede y se documenta en redes sociales digitales… “nadie hace nada” (Jaime Maussán, dixit).
El ambiente de indolencia y abuso institucional por un lado, y de impotencia social y desamparo por otro, dan pie para que otros asuntos tan delicados y aberrantes, como esa pretensión de imponer hasta un 40 por ciento de aumento en el consumo de agua potable para el siguiente año (así sea que hayan reculado, la intencionalidad cuenta), sean promovidos y justificados hasta por quienes se tendría la idea de que son sensibles a la situación económica prevaleciente y algo progresistas en la forma de pensar críticamente la realidad presente. Podríamos seguir citando más casos de situaciones, digamos curiosas, que se dan por estos lares, pero que sin duda obedecen a un clima de frío distanciamiento entre sociedad y Estado, sobre todo por la abulia de un gobierno que pareciera buscar “nadar de a muertito” y deja que las cosas fluyan como si a nadie le importara. Siguiendo nuevamente a Bobbio, podríamos concluir que: si persisten la corrupción, la impunidad, el abuso, la injusticia, la inseguridad, la venalidad de funcionarios, etcétera, entonces… ¿hay, en verdad, gobierno por acá? Queremos pensar que sí y que se puede ir más allá de esa dialéctica señalada, pero mientras se siga prolongando el ajuste de ciertos funcionarios… la duda (existencial) seguirá.