Musas y museos

Siempre son necesarios espacios para las artes, en esta vorágine de acontecimientos y “normalidades” nada gratos que nos envuelven como sociedad. Un nuevo museo abrió sus puertas esta semana en San Luis Potosí, dedicado a la artista plástica Leonora Carrington (1917-2011), nacida en Inglaterra y nacionalizada mexicana. En lo que fuera la penitenciaría del estado, hoy Centro de las Artes, hay una nueva casa para las musas.

Además de a la pintora, dicho museo está dedicado al movimiento surrealista, una de las principales vanguardias de principios del siglo XX. A la par del museo se plantea un centro de estudios y posibles publicaciones. Las esculturas de bronce y los cuadros oníricos de la artista se unen al paisaje tantas veces surrealista de nuestro estado.

Museo es, según la definición oficial, “una institución al servicio de la comunidad y su desarrollo”. Un acontecimiento de este tipo puede abordarse desde múltiples puntos de vista. Abre preguntas y proyectos. Todo museo tiene tintes políticos, sociales, económicos, históricos y de comunicación. Se elige o se crea un espacio, se opta por una obra, se da en un momento histórico (y político, por supuesto), se elige una forma de recorrer ese espacio, se le asignan recursos, se le da un nombre y una personalidad. Dice Eduardo Subirats en El País:

“El museo como espacio arquitectónico ilustra la gloria de un poder político que sólo puede aspirar a una grandeza y una identidad nacionales allí donde sus designios se unen a los de un proyecto cultural. Por eso mismo, los museos son el orgullo de una ciudad y hasta de un pueblo, y en sus salas, iluminadas o sombrías, se encierran como en un sortilegio sus sueños y esperanzas, las aspiraciones de su más alta espiritualidad”.

Los museos, como templos para las musas, pueden ser oficiales (nacionales, municipales o estatales) o privados (el Soumaya, por ejemplo), de sitio (en zonas arqueológicas) o comunitarios (Tamaletom, en la Huasteca). Los hay famosos y escondidos, con grandes presupuestos o impulsados por cariño y amor propio.

Los hay producto de ocurrencias y los hay con una planeación larga y a conciencia. En la Ciudad de México, el de Frida Kahlo atrae peregrinaciones de todo el mundo y el de la Acuarela puede recorrerse en santa paz, a pesar de su superioridad artística.

Según la mitología griega las musas eran hijas del poder y la memoria: Zeus y la titán Mnemosine procrearon a nueve diosas, cada una con potestad sobre un arte, dadoras de inspiración para unos y compañía para otros. Eran Calíope (poesía épica), Clío (historia), Erato (la elegía), Euterpe (música), Melpómene (la tragedia), Polimnia (la retórica), Talía (la comedia), Terpsícore (la danza) y Urania (la astronomía). Su fuerza, nos dice Jean-Luc Nancy en su libro Las musas, es “a la vez, de separación, aislamiento, intensificación y metamorfosis”.

Se dice que no podían faltar en las fiestas del Olimpo, pero vivían en el monte Helicón, entre fuentes y ríos. El hechizo, ante todo. Fueron al principio consideradas parte de las ninfas, espíritus de la naturaleza que habitaban en o cerca de lagos y ríos. Inspiraban, pero —como nos cuenta el escritor y editor Roberto Calasso en el ensayo La locura que viene de las ninfas— podían hacer perder la razón hasta a los dioses. No era extraño que alguien sufriera de ninfolepsia, un rapto místico y sensual que lo alejaba de la raza humana.
Prosigo con Subirats:

“Tenemos frente a nosotros una magnífica oportunidad: la de repensar, reformular y remodelar la idea y el ideal de nuestros museos. Un trabajo que está más allá del esfuerzo silencioso de curadores y restauradores o de la voluntad generosa o avara de instituciones y administraciones […] Se trata, […] de convertir el museo en un espacio para la reflexión y la comunicación y en un centro de creación. Algo así como abrir sus puertas regias para la reentrada de las musas.

Por eso nos gusta ver en sus salas el bullicio de las huestes curiosas de turistas, los anuncios de conferencias y películas, los discursos entrecortados de guías y comentadores, el acoso de las cámaras y hasta el refrigerio monacal de sus pequeños restaurantes. Y por eso evitamos las citas burocráticas de los museos concebidos como representación del poder, como mausoleos de obras ignoradas, como los inaccesibles subterráneos de recuerdos del mundo, enterrados bajo la pretendida grandeza del silencio”.

Según el Sistema de Información Cultural (SIC) hay 1310 museos en México, y en promedio tocan 85,753 habitantes para cada uno. La Ciudad de México es la segunda en el mundo con más museos, sólo superada por Londres. Hay 30 museos en San Luis Potosí. De estos 14 están en la capital del estado, dos en Rioverde, dos en Ciudad Valles y uno en cada uno de once municipios. Los otros 44 no tienen museo propio, aunque pronto Xilitla también tendrá… dedicado a Leonora Carrington.

Las condiciones de algunos museos municipales o comunitarios son tema para una columna completa, para un reportaje. Emociona ver fotos, documentos, objetos que salieron del baúl de los abuelos y apuntan a ese arte hijo de la memoria, aunque muchos surgieron y se mantienen gracias a los viejos del pueblo, a algunos entusiastas de la historia sin apoyo oficial, o con lo mínimo.

Solo 39.6 % de la población potosina había ido a un museo en el año 2010, de acuerdo a la Encuesta nacional de hábitos, prácticas y consumo culturales, hecha por el entonces Conaculta. Las principales causas para no asistir: “están muy lejos” y “falta de tiempo y dinero”. La cuarta causa: “no le interesa”.

Las musas requieren templos, pero vivos. Les gustan los palacios pero también andar en la calle, en los pueblos. Quieren platicar. Juegan, ríen.

Posdata: en abril abrirá un nuevo módulo del taller de Iniciación a la Escritura en el Centro de las Artes, los sábados. Además, ofrecemos entre semana, por las tardes, un taller presencial literario y otro intensivo (de unas tres sesiones) para tallereo de textos académicos (tesis y artículos). Si no nos ponemos de acuerdo, ponemos a su consideración asesorías y tallereo personalizados o a distancia. La cosa es dialogar con las musas.

Correo: debajodelagua@gmail.com
Web: http://alexandroroque.blogspot.mx