Despejan 12 enigmas antes de declarar santo a Pablo VI

Despejan 12 enigmas antes de declarar santo a Pablo VI

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El Vaticano investigó a fondo y despejó 12 enigmas de la vida de Giovanni Battista Montini, el Papa Pablo VI, antes de avanzar con el proceso que lo llevará al honor de los altares este domingo 14 de octubre, cuando Francisco lo declare santo de la Iglesia.

Estos “puntos críticos”, bautizados también como “cuestiones selectas”, incluyeron -por ejemplo- su relación con el dictador español Francisco Franco y los rumores de su homosexualidad, inventados por grupos fascistas y enemigos que tenía en el Vaticano.

“No escondimos nada, incluimos todo. Incluso las minucias”, reveló en entrevista con Notimex Guido Mazzota, relator “ad causam” (algo así como juez instructor) del proceso de canonización del Papa que guió a la Iglesia entre 1963 y 1978.

“Valía la pena ser opositores de Pablo VI, se hacía carrera”, agregó Mazzota, responsable de identificar y despejar, con la ayuda de teólogos e historiadores, aquellos aspectos misteriosos.

Entre estos destacan cuestiones como la encíclica “Humanae Vitae”, que cosechó clamorosas oposiciones; el llamado “catecismo holandés”, considerado entonces “modernista”; y su recomendación al libro “Humanismo integral” de Jacques Maritain, entonces muy cuestionado en diversos ambientes católicos.

Para explicar el problema español fue elegido el sacerdote e historiador Vicente Cárcel Ortí, quien preparó un voluminoso informe que se sumó a las actas del proceso.

“Me pidieron un estudio sobre las relaciones que tuvo Pablo VI con España durante su pontificado. España quiere decir el jefe del gobierno, el gobierno, la nación, los obispos, es decir todo el conjunto”, contó el sacerdote, en entrevista con Notimex.

Todo partió del famoso telegrama que el entonces arzobispo de Milán, Montini, le dirigió a Franco para implorarle conmutar la pena de muerte dictada contra Julián Grimau, exponente del Partido Comunista. Aquella solicitud no surtió efecto y 20 de abril de 1963 fue ejecutado.

Dos meses después, el 21 de junio, el cardenal se convirtió en Papa. “La noticia de la elección de Montini como Papa, al gobierno (de Franco) no le cayó bien en ese momento, tanto que se había desencadenado en España una campaña de prensa contra el cardenal, en junio de 1963”, relató Cárcel Ortí.

Pero aquel episodio no afectó la posterior relación personal entre el obispo de Roma y el jefe de Estado español. Pablo VI decidió separar los planos.

A Franco le reservó un trato respetuoso, reconociéndole lo hecho durante la guerra por la Iglesia. Pero ante su régimen siempre fue muy crítico. “Él era un democrático y quería para España una democracia”, añadió el historiador.

“Mi tesis fue que Pablo VI se adelantó más de 10 años a la transición política que tuvo lugar después, él empezó a renovar el episcopado español pidiendo a los obispos que se abrieran a la democracia pensando en el futuro porque todo el mundo sabía tendría los días contados cuando llegara la hora”, continuó.

Al respecto, Mazzota estableció: “Como se habla de la santidad del Papa y no la de Franco, debíamos ver si la relación que Pablo VI había instaurado con España era virtuosa, cristiana, evangélica o no. Esta fue la pregunta que se debía hacer”.

“El Papa y Franco mantuvieron una relación muy respetuosa, jamás Pablo VI hizo pesar la negativa anterior. Probablemente dentro de sí pensaba distinto porque él era antifascista por cuestión cultural y educación familiar”, ponderó.

Hombre de diálogo, prodigioso formador y director espiritual, condujo el Concilio Vaticano II a su conclusión. Afrontó sus consecuencias, empeñándose en evitar la ruptura.

Asistente por años de la Federación Universitaria Católica Italiana (FUCI), inspiró toda una generación de jóvenes políticos. Incluido el primer ministro Aldo Moro.

Tal era la amistad que los ligaba, que el Papa confesó su deseo de entregarse él mismo a las comunistas Brigadas Rojas, si eso le aseguraba a su amigo la libertad del secuestro al cual lo habían sometido los terroristas en 1978 y del cual no sobrevivió.

“Podemos decir que temía las masas, no era el hombre de las masas, pero era el hombre del coloquio personal. Los testimonios más bellos sobre su vida fueron las brindados por quienes hicieron dirección espiritual con él”, destacó Mazzota.

En total, durante todo el proceso de canonización, fueron escuchados 193 testigos y se escribieron seis gruesos volúmenes, además de una biografía crítica documentada. “Toda la experiencia humana y espiritual del Papa ha sido revisada”, insistió.

Recordado como el Papa de encíclicas como “Eclesiam Suam” (1964), el programa de su pontificado; y “Populorum Progressio” (1967), sobre la necesidad de promover el desarrollo de los pueblos; fue también el primero en realizar viajes de gran impacto global.

En 1964 se convirtió en el primer Papa que pudo pisar Tierra Santa en peregrinación y, en 1968, cumplió una gira a Latinoamérica, con la visita a Bogotá para la inauguración de la sede del Consejo Episcopal Latinoamericano.

Fue el primer Papa en no ser coronado, renunció a la silla gestatoria (aunque debió retomar la tradición por cuestiones logísticas), condujo el Concilio Vaticano II hasta su conclusión, en medio de no pocas insidias, y plasmó aquella intuición en las asambleas del Sínodo de los Obispos, que aún perduran.

El Papa Francisco lo declarará santo este domingo, en una ceremonia en la cual reconocerá también a Oscar Arnulfo Romero, el “obispo de los pobres”, a los sacerdotes italianos Francesco Spinelli y Vincenzo Romano, a las religiosas María Caterina Kasper y Nazaria Ignazia March Mesa, y al joven Nunzio Sulprizio.