Rafael Coronel, el artista que retrató al ser humano sin adornos

Rafael Coronel, el artista que retrató al ser humano sin adornos

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Diego Rivera le ponía alcatraces a las figuras humanas que pintaba, David Alfaro Siqueiros las acompañaba de banderas y José Clemente Orozco de llamas. El zacatecano buscó enfatizar lo humano sin aliños bajo la influencia de Rembrandt, en fisonomías hechas solo de luz y de sombras.

El pasado 7 de mayo el mundo del arte sufrió la pérdida de uno de los grandes exponentes de la segunda mitad del siglo XX, el pintor Rafael Coronel murió a los 87 años de edad, así lo anunció en su red social su hijo, el historiador Juan Coronel Rivera. 

¿Quién fue este artista merecedor de un homenaje y despedida en el Palacio de Bellas Artes?, ¿cuáles fueron sus aportes a la pintura mexicana?, ¿existe una propuesta creativa más allá de sus comerciales personajes de sombreros puntiagudos?

Rafael Coronel Arroyo nació en la ciudad de Zacatecas en 1931. Hermano menor del también pintor Pedro Coronel, aseguraba que dedicarse a la pintura no era una opción, ya que fue testigo de la precaria situación económica que vivió Pedro en sus inicios por hacer del arte su profesión. Rafael llegó a afirmar que “...en aquel tiempo los pintores jóvenes no comían de la pintura; ni los viejos, que además de pintar tenían que dar clases en las academias.” A los 20 años su más grande anhelo era convertirse en futbolista, sin embargo, se mudó a la Ciudad de México con la intención de estudiar arquitectura para beneplácito de sus padres.

Pero otro era el camino reservado para el incipiente artista. Tan sólo un año después de su llegada a la capital, ganó el Concurso de Artes Plásticas del Instituto Nacional de la Juventud Mexicana con su obra denominada Mujer de Jerez, (1952), se hizo acreedor a una beca para ingresar a la Escuela de Pintura y Escultura “La Esmeralda”. Desde ese momento su vida giró en torno a la pintura. A los pocos meses abandonó las clases por desavenencias con su profesor, pero nunca dejó de aprender, continuó de manera autodidacta con el apoyo de Inés Amor, quien dirigía la Galería de Arte Mexicano. 

A los 28 años tuvo su primera exposición en el Palacio Nacional de Bellas Artes en 1959. En la Bienal de Tokio, Japón se le otorgó el primer lugar por su pieza Muerte de la libélula, en 1975. Su trayectoria fue amplia, participó en más de 100 exposiciones colectivas y 50 individuales, tanto nacionales como internacionales. Entre los espacios que destacan por su importancia son: la Bienal de San Paulo, Brasil; el Castello Sforsesco en Milán, Italia; el Museo Real de Arte de Bruselas, Bélgica; el Museo de Arte Moderno de Nueva York en Estados Unidos, y en el Palacio Nacional de Bellas Artes y el Museo de Arte Moderno en México.

La maduración artística del menor de los hermanos Coronel camina a la par del desarrollo plástico en México, que va del nacionalismo a una predominante cuestión expresiva. Una década antes del nacimiento del pintor zacatecano, José Vasconcelos impulso su proyecto de construcción cultural desde la Secretaria de Educación. Se destacó el trabajo de Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco por representaron “lo mexicano” resaltando el pasado indígena, la historia y las clases populares en murales, que fueron el medio educativo y concientizador ideal para promover el cambio político y social en el México posrevolucionario. 

El muralismo de la Escuela Mexicana de Pintura dominó la escena artística durante la primera mitad del siglo XX, eclipsando el trabajo de artistas que exploraban temas distintos al nacionalista, clima en el que incursionó el joven Rafael y del que también se vio influenciado en una temprana etapa de su producción artística.

Hacía 1950 un conjunto de artistas diversificó su búsqueda expresiva y conformó un movimiento desarticulado y sin un proyecto concreto que se ha denominado “La Ruptura”. Resultado de una polifacética experimentación individual con particulares exploraciones técnicas y conceptuales. Esta generación, con la que se relaciona al hoy finado Rafael Coronel, significó una transición en los cánones que había planteado la Escuela Mexicana de Pintura. Algunos de los artistas que conformaron este parteaguas son: José Luis Cuevas, Pedro Coronel, Ricardo Martínez, Vicente Rojo, Francisco Toledo, Lilia Carrillo, Mathías Goeritz, Gunther Gerzo.

Las primeras obras de Rafael coinciden con algunos parámetros de la Escuela Mexicana de Pintura al representar “lo mexicano” pero se distingue por su carácter universal al mantener su composición desprovista de cualquier elemento innecesario. En palabras de su creador su intención era “...mostrar al ser humano latinoamericano sin ponerle adornos como Diego Rivera, que le ponía alcatraces, o David Alfaro Siqueiros banderas, y José Clemente Orozco llamas. Cuando dejas la pintura sola es cuando llegas al énfasis humano más alto, a la representación más pura del hombre, como los retratos de Rembrandt, que no tienen más que luz y un poco de sombra...”

La siguiente etapa pictórica de Coronel se sitúa en el abstraccionismo y se nutre de corrientes internacionales del arte que se sirven de la forma, la línea y el color en su estado más simple. El zacatecano siguió esta tendencia pero agregó un elemento distintivo al proponer retratos y autorretratos, que distan mucho de ser meras representaciones de la realidad, por el contrario, los rostros compuestos por figuras geométricas nos brindan sensaciones que dejan ver el mundo interior del autor. 

Al cabo de un tiempo, estos recursos no fueron suficientes y Coronel se alejó de la abstracción para reencontrar a la figura humana más figurativa siempre bajo una singular percepción de la realidad. Los personajes que capta en el lienzo reflejan su locura o desesperación cargadas de un trasfondo social que los sitúa como marginados de diferentes estratos. 

La etapa madura de Rafael Coronel encuentra un lenguaje propio que establece un diálogo fluido con sus pensamientos y que le brinda la posibilidad de materializar sus emociones en personajes que interactúan sobre fondos con pocas variaciones de color, que enfatizan la expresividad del rostro y la postura del cuerpo, influencia directa de Rembrandt, Vermeer o Caravaggio. Rafael se refería a sí mismo como un pintor del siglo XIX: “Siento como si tuviera miles de años, ¿no te parece que soy bastante viejo? Con esa idea pinto”.

Coronel propone al ser humano como eje central de su pintura, el hábil manejo de la sombra y la luz agrega la tensión requerida en la pieza para completar la intencionalidad. Sin duda, un retorno a las fuentes clásicas de la pintura que cuestiona el desarrollo progresivo del arte. La interacción teatral de los personajes son metáforas de la psique humana, sus expresiones faciales proyectan dolor, soledad o perversión que simplemente externan estados internos posibles para cualquiera que observa sus creaciones.

En las últimas décadas se dio una excesiva comercialización de sus piezas a través de serigrafías y giclées que contenían personajes místicos con sombreros picudos, máscaras y togas, que no son más que una mínima prueba del potente discurso visual que logró configurar. Los personajes de Rafael Coronel perturban el estado emocional e invitan a una reflexión tan dramática como profunda, en un ambiente de tenebrosidad monocromática. Los escasos elementos que incluye en sus cuadros son los estrictamente necesarios para lograr sus metáforas psicológicas. 

San Luis Potosí fue receptor de su obra en distintos tiempos y recintos. “Obras selectas” de Rafael Coronel tuvo lugar en el Caja Real en el 2011. La exposición retrospectiva “Retrofutura” tuvo espacio en el Museo de Arte Contemporáneo en 2012. Recientemente, una espléndida pieza formó parte de la exposición “Acervos Artísticos de la Nación en custodia de la SHCP” que se presentó también en el Centro Cultural Universitario, la pintura “Los dos hermanos o nocturno de Jerez”, es una imagen que no pertenece ni a la realidad ni al sueño, como bien lo señaló el escritor Salvador Galindo, sus piezas habitan “… esa zona intermedia entre una y otro en que parecen sueños, pero son reales, en que parecen reales, pero son soñadas.”