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Oxford, Reino Unido (EFE).- La última novela del indio-británico Salman Rushdie recrea las aventuras de un Don Quijote contemporáneo que recorre los Estados Unidos de la era de Donald Trump como si fueran La Mancha de Miguel de Cervantes, con un pie en la ficción y otro en la realidad.
En la presentación este martes de "Quichotte" en el teatro Sheldonian de Oxford (Reino Unido), Rushdie, de 72 años, arrancó risas al público en diversas ocasiones al leer fragmentos de su novela número catorce, repleta ingenio, crítica social y referencias a la cultura popular.
El hidalgo caballero que protagoniza la reelaboración de Rushdie del clásico de la literatura española es un hombre maduro, de origen indio, que ha comenzado a perder el contacto con la realidad tras abandonar su trabajo como comercial de una farmacéutica.
Desorientado, este "hombre ordinario", tal como le describe el autor, se refugia en la telebasura y comienza a creer que conoce a las personas al otro lado de la pantalla.
Su Dulcinea, en este caso, será una estrella de Bollywood que ha triunfado en la televisión estadounidense. Su obsesión por ella le hará levantarse del sofá y lanzarse a una aventura en la que cruzará el país con el objetivo imposible de conquistar el corazón de su amada.
El viaje quijotesco que propone Rushdie no es solo un desplazamiento físico a través de la América rural, sino también una exploración moral.
"Esta búsqueda no es solo un periplo desde el Medio Oeste hasta Nueva York. Es al mismo tiempo un viaje espiritual. El protagonista quiere convertirse en una persona mejor", describe el escritor.
Como en la obra de Cervantes, el personaje principal, bautizado como Ismail Smile, va acompañado de Sancho. Su fiel escudero, sin embargo, es en esta ocasión un escurridizo personaje imaginario: el hijo que el nunca tuvo.
Junto a Sancho, que pronto adquiere personalidad e ideas propias pese a no existir -ni siquiera en la ficción-, este moderno Quijote se enfrenta en su camino con algunos de los problemas más actuales de los Estados Unidos, como el racismo y la plaga de los opioides.
La realidad y la ficción no solo se entremezclan en la mente del personaje, sino en la propia narración del autor.
"Le propuse a mi hijo hacer un viaje por carretera. Íbamos a hacer más o menos la misma ruta que en la novela, pero luego cambié de idea. Pensé que iba a ser demasiada realidad, mejor inventar los lugares sobre los que iba a escribir", declaró Rushdie.
"En muchos lugares de este libro he estado, pero otros son inventados", apostilló.
Para el escritor, el formato de "novela de carretera" tiene la ventaja de que el paisaje y los escenarios van evolucionando a medida que desarrolla la trama.
"El libro va cambiando todo el tiempo, igual que ocurre en la vida, en un viaje. Cada lugar al que vas te ofrece una experiencia distinta", señala el escritor. Algunas partes de la novela son similares a la "ciencia ficción", y otras son "naturalistas", detalla.
No es la primera vez que Rushdie retrata la sociedad contemporánea de Norteamérica. Su anterior novela, "The Golden House" ("La decadencia de Nerón Golden", 2017), abordaba la polarización política en Estados Unidos y anticipaba la llegada al poder de Trump.
El autor indo-británico, que además de novelas ha firmado ensayos y libros infantiles, nunca se ha alejado de los temas políticos y sociales durante su prolífica carrera.
Ha recibido numerosos premios literarios, y su último libro, que se publica esta semana en el Reino Unido, ha sido ya aceptado como candidato al prestigioso Booker Prize.
Parte de su relevancia internacional, sin embargo, proviene de la polémica que levantó "Versos satánicos" (1988), vetada en parte del mundo musulmán, que consideró ofensiva la creación de un personaje basado en Mahoma.
En febrero de 1989, el imán iraní Jomeini proclamó a través de Radio Teherán una "fatwa" ordenando la ejecución de Rushdie, lo que le obligó entonces a vivir en la semi-clandestinidad, con medidas de protección.
Treinta años después de ese episodio, la vida del escritor, que reside en Nueva York, ha recuperado la normalidad. Su aparición en Oxford se anunció con días de antelación y las medidas de seguridad en el teatro Sheldonian fueron relajadas.
Con todo, aquella condena a muerte continúa despertando el interés del público, que le preguntó por ella en repetidas ocasiones al final del acto.
"La gente a la que no le gustó el libro ("Versos satánicos") tuvo su voz durante un tiempo. Creo que ahora es el momento de aquellos a quienes sí les gustó, señaló.
"Era un libro que se suponía que tenía que ser destruido, pero no está destruido, está disponible en múltiples idiomas y el autor todavía está aquí", dijo Rushdie entre aplausos del público.