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Entre la avalancha de videos sobre la gran trifulca que malogró el juego entre el Atlético de San Luis y el Querétaro, hay uno subido a redes sociales por un aficionado del equipo potosino que muestra las agresiones de la porra queretana a los aficionados potosinos que tenían debajo de ellos. Casi al final, muestra un detalle revelador sobre lo que sucedió y expone qué tan cerca se estuvo de una tragedia.
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Un joven vestido con camisa negra que a las espaldas portaba la palabra “Seguridad” que, apurado, pedía a los desesperados aficionados que bajaran a la cancha por una estrecha escalera. Eran decenas y en algunos momentos, se atropellaban.
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Luego llega una persona de traje que le reclamó por qué estaba permitiendo la entrada de aficionados a la cancha. “Ya no caben allá”, refiriéndose a la sección a donde los dirigían. “Córtale”, le exige para que ya no deje entrar a las personas a la cancha.
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“Ellos solos”, le responde el empleado de seguridad, explicando el poco control que tenía de la situación. “Allá tienes un espacio para pararlos”, se oye decir a quien parece su superior antes de que termine el video.
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La escena refleja claramente cómo las autoridades del estadio quedaron rebasadas y sin poder controlar ni siquiera el operativo de desalojo de los aficionados. La intención de detener el flujo de personas que escapaban de la agresiva afición queretana también muestra una insensibilidad peligrosa.
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También es riesgosa la actitud de las autoridades un día después del escándalo. Al alcalde Xavier Nava le bastó un tuit para cumplir con el trámite de emitir una reacción, mientras que el gobernador Juan Manuel Carreras se fue por la respuesta estándar: lamentar el hecho y prometer que se mejorará la seguridad.
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Más escandalosa resulta la actitud del jefe de la policía municipal, Edgar Jiménez, que poco le faltó para declarar un éxito la acción. Su colega de la policía estatal, Jaime Pineda, dijo que no se detuvo a nadie porque los agentes estaban apoyando a las familias.
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En suma, la autocrítica sigue siendo una asignatura pendiente para las corporaciones policiacas potosinas. Y sin ella, no es posible mejorar.
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El fallido operativo en el estadio Lastras acaparó la atención y sacó del reflector una información gravísima: con todo un trimestre por contabilizar, 2019 ya superó al año pasado en las cifras delictivas.
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Aún en la utópica e imposible posibilidad de que en octubre, noviembre o diciembre no se registrara ninguna denuncia, 2019 seguiría siendo peor año en materia delictiva.
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De ese tamaño es el fracaso de la estrategia de seguridad de las autoridades potosinas.
