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Atrás quedaron las dificultades comerciales provocadas por la incertidumbre de la entrada en vigor del Tratado México-Estados-Unidos Canadá (T-MEC), y los problemas que acarrea la falta de definiciones Incluso en los precios de los productos. Incluso ni la pandemia presente ha influido en el precio de los alimentos.
Sin embargo, el país está viviendo una contingencia sanitaria qué afecta a los animales y principalmente a las aves de corral. La situación reviste la mayor relevancia si los afectados son los principales animales proveedores de huevo para la dieta diaria de los mexicanos, y de la principal fuente de proteína.
Cuando se mueren gallinas por cientos de miles en las granjas, es una obviedad que la falta de los productos cárnicos y el huevo pegan directamente en la economía. De hecho desde hace un mes, los proveedores mayoristas de huevo comienzan a sufrir la falta de producción. Algunas veces las granjas productoras del país ya ni siquiera les contestan el teléfono. Aseguran que la gripe aviar está matando a los animales y también causando un boquete en las cadenas de producción y de suministros.
El alto costo del huevo por su escasez, curiosamente en nada se relaciona con la pandemia de coronavirus tipo COVID-19. Se trata de un problema zoosanitario que ninguna autoridad ha sabido resolver. La mortandad de gallinas ya empieza a dejar vacías las bodegas del Centro de Abastos. Los vendedores de huevo están obligados a guardar la sana distancia, y no precisamente por la urgencia del coronavirus, sino por falta de producto.
Aún así, el aviso de los bodegueros de que los precios no suben es importante, si se considera que en épocas de crisis aparecen comerciantes voraces de productos perecederos, que se aprovechan de la situación para tratar de alzar los precios de la misma forma en que sufren los pequeños comerciantes con proveedores de productos industrializados, éstos sí, precisamente por la falta de demanda y los problemas de disponibilidad de materias primas provenientes del extranjero.
Aún así, el fenómeno social que estamos viviendo podría denominarse con facilidad “el virus de la irresponsabilidad”, sobre todo por aquellos que por ignorancia insisten en mantener la cercanía de persona a persona en plena etapa de alerta. Por igual tianguistas que comerciantes y ciudadanos, circulan despreocupados por las calles y se aproximan unos a otros, sin importar la posibilidad de contagiarse de enfermedades virales.
En tianguis de las vías incluso ocurrió algo emblemático. Un vendedor de productos de charlatanería por igual ofrecía pomada de Diclofenaco y Naproxeno, que soluciones para el coronavirus. No es broma. En el altavoz que se escuchaba a más de un kilómetro a la redonda, el vendedor se refería a pomadas milagrosas que vende domingo a domingo en el lugar, y de un instante a otro a sus propios productos para el COVID-19.
Lo advertido está en práctica. La crisis sanitaria por igual deja la puerta abierta a la solidaridad de los potosinos, que a una oportunidad de negocio para aquellos que practican el engaño como su modo de vida, y como una manera ruin de ganar dinero utilizando para ello la angustia y la necesidad de las personas. En un tianguis atiborrado de gente, las medidas sanitarias son tan ajenas como para muchos de ellos la abierta imposibilidad de pagar impuestos y sumarse al padrón de contribuyentes, o vender productos que no causen más daño.
¡HASTA MAÑANA!