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Por años, las autoridades del gobierno han menospreciado las peticiones de ayuda para médicos que prestan sus servicios principalmente en zonas rurales. Si bien la mayoría trabajan para el sector público, también son blanco de la delincuencia que sentó sus reales en el estado de San Luis Potosí desde el año 2006, que no ha parado y que también contamina poco a poco el escenario político.
Precisamente la contaminación de la delincuencia es la que amarra las manos a las autoridades para actuar. Tomar decisiones es una de las tareas más difíciles; tanto, que ni siquiera existe un protocolo para proteger a personas vulnerables a la delincuencia en zonas urbanas y rurales. No nos referimos a los planes de acción ante hechos fortuitos como la incursión de asaltantes a restaurantes o algunos delitos de moda.
Se trata de casos históricamente vulnerables como la integridad de los profesores rurales, de brigadistas y alfabetizadores y de profesionistas tales como los médicos y trabajadores de organismos como la Comisión Federal de Electricidad. Acudir a una comunidad alejada a prestar un servicio es el equivalente a cruzarse en el camino con personas ligadas a la delincuencia.
En la entidad hay caminos intransitables de noche y para muestra los que se encuentran alrededor del Altiplano Sur, y en particular los más próximos al Estado de Zacatecas, los caminos estatales que conectan Salinas de Hidalgo y Santo Domingo, caminos vecinales y carreteras en Villa de Ramos y la conexión directa entre la cabecera municipal de Santo Domingo y Charcas. Si los médicos no sufren un asalto al menos pasan un mal rato.
La penetración de la delincuencia en los municipios, sin duda ha pegado al sector salud. De pronto aparecen cosas raras y de dudoso origen en Real de Catorce, Matehuala, Villa de Guadalupe y Salinas, y con ella y los capitales nacidos de la nada, se ven atraídos los delincuentes por paraísos fiscales, que frecuentemente van ligados a la adquisición de dinero fácil para instalar negocios, comprar ranchos y ganado, construir otros tales como hoteles y en el más miserable de los casos, recurrir al robo y los asaltos a quien se encuentran en el camino. Médicos suelen ser víctimas frecuentes.
Bien valdría la pena que los cuerpos de policía escuchen a los médicos tanto de sector público como privado, para reforzar el replanteamiento de estrategias.
Sin embargo, si tenemos funcionarios públicos con problemas de comprensión lectora, con toda seguridad a pocos se les va a ocurrir una estrategia, sencillamente porque no leen las noticias o las malinterpretan. Bueno, al menos así ocurrió en el sexenio federal pasado.
¡¡HASTA MAÑANA!!