Fiscalía sin dinero... ni resultados Policías ¿cómplices?

Los gobiernos de proximidad, estatal y municipal tanto de San Luis Potosí como de Soledad de Graciano Sánchez, preparan la entrega-recepción de sus respectivos grupos de administración pública. Sin embargo, hasta ahora es muy poco lo que se sabe del contenido de los libros blancos, del estado que guarda el contrato de personal, de los progresos de los pendientes en materia jurídica, de los estados financieros, de las cuentas por pagar, y principalmente de la obra pública.

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En el caso de este último aspecto, pocos gobernadores han dejado un legado duradero con resultados permanentes. Es cierto que en el actual gobierno se consolidó la implementación de un sistema de justicia penal, oral y adversarial, del que nuestro presidente de México ya quisiera deshacerse, sobre todo por lo que se refiere al principio de presunción de inocencia. También es cierto que se queda la infraestructura en materia de seguridad para vigilar a distancia la vía pública, con un sistema un poco más moderno de trabajo. Se quedan inmuebles para centro de justicia para niñas, niños y adolescentes; además, se quedan allá no sabemos qué tan autónoma Fiscalía General del Estado.

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Sin embargo, nacieron diversas instituciones que carecen de uñas y dientes, se fue todo el sexenio en tratar de desglosar y redefinir una y otra vez un sistema anticorrupción que nunca terminó siquiera de ser útil. Su fiscalía especializada se quedó como un elefante blanco, y todo parece indicar que así, como floreros, permanecen en el centro de una mesa, las salas de Ministerio Público de asuntos generales. Dicen que no tienen presupuesto, pero mucho del trabajo de investigación requiere de estrategia y desarrollo intelectual, más que de unos pesos en la bolsa. Las fiscalías mexicanas del sistema penal actual, se encuentran muy lejos de ser autónomas, y tener la estatura moral deseada.

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La construcción jurídica y física de la Fiscalía General del Estado de San Luis Potosí, se basó en la delegación de nuevas funciones al mismo personal que ya desempeñaba labores en la Procuraduría General de Justicia del Estado. Así llegaron a la Fiscalía, con su experiencia tradicional, con el reto de capacitarse para el sistema acusatorio... y con los mismos círculos viciosos. De poco habrá funcionado otorgar autonomía a una fiscalía que de entrada está montada en una estructura vieja. No sólo necesitará dinero. También le urge una reestructura generacional.

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Es más, el grado de desconfianza es tal, que la ciudadanía no confía en formular una denuncia por un hecho delictivo que le afecta, porque ya perdió las esperanzas de la eficacia de un organismo público que se presume es autónomo, y por lo tanto, de dar con el paradero de los delincuentes. El grado de cinismo es tal, que a estas alturas, a los ladrones ya no les importa si los graban en video. Para muestra, dos casos: el robo del cable en el equipo de bombeo del pozo “Tangamanga 2”, que dejó sin agua a miles y el sistema penal involucra sanciones tibias, y la existencia de una banda de ladrones en la Colonia Industrial Aviación, que asaltan y roban en las viviendas y automóviles, y la intervención policial de los responsables del área, parece más bien diseñada para proteger a los que dañan el patrimonio.

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La preparación de los policías operativos respecto a su papel de primeros respondientes, es una arma de doble filo si un ciudadano inocente cae en las garras de un ladrón. Si el policía protege al ladrón, o se acobarda y no quiere aparecer en una audiencia de imputación, sencillamente niega la atención a los ciudadanos con múltiples pretextos. Obviamente, los que conocen de leyes, saben que esos policías no están para proteger a la ciudadanía.

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¡HASTA MAÑANA!