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Las cúpulas

De lo perdido...

Por Jaime Hernández

Abril 27, 2025 03:00 a.m.

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No hay tema más incómodo para las instancias gubernamentales que la difusión de estadísticas relativas a la inseguridad.

Y es que, aún en las raras ocasiones que se presentan disminuciones en ciertos delitos, casi siempre hay otros datos negativos, lo que revela es que la magnitud del problema de la actividad criminal es tal que no importan los esfuerzos por controlarla; Y al mismo tiempo, descubre ineficiencias y fallas de las autoridades.

El escenario es general. Podemos ver violentos narcobloqueos en carreteras federales, enfrentamientos en los municipios y robos en el Centro Histórico y el gobierno federal, la administración estatal y el ayuntamiento van a coincidir en la presunción de que la paz reina en sus respectivos ámbitos.

Pero a veces, cuando la realidad es tan dura que dificulta la defensa de esas posiciones, las autoridades incurren en groseros torcimientos de los números oficiales para obtener algo que presumir.

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Fue lo que ocurrió en la semana que concluyó tras la publicación de la primera entrega del año de la Encuesta Nacional de Seguridad Urbana (ENSU), que trimestre a trimestre publica el Instituto Nacional de Estadística y Geografía.

El dato central es la proporción de la ciudadanía de acuerdo a la percepción de inseguridad que tienen con respecto al municipio en que habitan.

La reacción de las autoridades municipales cada vez que se presenta el estudio estadístico varía en función de los resultados.

En octubre de 2024, la alcaldía capitalina celebró directamente el dato específico de la percepción de inseguridad de la ENSU. En esa ocasión, la encuesta señaló que el 68.5 por ciento de la población capitalina se sentía insegura.

A algunos les parecerá incomprensible que casi siete de cada diez ciudadanos se sientan inseguros en el municipio en que viven sea un hecho digno de celebración, pero la alcaldía tomó el otro dato de la estadística, el 31.5 por ciento que dijo sentirse seguro, para presumir que ese año era el de mejor percepción de seguridad desde que había arrancado en 2021, pues se registraron tres trimestres al hilo con menos de 70% de percepción negativa, aunque ya se perfilaba un alza.

Y desde luego, tomó el crédito, pues la situación fue considerada un reflejo de que “la estrategia de inteligencia social y proximidad social que ha implementado la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) del Ayuntamiento de San Luis Potosí ha resultado efectiva”.

Pero ¿qué sucede cuando ocurre lo contrario? En enero de este año, se difundió el último reporte de 2024, que reveló un alza en la percepción de inseguridad al 71.9%.

Oficialmente, la alcaldía obvió en su comunicado oficial sobre el hecho, el incremento con respecto al trimestre anterior, pero sí refirió la baja de 1.5% con respecto al mismo periodo de 2023, cuando el indicador fue de 73%. Pero como una baja de 1.5% no es muy lucidora, la alcaldía tuvo que acudir hasta 2020 para encontrar un porcentaje más favorable, de 21%.

Cabe destacar que, aun siendo considerado resaltable el dato, los boletines municipales se concentran en el porcentaje de mejora, pero nunca mencionan el dato directo, pues éste siempre refleja que es una minoría la población que considera al municipio seguro y, en contrapartida, la mayoría percibe lo contrario. 

Así llegamos al primer trimestre de 2025. En los dos comparativos, trimestral y anual, hubo deterioro, de 0.5% y de 6.7 por ciento. Pero lo peor para el ayuntamiento es que, con un 72.4 por ciento de percepción de inseguridad en la ciudadanía, se hacía imposible buscar algo que presumir en esa dirección.

Y sin embargo, el ayuntamiento capitalino lo encontró; de un modo retorcido y entreverado, pero lo hizo.

El 22 de abril pasado, cuando se reveló la encuesta, el ayuntamiento publicó un comunicado en el que presumía que “el Gobierno de la Capital de San Luis Potosí, que encabeza el presidente municipal Enrique Galindo Ceballos, ocupa el 5º lugar en eficacia en el ranking de ciudades capitales, de acuerdo con los resultados de la Encuesta Nacional de Seguridad Urbana (ENSU-INEGI), del primer trimestre de este año”. 

En un segundo término quedó la percepción de inseguridad que “se mantiene prácticamente sin cambios respecto a diciembre de 2024” (cuando la baja fue de 0.5%).

Y recurre al dato de 2021 para señalar que el indicador se redujo 14.2% y muestra, pese a que  la tendencia es alcista, propicia “una mejora sostenida desde ese año”.

Ya se mencionaron los “asegunes” del manejo que dio la alcaldía al indicador de percepción de inseguridad.

En cuanto al quinto lugar nacional de eficacia, básicamente es la misma situación, aunque en este caso, la alcaldía capitalina se esforzó en fabricar (en el sentido literal del término)

 la narrativa.

Además del reporte donde ofrece los datos básicos, el Inegi acompaña alguna de sus encuestas con una serie de tablas de Excel, llamados tabulados, en los que ofrece mucha más información al interesado en buscarla. 

Es ahí donde se revelan las inconsistencias municipales en el intento de elaborar un escenario favorable a sus intereses.

De inicio, el Inegi no realiza una medición sobre la “eficacia” de las alcaldías. El tabulado 9, fuente específica de los datos, versa sobre “la percepción de los principales problemas y la efectividad de la autoridad para resolverlos”, y mide esa efectividad en la tabla 9.6.

La misma tiene dos reactivos sobre la percepción de los encuestados: si piensan que el gobierno de su ciudad es “muy o algo efectivo”, que sería la medición positiva, o “poco o nada efectivo”, un indicador negativo.

Como ocurre en el caso del valor específico de la percepción de inseguridad, en el comunicado municipal de marras, no se menciona la cifra, que es, en el sentido positivo, de 40.1 por ciento.

Cuatro de cada diez capitalinos consideraron en el primer trimestre del año que el gobierno capitalino es “algo o muy efectivo” a la hora de resolver problemas. En contraparte, seis de cada diez no lo creen así.

Y no es que la capital potosina sea la excepción. De las 91 zonas urbanas sondeadas por el Inegi, apenas cuatro rebasan el 60%, y ninguna llega al 70 por ciento. A la que menos peor le va es Piedras Negras, Coahuila, que alcanza un 66.8% de tendencia positiva.

Aquí se empieza a adivinar el segundo truco del comunicado: si los municipios mejor evaluados son 4, con calificaciones que oscilan entre el 60% y el 66% de opinión favorable, ¿cómo puede una localidad que tiene al menos 20 puntos porcentuales de desventaja ser el quinto lugar?

Y sin embargo, el boletín no miente, gracias a una licencia semántica. Hay que remitirse otra vez a la entrada del multimencionado boletín: “el Gobierno de la Capital de San Luis Potosí, que encabeza el presidente municipal Enrique Galindo Ceballos, ocupa el 5º lugar en eficacia en el ranking de ciudades capitales”.

Efectivamente, al remitirse sólo a las capitales estatales, San Luis ocupa el quinto sitio. La superan Querétaro, Mérida, Saltillo y Monterrey.

Ninguna de estas metrópolis logró estar entre las 4 que superaron el 60%: Piedras Negras (66.8%), San Pedro Garza García (61.4%), Apodaca (61.3%) y Ciudad del Carmen (60.4%).

Entonces, ¿cuál es el sitio que ocupa la capital potosina entre las 91 ciudades sondeadas? El lugar 16, mucho menos glamoroso que un  quinto lugar. Once ciudades que no son capitales, (entre ellas Ixtapa, Guerrero; Escobedo, Nuevo León y Nuevo Laredo, Tamaulipas) y las cuatro que sí lo son, salieron mejor evaluadas que la alcaldía potosina.       

Eso es lo que hay detrás de la afirmación de que San Luis capital está en el “Top 5 en eficacia” en al ENSU: una categoría inexistente, con calificaciones que deberían dar pena en lugar de orgullo y una supuesta alta posición en un ranking forzadísimo.

Agarrarse de lo que sea, antes de reconocer un resultado mediocre.