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Algunos candidatos republicanos proponen acciones bélicas contra México para detener el fentanilo

Tienen a un presidente que se hace de la vista gorda ante lo que está sucediendo en México.

Por AP

Octubre 08, 2023 09:37 p.m.

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Ron DeSantis quiere que los presuntos traficantes de drogas en la frontera entre Estados Unidos y México sean muertos a tiros. Nikki Haley promete enviar fuerzas especiales estadounidenses al país latinoamericano. Vivek Ramaswamy ha acusado al presidente mexicano de tratar a los cárteles de la droga como si fuera su “sugar daddy” y dice que, si es elegido presidente, “habrá un nuevo daddy (papá) presente”.

Donald Trump —el favorito para obtener la nominación republicana de 2024, y durante mucho tiempo la persona que ha dado forma a la retórica de su partido sobre la frontera— ha culpado frecuentemente a México de los problemas en Estados Unidos, y promete nuevos usos para la fuerza militar y acciones encubiertas si regresa a la Casa Blanca.

Muchos de los aspirantes a la candidatura presidencial republicana dicen que llevarían a cabo posibles acciones bélicas contra México en respuesta al tráfico de fentanilo y otros opioides sintéticos. Más de 75.000 personas en Estados Unidos murieron el año pasado por sobredosis de opioides sintéticos, una cifra anual más de 20 veces mayor que hace una década.

El antagonismo de los candidatos hacia México es recibido con beneplácito por algunas familias que han perdido a seres queridos a causa del fentanilo, y que alegan que Washington no ha hecho lo suficiente para abordar la peor crisis de drogas en la historia de Estados Unidos. Pero analistas y expertos apartidistas advierten que la fuerza militar no es la respuesta, sino que más bien alimenta el racismo y la xenofobia que socavan las labores para detener el tráfico de drogas.

“Hay politiquería de este lado. Y del lado mexicano de la frontera, tienes a un presidente que se hace de la vista gorda ante lo que está sucediendo en México, y que ha destruido por completo la colaboración bilateral con Estados Unidos”, dijo Arturo Sarukhán, embajador de México en Washington de 2007 a 2013. “Esa es una mezcla muy combustible”.

La hija de Andrea Thomas murió a los 32 años después de tomar la mitad de una pastilla falsificada que contenía fentanilo y tenía la misma apariencia que sus pastillas que le habían recetado para el dolor abdominal. Thomas estableció la fundación Voices for Awareness en Grand Junction, Colorado, para dar la alarma sobre el fentanilo.

Thomas dice que las personas que conoce están interesadas en lo que proponen los candidatos y sienten que el gobierno del presidente Joe Biden no ha respondido adecuadamente a la crisis. En una carta a los candidatos presidenciales, Thomas y una asamblea de otros grupos instan a los políticos a hacer “todo lo posible” para detener la fabricación y el contrabando de la droga.

“Esta droga no es como ninguna otra que hayamos visto antes”, dijo. “Necesitamos algunas medidas fuertes. No tenemos más tiempo que perder”.

Los demócratas también enfrentan una enorme presión política sobre cuestiones fronterizas de cara a las elecciones del próximo año. La Casa Blanca ha financiado programas nacionales para reducir las sobredosis con fentanilo y ha sancionado a empresas chinas acusadas de importar las sustancias químicas utilizadas para producir la droga.

En una declaración del domingo, la Casa Blanca dijo que el gobierno impuso sanciones selectivas —incluso la semana pasada—, y culpó a los republicanos en el Congreso por bloquear una solicitud de 800 millones de dólares adicionales para luchar contra el tráfico de fentanilo, que incluye dinero para las policías.

México no ha abordado su problema de producción y tráfico de fentanilo. El presidente Andrés Manuel López Obrador niega repetidamente que su país produzca el opioide sintético, pese a la enorme evidencia de lo contrario.

Los agentes fronterizos incautaron casi 13 toneladas de fentanilo en la frontera entre Estados Unidos y México de septiembre de 2022 a agosto pasado, según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés).

En el segundo debate de las primarias republicanas a finales del mes pasado, los candidatos reiteraron que utilizarían fuerzas militares para perseguir a las bandas de narcotraficantes en México.

“Como comandante en jefe, voy a utilizar a las fuerzas armadas estadounidenses para perseguir a los cárteles de la droga mexicanos”, dijo DeSantis, el gobernador de Florida. Ha prometido que las personas sospechosas de contrabandear drogas a través de la frontera sur terminarán “muertos como piedras”. Eso deja entrever la posibilidad de que a los agentes fronterizos se les autorice disparar a las personas en cuanto las vean antes de cualquier investigación sobre si esas personas son portadoras de drogas.

Datos del gobierno estadounidense socavan la afirmación de que quienes buscan asilo y otras personas que cruzan la frontera cn México son responsables del tráfico de drogas. Aproximadamente el 90% de las incautaciones de fentanilo se realizaron en cruces terrestres oficiales, no en áreas de la frontera donde las personas ingresan ilegalmente. En una audiencia efectuada en julio, James Mandryck, subcomisionado adjunto de la CBP, dijo que el 73% de las incautaciones de fentanilo en la frontera desde octubre pasado fueron intentos de contrabando realizados por estadounidenses, y el resto por mexicanos.

Un estudio de agencias policiales estadounidenses publicado el año pasado calificó a México como la “fuente principal” de fentanilo, en la que los cárteles fabrican la droga con precursores químicos contrabandeados en gran medida desde China. Pero hizo notar que la crisis no podría resolverse sin frenar la adicción en Estados Unidos, que crea una demanda abrumadora de opioides ilegales.

“El suministro de fentanilo ilícito no puede ser detenido de forma permanente únicamente con medidas policiales, sino que sólo se puede interrumpir temporalmente antes de que otro cártel, método de tráfico o algo similar intervenga para surtir al mercado creado por la adicción”, dijo la Comisión Federal para Combatir el Tráfico de Opioides Sintéticos en un informe.

López Obrador asumió el cargo en diciembre de 2018 luego de una campaña con el lema “abrazos, no balazos”, y durante cuatro años ha despedazado el seguimiento que dieron sus predecesores a la guerra contra las drogas. Los expertos coinciden en que amplias zonas de México están bajo el control de facto de los cárteles del narcotráfico. López Obrador ya es muy susceptible a lo que considera “interferencia” de Estados Unidos en México, e insinuó que agentes extranjeros “espiaban” mientras preparaban un caso de contrabando de fentanilo contra miembros del cártel de Sinaloa anunciado este año.

López Obrador adopta una actitud defensiva ante las críticas de Washington al fracaso de su gobierno para detener el flujo de fentanilo.

“Hay como una especie de competencia a ver quien dice más barbaridades, quién es más atrevido para amenazar a México, culpar a México”, dijo en una conferencia de prensa reciente. “Son disparates”.

México elegirá un nuevo presidente el próximo año, y Xóchitl Gálvez, la candidata de la oposición, dijo recientemente a Univisión que aceptaría más agentes y ayuda estadounidenses. Pero cuando se le preguntó sobre las operaciones militares, Gálvez respondió: “Hay que ponernos serios, ponernos inteligentes con propuestas claras, contundentes, y no propuestas electoreras”.

En la actualidad, México es también el principal socio comercial de Estados Unidos. Ha acordado acoger a agentes de la DEA y otros agentes federales, y permitir que estén en su territorio miles de migrantes que han sido rechazados en la frontera estadounidense bajo los gobiernos de Trump y Biden.

Estados Unidos ya ha invadido territorio mexicano antes y ha intentado derrocar gobiernos en Latinoamérica con tal de alcanzar sus propios objetivos políticos.

En 1846, en un intento por ampliar las fronteras estadounidenses tras apoyar la anexión de Texas, el presidente James K. Polk pidió al Congreso que declarara la guerra a México. La guerra terminó cuando México acordó ceder el 55% de su territorio, incluidos los actuales estados de California, Nevada, Utah, Nuevo México, la mayor parte de Arizona y Colorado, y partes de Oklahoma, Kansas y Wyoming.

En 1914, Estados Unidos invadió el puerto de Veracruz tras el arresto de soldados estadounidenses. En 1916, el presidente Woodrow Wilson desplegó decenas de miles de soldados en territorio mexicano en respuesta a un ataque del revolucionario Pancho Villa en Columbus, Nuevo México.

Más recientemente, Trump prometió construir un muro en la frontera sur para detener la inmigración ilegal, y hacer que México lo pagara. Mientras fuera presidente, Estados Unidos construiría o renovaría aproximadamente 800 kilómetros (500 millas) de muro en la frontera de más de 3.200 kilómetros (2.000 millas).

México nunca pagó ninguna sección del muro. Y los cruces fronterizos alcanzarían repetidamente niveles récord durante la presidencia de Trump y en el mandato de Biden.

“Tenemos que tomarnos en serio lo que dicen”, dijo Tony Payan, director del Centro para Estados Unidos y México del Instituto Baker de Políticas Públicas de la Universidad Rice, con respecto a los candidatos republicanos. “Pero están bastante descarrilados. Están metidos en el teatro político, y les parece que México es blanco fácil”.