Voluntarios tejen redes de camuflaje para proteger el ejército ucraniano
Los ucranianos se apresuran a tejer redes de camuflaje para sus soldados cuya demanda crece con la llegada de nuevos equipos al frente que tienen que ser ocultados ante la amenaza de los drones y la artillería del enemigo.
Aunque los ataques de "oleadas humanas" de la infantería rusa en Bajmut son noticia en todo el mundo, esta guerra sigue siendo una guerra de artillería. Ambos bandos buscan objetivos en tierra empleando miles de drones. Sin embargo, Rusia continúa disfrutando de la superioridad aquí disparando tres veces más proyectiles por día que Ucrania.
Tanques y vehículos, sistemas de defensa aérea y piraguas, todos deben estar ocultos a la vista del enemigo, para que su destrucción y pérdida de vidas sea menos probable, explica a Efe Solomia Rybotytska, una voluntaria.
Cada detalle importa cuando una red de camuflaje bien hecha es todo lo que protege a un soldado de ser detectado y bombardeado.
"Una red de buena calidad tiene que ser resistente, pesar poco y combinarse bien con el entorno", explica Solomia en uno de los más de 15 centros de voluntarios en Leópolis que hasta ahora ha producido unas 1.000 redes de camuflaje.
"Está llegando más equipo militar, nuestro ejército se está haciendo más grande. Leópolis, Jarkov, Odesa, Kiev, todas nuestras ciudades están produciendo redes, pero necesitamos cada vez más", agrega.
Muestra una larga lista de solicitudes de unas 10 unidades del ejército ucraniano que implica un trabajo de 3 meses, con al menos una red de 9x6 metros tejida cada día.
La experiencia acumulada con pruebas y errores así como los comentarios de los soldados han ayudado a establecer un proceso de fabricación que funciona sin problemas.
"Usamos redes de pesca fabricadas en Ucrania como base para cada red de camuflaje. Luego, los voluntarios tejen tiras verdes, amarillas o marrones a través de las celdas de la red para crear una cubierta mientras se cuidan de evitar cualquier patrón reconocible", explica Solomia mientras sus manos se mueven rápidamente sobre la red.
El trabajo manual no puede ser reemplazado por la producción automatizada porque es extremadamente importante evitar patrones, que los drones del enemigo pueden detectar fácilmente entre la vegetación natural.
En promedio, varias docenas de personas se presentan todos los días. Algunos vienen solo ocasionalmente para tejer durante un par de horas después del trabajo mientras que otros han venido casi a diario durante más de un año, como Nadia, residente de Leópolis, y Nina, que se mudó aquí desde Jarkov..
Nadia muestra una foto de un soldado de 26 años que murió en combate a principios de abril. Su hermana, profesora de la universidad, viene a menudo aquí a tejer redes.
"Puede parecer que la guerra está lejos de nosotros aquí, en Leópolis. Pero seguimos perdiendo a nuestros hermanos, a nuestros hijos, a nuestros mejores combatientes y queremos ayudar a protegerlos", subraya Solomia.
Nina tiene a su sobrino luchando en el ejército y sonríe mientras continúa tejiendo rápidamente, cuando se le pregunta qué le dice él sobre la guerra.
"Él siempre dice que todo va a salir bien porque así tiene que ser, no hay otra manera", contesta.
Al ayudar a los soldados a esconderse del peligro, las redes de camuflaje los apoyan psicológicamente aliviando la tensión de tener sus vidas en constante riesgo.
A su vez, su gratitud inspira a los voluntarios a trabajar más duro, dice Solomia, mientras muestra con orgullo las cartas que su equipo recibió de varias unidades del ejército ucraniano.
"Esta carta de Druzhkivka, en la región de Donetsk, me recuerda que nuestros muchachos están pasando por un infierno allí. Si me siento cansada, es suficiente para mí pensar en lo que nuestros soldados están experimentando en cualquier momento en las trincheras, y estoy lista para volver al trabajo", sostiene.
Cualquier muestra de apoyo del extranjero es muy apreciada ya que los voluntarios cuentan varias historias de extranjeros que vienen específicamente para ayudarlos a tejer redes.
"Uno de ellos vino de Alemania y se quedó aquí dos semanas. Preguntado por su motivación, dijo que su madre le había enseñado a hacer el bien a los demás", recuerda Solomia.
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