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De lago a ciudad: La historia de Chalco y sus problemas de inundaciones

El impacto de la urbanización y el Canal de la Compañía en las inundaciones de Chalco.

Por El Universal

Septiembre 09, 2024 06:36 p.m.

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El municipio mexiquense de Chalco lucía en los años 80 con encharcamientos que eran comunes en tiempos de lluvia. En el barrio de la Conchita no había pavimento, esos son los recuerdos de infancia que tiene el historiador y habitante de esta zona, Emmanuel Hernández Calderón.

En entrevista con "Mochilazo en el Tiempo" de EL UNIVERSAL afirma haber visto "ese Chalco agrario, cuando todavía era un pueblo", cuando sus habitantes se organizaban en parcelas y ejidos, sin servicios ni modernidad. Algunos de los cuerpos de agua en la región todavía conducían agua limpia y los cultivos cubrían al municipio.

Entre la transición del siglo XIX al XX, los empresarios españoles, Iñigo y Remigio Noriega, encabezaron las modificaciones más importantes que vio la región lacustre del Lago de Chalco, desecando toda su carga hídrica y convirtiendo varios kilómetros en zona para cultivos y haciendas.

Tras este proceso de desecación, se desviaron ríos importantes y se alteró toda la dinámica ambiental en los municipios implicados. Desde entonces, las poblaciones de Chalco y sus alrededores sufren de inundaciones por desbordamiento y severos estancamientos pluviales. Sin el lago, toda la zona se convirtió en un caos.

Años después de tan mayúscula transformación, el neoliberalismo y la demanda demográfica modificaron de nuevo al sureste del Estado de México, en especial Chalco, Ixtapaluca y lo que después fue Valle de Chalco, desapareciendo los terrenos ejidales para reemplazarlos con zonas habitacionales.

El antiguo territorio del Lago de Chalco se transformó en "ciudad" o al menos eso prometieron las autoridades, pues la mayoría de casas y habitantes vivían en pésimas condiciones y todavía hoy temen la llegada de las lluvias, ante posibles inundaciones.

En esta entrega conoceremos las consecuencias de la pésima planeación urbana en esta zona mexiquense, mientras algunos de sus habitantes resurgen de entre las aguas negras tras pasar más de un mes sin soluciones.

Las páginas de EL UNIVERSAL del 12 de julio de 1991 lanzaron una cifra preocupante: "la megalópolis [Ciudad de México] crece a razón de mil 500 hectáreas por año".

Según datos de la Secretaría de Desarrollo Urbano del Estado de México, la población metropolitana aumentó 700 mil nuevos habitantes anuales para inicios de los años 90, un índice que escaló desde los años 70.

De acuerdo con Dorotea Cruz Sánchez, en su investigación El Programa Nacional de Solidaridad en el Valle de Chalco, a partir de los 80 comenzó una "descentralización" poblacional, con migraciones de capitalinos a localidades mexiquenses.

Entre los principales motivos estuvo "la saturación del espacio físico, aumento en los precios del suelo urbano, estancamiento en la construcción de viviendas e incremento de tarifas para servicios públicos".

Además de esas razones, Cruz Sánchez también consideró otro fenómeno: el impacto que provocó el terremoto de 1985 para motivar migraciones poblacionales. El 19 de septiembre tuvo consecuencias arquitectónicas, económicas y hasta psicológicas, siendo un factor válido para la llegada de ciudadanos a zonas menos vulnerables ante temblores.

Todos esos habitantes requerían un lugar donde vivir, de preferencia barato, por lo que municipios conurbados como Naucalpan, Ecatepec o Nezahualcóyotl aumentaron su tasa poblacional y urbanización. Pero la demanda también se dirigió a la zona sureste del Estado de México.

Para los años 80, Chalco y sus alrededores fueron una opción oportuna de asentamiento, por su relativa cercanía a la capital y mucho espacio, pero su tipo de suelo no estaba listo para recibir a toda la población urbanizada, con terrenos todavía administrados como ejidos y campos para cultivo.

Según recordó Jorge Legorreta en su libro, "El Agua y la Ciudad de México", en noviembre de 1991 se reformó el artículo 27 constitucional para terminar con el reparto agrario de la posrevolución. Tal modificación convirtió en propietarios legales a ejidatarios y permitió la compraventa de terrenos entre particulares.

La comunidad de Chalco aprovechó esta reforma y aceleró la venta de sus ejidos a empresas inmobiliarias que "adquirieron grandes extensiones de tierra agrícola y forestal de propiedad ejidal, comunal y privada, para destinarlas a fraccionamientos de sectores medios", según documentó Legorreta.

Esta localidad mexiquense se convirtió en emblema de modernización y progreso, sobre todo cuando el entonces presidente, Carlos Salinas de Gortari, lanzó ahí su Programa Nacional de Solidaridad.

Chalco –y el asentamiento que después se convirtió en Valle de Chalco Solidaridad– tuvo toda la atención del gobierno salinista, al grado de "despertar envidias de otros estados que los han llevado a considerar que [Chalco] es el consentido del Ejecutivo Federal", como indicó EL UNIVERSAL en 1991.

El programa salinista prometió a las comunidades más vulnerables el acceso a todo lo necesario para vivir bien, con obras autogestionadas por habitantes y presupuesto federal, pero urbanizar la antigua zona del Lago de Chalco no fue tan efectivo.

La doctora en Historia y amplia conocedora de Valle de Chalco, Sofía Torres Jiménez, platicó con "Mochilazo en el Tiempo" sobre las experiencias que algunos habitantes de los 70 y 80 vivieron al llegar al municipio mexiquense.

A pesar de tener terreno propio, muchos vivieron en casas de cartón o lámina y siempre a merced de las condiciones climatológicas. En ocasiones, hasta perdían las ropas que ponían a secar, debido a los ventarrones que azotan la región.

Los primeros años de modernidad en el sureste mexiquense fueron difíciles y una de sus principales carencias fueron los servicios públicos más básicos.

Uno de los más grandes conflictos que todavía hoy aqueja a Chalco y Valle de Chalco es el sistema de drenaje sanitario y pluvial. A pesar de la urbanización tan entusiasta que se emprendió desde los 80, los servicios públicos eran una carencia o falla importante en la zona, sobre todo en materia de desagüe domiciliario y de lluvias.

Según mencionó la investigación Avenidas de diseño de las aportaciones del túnel del Río de la Compañía, de Rocío Salinas Prado, el drástico cambio de suelo agrícola a urbanizado generó problemas severos en tema de drenaje.

"La disminución de áreas con vegetación o suelo natural [y donde ahora] se han construido casas, calles y banquetas que impermeabilizan el área, ha traído como consecuencia un decremento en el índice de la infiltración y un incremento en los coeficientes de escurrimiento", mencionó Salinas Prado.

Dicho de otra forma, Chalco es una zona donde llueve bastante y eso no fue tan conflictivo cuando estuvo el antiguo lago o campos de cultivo, pues gran parte del agua se absorbía hacia el subsuelo. Pero, una vez que se pavimentó y retiró la tierra permeable, los caudales por lluvia se estancaron y provocaron inundaciones.

"El uso de suelo más urbanizado ha alterado el entorno, estableciendo condiciones favorables para que se originen inundaciones [...] y, debido a que las zonas urbanas tienen mayor densidad de población y construcciones, sufren más daño que las zonas rurales", aseveró la autora en su investigación.

Chalco ya tenía sistema de drenaje para cuando se impulsó la urbanización. De acuerdo con datos de Dorotea Cruz, los primeros trabajos de desagüe y alcantarillado comenzaron en 1950, ampliándose en 1973 y 1982, pero todavía insuficientes.

EL UNIVERSAL ejerció una exhaustiva cobertura sobre las condiciones de vida en el sureste del Estado de México, sobre todo por la transformación que tuvo gracias al Programa Nacional de Solidaridad.

En su edición del 6 de julio de 1991, este diario afirmó que más del 50% de la región carecía de drenaje, siendo Chalco uno de los municipios más afectados.

Las autoridades se comprometieron a invertir miles de millones de pesos para completar el desagüe, pero tal planificación tardó varios meses en concretarse y cientos de familias vivieron con aguas estancadas o negras cerca de sus casas.

Como si hiciera falta otro obstáculo más, la antigua zona lacustre ostenta un récord peculiar: de acuerdo con la Comisión Nacional del Agua en 2011, lo que antes era el Lago de Chalco ahora es el territorio con mayor índice de hundimiento en todo el mundo. Este fenómeno es de gran importancia cuando se trata de drenaje.

Conforme aumentó la población en Chalco, se requirió de un abastecimiento de agua potable a mayor escala y se recurrió a la sobreexplotación de 14 mantos acuíferos.

El débil terreno que dejó el Lago de Chalco y la extracción extralimitada de agua generan hundimientos severos en la zona, al grado de alcanzar hasta los 40 centímetros anuales, según advirtió la CONAGUA.

Con esa anomalía, cualquier red de drenaje corre riesgo de colapsar o estropearse. El desagüe requiere de pendientes para transportar el agua de casas y lluvias, pero si el terreno se hunde, la inclinación requerida se pierde y el líquido deja de avanzar.

Las calles de Chalco y alrededores vivían entre focos de infección con aguas estancadas y residuales afuera de sus hogares. Los vecinos ya no podían esperar a las autoridades para tener todos los servicios públicos y algunos tomaron el tema del desagüe en sus manos.

Esta casa editorial reportó, en agosto del 91, sobre las maniobras emprendidas en el pueblo de Huitzilzingo, al sureste de Chalco, donde los mismos pobladores abrieron zanjas para redirigir los estancamientos.

Acciones como esa se vieron en otros sitios del municipio, pero no contemplaron la acumulación de aguas negras, presencia de fauna nociva, enfermedades gastrointestinales y hasta niños cayendo al caudal por accidente.

"La introducción del drenaje es un clamor popular, pero la gente debe tener paciencia y comprender que se requiere de recursos millonarios [hasta 22 mil millones de pesos] para hacer la obra", afirmó el entonces presidente municipal, Marco Antonio Tapia.

Fue hasta los últimos años del siglo XX que los municipios del sureste mexiquense tuvieron una red de desagüe, pero que pronto quedó a merced de los hundimientos.

Por irónico que parezca, ni el acceso tardío a servicios públicos ni las calles atascadas de charcos disminuyeron la demanda de casas en la antigua zona lacustre de Chalco.

La mancha urbana se extendió y pronto se construyeron viviendas cerca de zonas peligrosas o inadecuadas para habitar, como las que ahora se ubican a muy pocos metros del cuerpo de agua más importante de la región, el Canal de la Compañía.

Este prolongado y complicado río "es el único drenaje que desaloja el agua de toda la zona habitacional del Valle de Chalco y Nezahualcóyotl", según comentó Jorge Legorreta en su libro. El Canal de la Compañía es el caudal que más problemas generó a los habitantes de Chalco y alrededores.

El 2 de junio del 2000, EL UNIVERSAL compartió algunos datos de este enorme caudal metropolitano. El Río o Canal de la Compañía abarca 25 kilómetros y corre desde los volcanes del Popocatépetl e Iztaccíhuatl hasta Nezahualcóyotl.

Conduce miles de litros de aguas negras, sin cobertura alguna, y recorre Tlamanalco, Chalco, Valle de Chalco, Ixtapaluca, La Paz y Chimalhuacán, para conectar con el Gran Canal del Valle de México, a la altura de Texcoco.

Desde junio de 1985, esta casa editorial publicó advertencias de la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos del Estado de México sobre el riesgo que Chalco y Nezahualcóyotl enfrentaron por su cercanía con el Río de la Compañía, sobre todo en tiempos de lluvia cuando el caudal aumentaba.

A pesar de tales avisos, la población cerró su cercanía con este cuerpo de agua y aumentó la cantidad de agua que ahí se deposita por el drenaje sanitario.

Tras la expansión demográfica, poco se hizo para perfeccionar el funcionamiento del Canal de la Compañía. No se le cubrió ni amplió su terreno, pero sí se lanzó una curiosa campaña para erradicar a las tuzas que habitaron cerca de su cauce.

En 1985, autoridades del Estado de México emprendieron la eliminación de estos roedores –parecidos a los castores, que hacen huecos subterráneos–, "pues, si uno perfora los muros de contención del río puede abrirse en unos cuantos minutos un gran boquete inundará la zona". Esas eran las acciones para contener semejante caudal.

Pasaron los años y llegó el nuevo milenio, mientras el Canal de la Compañía se rodeaba con más casas y negocios. Para la madrugada del primero de junio de ese año, ocurrió una primera gran inundación por aguas negras y, tristemente, no fue la última.

En la noche del 31 de mayo del 2000, habitantes de Chalco, Valle de Chalco e Ixtapaluca recibieron una potente lluvia de temporada. Los vecinos más próximos al Canal de la Compañía se fueron a dormir sin imaginar que un boquete de casi 40 metros cuadrados se abriría en los límites del caudal.

Durante la madrugada, aguas negras del río inundaron miles de casas de los tres municipios, a la altura del Cerro del Elefante. Como número preliminar se consideraron entre 4 y 5 mil damnificados, en un área de 6 kilómetros.

En su punto más bajo, la inundación alcanzó 70 centímetros, pero en zonas más afectadas llegó hasta 2 metros de altura. El desbordamiento también inhabilitó algunos kilómetros de la carretera México-Puebla.

Según el diagnóstico oficial, el Río de la Compañía se saturó tras la lluvia, transportando más de 20 metros cúbicos de agua por segundo, cuando sólo tenía capacidad para 18.

Para el 8 de junio del 2000, la Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca sostuvo que la gravedad de aquella primera gran inundación en Chalco "se debió a una falta de planificación del desarrollo urbano y suburbano de la localidad".

Muchos vecinos de Chalco, Valle de Chalco e Ixtapaluca abandonaron sus viviendas, por temor a futuras inundaciones y por la mínima indemnización que el gobierno les dio, con apenas 10 mil pesos disponibles para familias que perdieron hasta 50 mil.

Los temores por una nueva tragedia se incrementaron en abril del 2002, cuando las autoridades advirtieron de severos hundimientos en ciertas zonas de la Ciudad de México y del lado mexiquense, afectando la pendiente del Canal de la Compañía.

Si el caudal quedaba totalmente horizontal, las aguas negras entrarían en contraflujo y regresarían hacia los hogares, en lugar de desahogarse. Como medida preventiva se aumentó el número de plantas de bombeo que mantuvieron el flujo del río, pero todavía faltaba mucho por recorrer.

En sus páginas del primero de mayo del 2008, EL UNIVERSAL informó sobre la crisis por sobreexplotación de los mantos acuíferos Mixquic-Santa Catarina-Chalco-Ixtapaluca, lo que aceleró el hundimiento en el sureste del Estado de México.

De acuerdo con investigaciones de la UNAM, la extracción de agua donde antes estaba el Lago de Chalco se aceleró a comienzos del siglo XXI. Mientras en los años 50, apenas se extraían 2 metros cúbicos de agua por segundo, para 2007 salían hasta 10.

De seguir así el ritmo de extracción, el Río de la Compañía tendría que ser elevado varios metros para evitar fenómenos de contraflujo o desbordamientos.

Todo parecía una bomba de tiempo y terminó por estallar –otra vez– a la 1:30 de la madrugada del 5 de febrero del 2010, con la apertura de un nuevo boquete en el canal. Ahora medía 50 metros cuadrados, a la altura del kilómetro 27 de la autopista México-Puebla y afectando a Valle de Chalco, Chalco e Ixtapaluca.

De acuerdo con el dictamen oficial y a diferencia de la inundación anterior, el quiebre del 2010 se atribuyó a la presión de la corriente y a movimientos diferenciales del cauce, lo debilitó los límites del río y reventaron una parte.

El 19 de febrero del 2010 y como parte de una investigación especial, esta casa editorial aseguró que el gobierno estatal aprobó la construcción de 56 mil viviendas en Chalco, Ixtapaluca y Valle de Chalco entre 1999 y 2010, ignorando la saturación del Canal de la Compañía o el hundimiento de la zona.

Se advirtió que el aumento poblacional en estos municipios saturaría el río y la amenaza de inundación sería insostenible en tiempos de lluvia. Como prueba, se comprobó que el día del desbordamiento, el caudal conducía 30 metros cúbicos por segundo, cuando su capacidad se amplió apenas a los 22.

Cada año se forzó más y más el aguante del Río de la Compañía, aumentando su capacidad con bombas, vasos reguladores y túneles, pero parecía que nunca era suficiente para equipararse al crecimiento poblacional.

La última gran inundación provocada por este torrente de aguas negras ocurrió el 17 de abril del 2011, 14 meses después del último incidente y luego de que el gobierno estatal puso en funcionamiento un túnel profundo para soportar el caudal. Se invirtieron 2 mil millones de pesos en ese proyecto y sus resultados fracasaron.

Aquel abril del 2011, hubo una nueva ruptura en el Río de la Compañía y se inundaron tres colonias de Valle de Chalco. La causa, según autoridades de la Comisión Nacional del Agua, fueron fallas "operativas y humanas".

EL UNIVERSAL reportó que las lluvias tempranas y una severa acumulación de basura en varias partes del canal afectaron el paso del agua, lo que generó el boquete. Las "fallas operativas y humanas" descritas por CONAGUA fueron la falta de desazolve y negligencia de autoridades municipales al permitir el depósito de basura en el caudal.

Para fortuna de los habitantes, el boquete se selló con mayor rapidez y se detuvo la salida de agua en cuestión de horas. Aunque en la actualidad, el Canal de la Compañía permanece tranquilo en los sitios donde ya se desbordó, todavía presenta incidentes menores en otras partes del sureste mexiquense.

Hoy en día, son las lluvias y colapsos de la red de drenaje lo que pone en riesgo a esta antigua zona lacustre del Lago de Chalco. La crisis por hundimiento del terreno continúa con sus efectos y el sistema de desagüe podría fallar de un momento a otro causando otra gran crisis de fuertes inundaciones.

Estas líneas por supuesto que no darán una solución a tales crisis urbanas, pero queda claro que los conflictos en el sureste del Estado de México no aparecieron en el último sexenio, ni siquiera los últimos 20 años, sino que son efectos de la falta de planeación demográfica con varias décadas de antigüedad en una zona de naturaleza lacustre.

Fuentes:

Hemeroteca EL UNIVERSAL

Entrevista con José Emmanuel Hernández Calderón, pasante de la carrera de Historia Fes Acatlán y licenciado en Psicología Educativa por la Universidad Pedagógica Nacional.

Entrevista con Sofía Torres Jiménez, doctora en Historia por la Universidad Nacional Autónoma de México y directora del Museo Comunitario del Valle de Xico. Especializada en la historia del municipio de Valle de Chalco Solidaridad.

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