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Las bebidas gaseosas embotelladas juegan un papel importante en la dieta y bolsillo de los mexicanos. Luego de los cereales, las verduras y la carne de pollo, los refrescos de cola y de sabores son los productos que más absorben el gasto de las familias promedio en alimentos y bebidas consumidas dentro del hogar.
Como país, México es el campeón mundial en el consumo de refrescos y bebidas azucaradas, Cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) indican que el mexicano promedio bebe 163 litros de refresco al año. Esta cantidad es 45 litros mayor que la del estadounidense promedio y 7.3 veces más que el promedio mundial.
En los estratos medio y alto, el agua sola o de frutas se considera lo más adecuado, y es lo que procuran tomar, aunque no están exentos de consumir refrescos. En contraste, en los estratos bajos esa bebida es de uso cotidiano; cada día está presente en las comidas, en todas o cuando menos en una, señala la investigadora Miriam Bertran en su libro "Incertidumbre y vida cotidiana. Alimentación y salud en la Ciudad de México".
La Coca-Cola es la más valorada por la gente de escasos recursos y las poblaciones rurales, advierte la especialista. Esta compañía emplea desde mensajes subliminales pintando instalaciones deportivas con sus colores con recomendaciones para la hidratación de los jugadores, regala refrigeradores y letreros de la marca a comerciantes y sus agentes no dudan en ejercer coerción y chantaje para asegurar la exclusividad de la venta de sus productos.
Pero el sobreconsumo de refrescos en las zonas marginales del campo y de la ciudad se debe también a otros factores, entre los que destacan la deficiencia de infraestructura para el abasto de agua en poblados, escuelas y la preferencia cultural del refresco en vez del agua. En todo caso, concluye Bertran, los consumidores de refrescos y bebidas azucaradas conocen los riesgos que conlleva la ingestión excesiva de estas bebidas.