La felicidad de un pueblo cabe en dos salones

Hace 4 años a San Sebastián Nopalera llegó un nodo del Tecnológico del Valle de Etla; pronto 73 alumnos, algunos con hijos, lograrán ser ingenieros

La felicidad de un pueblo cabe en dos salones

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SANTA LUCÍA MONTEVERDE, Oax.- Julio César Cruz Bautista jamás se imaginó que un día podría ser ingeniero. A sus 19 años se resignó a que ya no volvería a estudiar y migró a Estados Unidos en busca de una “mejor vida”.

Fue hace más de 10 años cuando dejó San Sebastián Nopalera, población del municipio de Santa Lucía Monteverde, en la región Mixteca de Oaxaca, y conocida porque desde 953 mantiene un conflicto territorial con su ejido Zimatlán de Lázaro Cárdenas, pero que desde hace cuatro años decidió emprender el camino hacia la paz.

Julio César llegó a Estados Unidos  y durante casi dos años trabajó en una fábrica procesadora de carne de pavo. Ahí, cuenta,  le nació  el anhelo de tener su propio negocio; fue entonces que regresó a Nopalera y retomó el trabajo en el campo, como sus padres. 

Han pasado más de 10 años de su  regreso. Con 32 años  y padre de dos niñas, Julio César  es uno de los 73 alumnos del Instituto Tecnológico del Valle de Etla, fundado hace cuatro años en San Sebastián Nopalera a iniciativa del profesor Javier Castillo Cabrera. 

Es precisamente a través del estudio y el aprovechamiento de los recursos naturales que fomenta el tecnológico que empieza a cambiar el destino de la comunidad. Ahora su gente ya no está enfocada en la disputa territorial con sus vecinos ni en migrar; sus habitantes se han  interesado en el  desarrollo de su población y en lograr la paz. 

“Muchas de las veces lo que lo  limita a uno en las comunidades es sentirse pequeño al no tener una carrera, pero ese es el cambio que trajo el tecnológico, que le ha abierto los ojos a la comunidad de que nadie es menos, hay que cambiar de idea”, expresa Julio, quien cursa el quinto semestre de  Ingeniería en Desarrollo Comunitario y es el presidente del Consejo Estudiantil. 

Él es ejemplo de las barreras que han roto los habitantes y de que ni la edad ni la condición económica son impedimento para llegar a ser un profesionista: “Todo se puede hacer, no hay imposible, siempre y cuando haya una visión clara de lo que se quiere”.

Jesús no es el único que piensa así. Sus demás compañeros, mujeres y hombres de entre 18 y  más de 30 años, están convencidos de que a través del estudio podrán lograr el desarrollo de Nopalera; incluso quieren convertir sus proyectos productivos en modelos de negocio y exportar, para así hacer crecer la economía de  su población.

“Quiero ayudar a mi comunidad, emprender proyectos con ellos, la visión es en un tiempo organizarnos y buscar un mercado, que pague lo justo a los productores”, cuenta el futuro ingeniero que nunca imaginó serlo. 

Los primeros ingenieros

La felicidad de San Sebastián Nopalera cabe en dos cuartos adaptados como salones de clase. Los alumnos y la comunidad están emocionados de tener una escuela de nivel superior, hace más de una década ni con bachillerato contaban y ellos creían que su vida sólo sería migrar. Hoy, alumnos, padres de familia y autoridades están involucrados en el impulso de la educación, pues  en  2020 tendrán a la primera generación de ingenieros.

Aunque al hablar de una nueva institución educativa de nivel superior se pensaría en infraestructura reciente y una amplia plantilla de profesores, en Nopalera la esencia del  tecnológico son sus alumnos, porque la escuela ha sido habilitada en un inmueble que anteriormente era el albergue comunitario y sólo tiene un docente: su fundador. Pese a que el espacio está deteriorado, los 73 estudiantes, algunos ya con hijos en brazos, están decididos a estudiar una profesión. 

Junto con su fundador, el ingeniero Javier Castillo, han sido creativos y aprovechan al máximo el espacio. Cuentan con la producción de mojarras, café, miel, maíz, jamaica, plátanos y próximamente de hongo zeta.

A través de estos proyectos productivos desarrollan las clases de las dos ingenierías  que se ofertan en este nodo del tecnológico: en Desarrollo Comunitario y  en Gestión Empresarial. La creación de esta institución, cuentan los estudiantes y autoridades locales, fue una iniciativa del profesor Javier Castillo, originario del Istmo de Tehuantepec, quien desde que llegó a la comunidad se ha interesado por  impulsar a los jóvenes. 

“Para mí es como un ángel de Dios, ninguna otra persona se había interesado en mi comunidad ni  de traer un nodo. Agradezco mucho al ingeniero, ha trabajado mucho para la comunidad, él ha dado todo por mi pueblo, por los estudiantes”, platica Fortunato Cruz Bautista, agente municipal de San Sebastián Nopalera.

El 30 de agosto el tecnológico cumplió cuatro años de haberse fundado en esta comunidad y la autoridad local reconoce que la existencia del plantel representa el comienzo del desarrollo. “Soñamos que en un futuro vamos a tener buenos ingenieros, nuevos ciudadanos, que van a incorporarse al desarrollo del pueblo”, destaca.

Esta institución no sólo representa una oportunidad para los pobladores de Nopalera, también lo es para los jóvenes de otras comunidades de las regiones de la Mixteca y la  Sierra Sur, pues actualmente hay también estudiantes provenientes de los municipios de Miahuatlán y Putla.

Alcanzar la paz

Pero para los habitantes de Nopalera el tecnológico no sólo significa desarrollo, también es una  posibilidad de lograr la paz y terminar con el conflicto territorial que mantienen con la comunidad de Zimatlán de Lázaro Cárdenas, a través del cambio del pensamiento de la población por medio de la educación, expresa el agente municipal. 

“Los jóvenes del tecnológico han aportado buenas ideas por buscar la paz, la tranquilidad y el desarrollo del pueblo, nosotros estamos también en la misma visión, buscar una solución y no seguir con este conflicto. Se ha visto un cambio… mi pueblo está cambiando de ideas”, detalla.

De acuerdo con la autoridad el conflicto agrario entre  Nopalera y Zimatlán de Lázaro Cárdenas comenzó por problemas sociales en  1953 y  se reactivó en  2010. Desde hace nueve años se han presentado varios enfrentamientos armados que han dejado a 14 habitantes de Nopalera muertos.  

A través de la solicitud de la intervención del gobierno de Oaxaca y del Ejército Mexicano, en febrero de este año se instaló en la zona limítrofe de ambas comunidades de la Mixteca una Base de Operaciones Mixtas, donde militares y  la Policía Estatal resguardan la zona en conflicto, que está en el acceso a Zimatlán y en las localidades de El Paraíso y Torralba de Juárez. 

“Desde que se instaló la base hemos encontrado la paz, está libre el tránsito para cualquier ciudadano, el Ejército ya está para brindarnos el apoyo”, cuenta el agente. 

La creación del nodo del tecnológico también representa una oportunidad para los hijos de las víctimas mortales del conflicto territorial, como para Luis Miguel Santiago Paz, de 21 años, quien perdió a su papá en un ataque armado en   2011. Él estudia el séptimo semestre de la Ingeniería en Desarrollo Comunitario y será uno de los egresados de la primera generación de ingenieros.

“Buscamos sacar adelante a nuestra comunidad, ya que es catalogada como de alta marginación. Es muy bonito porque tenemos la escuela en la comunidad, es accesible porque ya no generamos gastos en transporte y hospedaje”, cuenta.