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Parácuaro, Mich.- Adrián Alejandre Chávez es párroco de la iglesia de la Asunción en el municipio de Parácuaro, Michoacán, ubicado en el corazón de la Tierra Caliente, donde la violencia va en aumento por la guerra entre los cárteles Jalisco Nueva Generación, Los Caballeros Templarios y Los Viagras.
Esa lucha armada ha generado que las comunidades de Maravatío, El Tepehuaje y Ordeñitas se convirtieran en pueblos fantasmas por el desplazamiento de familias enteras que temen quedar entre el fuego cruzado de la lucha criminal.
El reto de la Iglesia en ese sentido es realmente mayor, describe el también integrante del Tribunal Eclesiástico, pues reveló que es un desafío sacarles de la cabeza a los niños la arraigada idea de ser sicarios.
¿Cómo se predica en una zona de conflicto entre cárteles?
—Nosotros siempre tenemos que decir la verdad, le duela a quien le duela; les parezca o no le parezca, porque tenemos un modelo; ese modelo es Cristo. Él nos enseñó a no amedrentarnos frente a los ataques del enemigo, pero otra cosa es que imprudentemente se vaya uno a exponer. Tenemos que trabajar y hablar.