Las recientes décadas han sido marcadas por profundas y veloces transformaciones, desde la caída del muro de Berlín y del bloque soviético en la década de 1980 hasta la revolución tecnológica de la digitalización y la expansión de las redes sociales, pasando también por la crisis financiera internacional de 2008-2009, la más drástica y global desde el colapso financiero de 1929.
México no está al margen de estos cambios. La llamada década pérdida en materia económica nos montó sobre la globalización con la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que entre otros factores nos llevaría de la mano a la alternancia con la salida del PRI de la Presidencia después de 60 años en el poder, y dos sexenios después al regreso del tricolor, hasta el aplastante triunfo de Andrés Manuel López Obrador.
En medio de tantos cambios, muchos nos preguntamos ¿cómo llegamos hasta aquí? El libro “Ruptura, la crisis de la democracia liberal”, del español Manuel Castells, publicado por Alianza Editorial, trata de dar respuesta a la incógnita, presentando un mapa de los principales modificaciones económicos, políticos y sociales que se han dado a escala internacional.
La tesis básica del libro es que vivimos una crisis global profunda por la (in)capacidad de tratar las múltiples crisis (precariedad laboral, pobreza, violencia, terrorismo y guerras, etcétera) que envenenan nuestras vidas: la ruptura de la relación entre gobernantes y gobernados.
Castells afirma que la desconfianza en las instituciones en casi todo el mundo deslegitima la representación política y, por tanto, nos deja huérfanos de una protección en nombre del interés común. No es una cuestión de opciones políticas, de derecha o izquierda. La ruptura es más profunda, tanto a nivel emocional como cognitivo.
Se trata de un colapso gradual de un modelo político de representación y gobernanza: la democracia liberal que se había consolidado contra los Estados autoritarios, y el arbitrario poder institucional.
En Estados Unidos, en las naciones de Europa, en Brasil, en Corea del Sur y en múltiples países (incluido México) asistimos desde hace tiempo a amplias movilizaciones populares contra el sistema actual de partidos políticos y democracia parlamentaria bajo el lema de: “¡No nos representan!”
Trump, Brexit, Le Pen y Macron son expresiones significativas de un orden (o caos) “postliberal”, dice Castells.
De dichas crisis institucionales surgieron en la pasada década algunas revoluciones populares que trataron de articular una nueva relación entre representación parlamentaria y social, en particular Bolivia y Ecuador.
Como bien señala el autor, “este libro habla de las causas y consecuencias de la ruptura entre ciudadanos y gobiernos, y de la madre de todas las crisis: la de la democracia liberal que había representado la tabla de salvación para superar naufragios históricos de guerras y violencia”.
Además, Castells reconoce que no ofrece soluciones porque no las tiene, y porque son específicas de cada país, pero advierte que si la crisis que constata tiene una dimensión global, por encima de las características propias de cada sociedad, habrá que pensar que se trata del colapso gradual de un modelo de representación.