Cambio de Era: de la ficción a la realidad
El arte siempre ha sido un espejo de la sociedad, y en momentos de transformación profunda, sus manifestaciones más destacadas nos advierten que estamos en medio de un cambio de paradigma. Este 2025, las nominaciones al Óscar revelan de manera contundente cómo la cultura y la política están experimentando una evolución radical. Películas como The Brutalist, Emilia Pérez, Anora, Un perfecto desconocido y Cónclave no solo representan nuevas formas narrativas, sino que encarnan la turbulencia y el reacomodo de valores en el mundo contemporáneo.
La fiereza mostrada en The Brutalist no es casual; es una respuesta a un mundo donde las ideologías se han endurecido y la supervivencia se ha convertido en una lucha por la identidad y la relevancia. En el terreno político, este reflejo encuentra su eco en el auge de los populismos extremos, la erosión de los consensos democráticos y el resurgimiento de discursos polarizantes. La crudeza estética y temática de la película no es un capricho, sino una representación de la dureza de nuestra realidad actual, una realidad que se hizo evidente en la reciente escena política entre Zelensky, J.D. Vance y Trump. El tenso encuentro puso de manifiesto las tensiones geopolíticas de nuestro tiempo, donde el cinismo, la brutalidad y la indiferencia juegan papeles centrales en la diplomacia y el poder.
Por otro lado, Emilia Pérez marca una evolución del musical, desde la inocencia de La Novicia Rebelde hasta una narrativa mucho más compleja y cargada de subtexto político y social. La transformación de este género simboliza un mundo que ha dejado atrás las historias simples y busca relatos que dialoguen con las luchas de género, la justicia y el poder. Su existencia dentro de las nominaciones es una declaración: la audiencia y la industria ya no buscan entretenimiento vacío, sino arte que cuestione y proponga.
Anora, con su desparpajo, nos recuerda que el descaro y la irreverencia son herramientas de protesta y resignificación. En un mundo donde los dogmas y las tradiciones están siendo desafiados, el cine responde con personajes que encarnan la resistencia a las normas establecidas. La indiferencia de Un hombre desconocido, en cambio, nos sitúa frente a una sociedad donde el anonimato y la alienación son síntomas de una crisis existencial más profunda, reflejo del desgaste emocional y la fragmentación del individuo moderno. Esta frialdad encuentra paralelismos en la indiferencia política vista en la escena entre Zelensky y los líderes estadounidenses, donde la retórica de la diplomacia se enfrenta a la crudeza del pragmatismo geopolítico.
Finalmente, Cónclave representa un vuelco en la narrativa religiosa y política, evidenciando que ni siquiera el Vaticano es ajeno a los cambios de era. La fe y la política, dos instituciones tradicionalmente rígidas, están en constante reajuste frente a un mundo que exige mayor transparencia, diversidad y rendición de cuentas. La elección de este filme dentro de las nominaciones señala que los relatos de poder eclesiástico ya no pueden permanecer inmutables.
En este contexto, The Apprentice se suma a la conversación como un retrato del ascenso de Donald Trump en el mundo de los negocios y la política, exponiendo cómo la ambición y la manipulación mediática han redefinido el liderazgo moderno. La película dialoga directamente con la forma en que la política se ha convertido en un espectáculo y cómo figuras como Trump han moldeado su imagen a través de tácticas de poder y controversia. Los hechos recientes resaltan precisamente esta nueva dinámica, donde la diplomacia y la política se han convertido en una arena de cálculo estratégico y narrativa mediática.
El cine, como toda manifestación artística, no solo refleja la realidad, sino que la moldea y la cuestiona. Si las nominaciones al Oscar de este año nos dicen algo, es que el cambio de Era no es una posibilidad futura, sino un presente palpable. La política, el arte y la cultura avanzan de la mano hacia una nueva narrativa, una donde la brutalidad, la evolución, el descaro, la indiferencia y la transformación se entrelazan para dar forma a nuestro tiempo. Como dije antes los eventos políticos, como la emboscada en la Casa Blanzca no hacen sino reafirmar que vivimos en una época donde las formas del poder y el arte se influencian mutuamente, revelando las tensiones y cambios de un mundo en redefinición en donde cada vez es más delgado el hilo entre la ficción y la realidad.