Combatir la pobreza

“El objetivo principal del gobierno 

es acabar con la pobreza”. 

Andrés Manuel López Obrador

La pobreza general cayó en términos porcentuales en 2008-2018, pero el número de pobres aumentó. La pobreza extrema tuvo una disminución más pronunciada y no solo en porcentajes sino en personas. Las cifras del INEGI y el Coneval nos dicen que sí ha habido avances, pero no suficientes, en la lucha contra la pobreza en un período hoy despreciado por haber sido “neoliberal”. La pobreza general no ha bajado más porque el crecimiento económico ha sido pequeño y se han generado pocos empleos. La pobreza extrema ha caído más que la pobreza general porque los programas sociales del gobierno sí parecen haber alcanzado y beneficiado a los más pobres. 

Entre 2008 y 2018, según la última “Medición de la pobreza” del Coneval, la pobreza bajó de 44.4 a 41.9 por ciento de la población; pero por la expansión demográfica, el número total de pobres subió de 49.5 a 52.4 millones. Por otra parte, la población en pobreza extrema bajó de 11 a 7.4 por ciento o de 12.3 a 9.3 millones de personas. 

Los avances han sido consecuencia de los programas gubernamentales más que de la generación de empleos. Si se excluyen los programas sociales y se consideran nada más los ingresos, la población en pobreza apenas bajo dos décimas, de 49 a 48.8 por ciento, en estos diez años. Casi siete millones de personas se sumaron a la pobreza de ingresos al pasar de 54.7 a 61.1 millones. 

Los avances en pobreza extrema, por otra parte, se eliminan por completo una vez que se consideran solamente los ingresos y se excluyen los beneficios sociales. La población en pobreza extrema se ubicó en 16.8 por ciento en 2018, el mismo porcentaje que en 2008. El número de personas de pobreza extrema subió, por otra parte, de 18.7 a 21 millones si solo se consideran los ingresos. 

Las cifras subrayan la incapacidad de la economía mexicana para crear un número suficiente de empleos. La expansión de 2 por ciento al año del período no puede hacer otra cosa. En contraste, parecería que los programas sociales de los gobiernos “neoliberales” sí fueron capaces de lograr una reducción importante en el número y en el porcentaje de personas en pobreza extrema: de 21 a 9.3 millones de personas y de 16.8 a 7.4 en porcentaje. 

El nuevo gobierno debería profundizar los programas sociales, pero el hecho de que quiera aplicar algunos a personas que no viven en pobreza extrema genera dudas. Los programas sociales focalizados tuvieron éxito porque se concentraban en la población en pobreza extrema. Muchos de los nuevos programas benefician a gente que no está en esa situación. Los subsidios para mayores de edad, por ejemplo, los recibirán incluso los ricos. 

El gran reto, como en gobiernos anteriores, es generar más empleos e ingresos para los pobres. Para eso se necesita inversión, pero de momento el nuevo gobierno está fracasando. La inversión fija bruta cayó 6.9 por ciento entre julio de 2018 y julio de 2019. La construcción se desplomó 8.3 por ciento. Sin inversión, no tendremos nuevos empleos. 

Las cifras del Coneval, que hasta ahora ha mantenido su independencia, deben obligarnos a reflexionar. No todo lo que sucedió en el pasado fue negativo. Los programas sociales ayudaron a bajar la pobreza extrema. El lado negativo es que el crecimiento económico no fue suficiente para generar mayores ingresos. El nuevo gobierno debe hacer mayores esfuerzos para aumentar la inversión. Esa es la solución si realmente quiere acabar con la pobreza. 

Seguro Popular

Juan Ramón de la Fuente señala: “Siempre me opuse a la forma como se aplicó el Seguro Popular”. Añadió que la corrupción que propició el programa, “por su errática ejecución, es inadmisible”. Ojalá que en la discusión pública surja algo que mejore el antiguo Seguro Popular y no simplemente lo deseche. 

Twitter: @SergioSarmiento