Cuando la selva grita y nosotros enmudecemos
Si perdemos la selva (pulmón verde México), perdemos todo.
Ayer tuve oportunidad de presenciar una revelación que me sacudió hasta la médula, una experiencia que transformó mi percepción sobre lo que está ocurriendo en uno de los tesoros más preciados de nuestra nación: Greenpeace México estrenó su más reciente documental: “Voces de la Selva Maya. Una batalla por la vida”.
Lo que mis ojos contemplaron durante los 59 minutos que dura este desgarrador testimonio visual me dejó sin aliento. La majestuosidad de la Selva Maya vista desde las alturas se contrapone brutalmente con la devastación que ocurre a ras de suelo. Un contraste que solo puede ser descrito como el encuentro entre la vida y la muerte, entre la belleza y la destrucción, entre el México que fuimos y el que estamos condenando a no existir.
Cada día —escuchen bien— cada día que amanece, la Selva Maya pierde 196 hectáreas de territorio. Para dimensionarlo: es como si diariamente arrasáramos con una superficie equivalente a 28 Estadios Azteca. ¿Pueden imaginarlo? ¿Pueden concebir este nivel de destrucción sistematizada?
Contrario a las promesas oficiales de utilizar vías existentes, el 87% de la deforestación causada por la construcción del Tren Maya, ocurrió sin autorización de Cambio de Uso de Suelo en Terrenos Forestales. Esto incluye áreas naturales protegidas donde más de 10 millones de árboles fueron arrancados de raíz.
El contraste entre la indiferencia oficial y el dolor de quienes habitan la selva queda plasmado en cada fotograma del documental. Las imágenes aéreas revelan patrones de destrucción que solo pueden ser apreciados desde lo alto: cicatrices lineales por donde avanza el tren, manchas rectangulares donde antes había árboles y ahora hay granjas industriales, perforaciones del suelo para extraer sascab, el material pétreo utilizado para la construcción.
Es verdaderamente inconcebible el daño irreversible que Andrés Manuel López Obrador, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo y los responsables de la autodenominada Cuarta Transformación han infligido sobre la Selva Maya. Más indignante aún resulta presenciar cómo sus seguidores y simpatizantes han callado complacientemente o, peor aún, justificado esta devastación con argumentos economicistas vacíos. Hacerlo precisamente cuando el mundo atraviesa una emergencia climática sin precedentes es un acto que trasciende la irresponsabilidad política para convertirse en verdadero crimen ambiental. No hay manera de nombrarlo de otra forma: quienes destruyen los ecosistemas por acción directa y quienes lo permiten por omisión y silencio cómplice son criminales ambientales, y algún día la historia y las generaciones futuras los juzgarán con la severidad que merecen.
¿Qué clase de progreso es éste que condena a muerte a un ecosistema entero? ¿Qué nacionalismo puede presumir quien aplaude la destrucción de la segunda reserva forestal más importante de América Latina después del Amazonas? ¿Qué clase de legado estamos construyendo cuando especies en peligro de extinción como jaguares, venados y tapires son clasificadas como “fauna nociva” por la empresa operadora Tren Maya, S.A. de C.V., dependiente de la SEDENA? La militarización del sureste de México ha sido también la militarización contra la naturaleza misma.
Este es un momento decisivo para nuestra nación. La Selva Maya es mucho más que árboles y animales; es la reserva de agua subterránea más grande de México, es el hogar ancestral de comunidades mayas, es un regulador climático fundamental para el país entero.
Es fácil mirar hacia otro lado, consolarnos pensando que el problema está lejos, que no nos afecta directamente. Pero cada respiro que damos contiene oxígeno generado por esos árboles que están siendo talados. Cada gota de agua que bebemos está conectada a ese sistema hídrico que está siendo contaminado. Somos parte de la misma red de vida que estamos destruyendo.
La batalla por la Selva Maya es una batalla por la vida misma. Y en esta lucha no podemos ser espectadores pasivos. La selva grita. ¿La escuchamos?
Delírium Trémens.- Quiero expresar mi más profundo agradecimiento a Carlos Samayoa y a todo el equipo de Greenpeace México por brindarme la oportunidad de acceder a este documental tan revelador. Esta experiencia no solo me ha sensibilizado personalmente sobre la gravedad de la situación, sino que nos compromete a quienes formamos parte de Cambio de Ruta a difundir y denunciar lo que no puede describirse sino como un verdadero etnocidio fomentado por la 4T. El documental “Voces de la Selva Maya. Una batalla por la vida” (México, 2024) estará disponible próximamente en plataformas digitales.
@luisglozano