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De la (in)seguridad pública en la política representativa

Por José Ramón Jiménez Martínez

Marzo 09, 2023 03:00 a.m.

A

Nuestro sistema político (republicano-democrático-federal-representativo; dividido en tres poderes: ejecutivo, legislativo y judicial) pareciera que se reduce a la elección de representantes (gobernantes) entre los representados (gobernados); constituyendo entre ambas clases la sociedad (ciudadanía) y lo social.

No obstante, vivimos un momento histórico-social (devenir de la sociedad) donde la violencia (ley del más fuerte) trasciende en muchos ámbitos el orden sustentado en el Derecho (en las leyes) y, tal situación (o el temor de sucumbir) reclama el esfuerzo de sacudir la indiferencia; rebelarse, aunque sea en palabras ante el (des)orden que nos abraza indefectiblemente.

No bien hemos pasado la elección del Ejecutivo Estatal y estamos ya en la marea del proceso para “elegir” al Ejecutivo Federal, los Ejecutivos Municipales y Legisladores (federales y estatales).

En este cíclico proceso de elecciones, la (in)seguridad es pretexto de acusaciones y promesas entre los protagonistas que buscan ser elegidos para gobernarnos; envestidos un día de un color y, al siguiente día, de otro color. Aunque sea opuesto al que ayer se representaba (ideológica o políticamente). 

Penosamente, ante el fenómeno de la (in)seguridad pública, el único planteamiento que ha roto el discurso imperante de mirar a la delincuencia organizada desde una perspectiva diferente a la de “enemigos”, es la que colocó en el discurso político (primero) el actual Ejecutivo Federal bajo el popular y criticado lema de “abrazos-no balazos” y, posteriormente, convertido en acciones (políticas públicas) que “atiendan de raíz el problema” (gobierno de la 4T dixit).

Lo que se plantea es la necesidad de “mirar” y discutir la violencia social vigente desde otras perspectivas puesto que, más allá del discurso político, en la realidad de quienes vivimos entre gobernantes y delincuentes (considerándoles como dos clases sociales diferentes, aunque en algunos casos existan personas que forman parte de ambas clases), el campo de desarrollo (trabajo, convivencia social y ocio) se reduce tanto que, por momentos, trastoca la esperanza del porvenir.

Esto es: el discurso del gobernante tiende a “explicar”, justificar, el fenómeno en relación a las acciones que como gobernante desarrolla y, el gobernado, a sortear los factores de riesgo que las condiciones sociales definen (entiéndase como los hechos violentos: las balaceras, atracos, levantones, etcétera, etcétera). 

Los cuestionamientos son diversos, pero habría que saber las ideas sobre el tema, más que el manejo estadístico, de quienes pretenden gobernar. 

Por ejemplo, ¿el “delincuente” es un ser ajeno a la realidad social constituida por gobernantes y gobernados? o, ¿es parte de ella?

Veamos al menos una consecuencia que se sigue al tomar posición sobre el fenómeno en cuestión:

-Al considerar a los delincuentes como “ajenos” a la sociedad, es decir, como personas que se han colocado fuera del orden social, ¿son enemigos sociales? Y, en consecuencia, ¿se entiende que se les combata frontalmente? 

Esto es, ¿aceptamos la necesidad de la guerra?

-Si no aceptamos la necesidad de la guerra; es decir, si creemos que la delincuencia es parte de la sociedad que compartimos; ¿qué tipo de clase social son?; en consecuencia, ¿es posible considerar a la delincuencia como una tercera clase social? (Gobernantes-gobernados-delincuencia) 

Si la delincuencia es un tipo de clase social y sin caer en tautologías (siendo serios, como diría el difunto German Dehesa) ¿qué tipo de clase social es? ¿es posible un marco de relación sin guerra?

Muy posiblemente, lo aquí planteado parezca absurdo; posiblemente sí lo sea. Pero hay que tomar riesgos, exponerse, pues el pensamiento absurdo también refleja lo real; baste recordar que, para establecer que la tierra no era el centro del universo, fue necesario seguir la lógica (en un principio absurda) de quien lo planteó inicialmente.

Tal vez sea necesario que en el próximo proceso para elegir representantes políticos (gobernantes) quienes pretenden gobernarnos se atrevan a rayar en un discurso absurdo antes que seguir atrapados en lo bien dicho de las formas en que vivimos. 

joseramonuhm@hotmail.com