Después de la calumnia, la exoneración de Ricardo Anaya

¿Qué habría pasado si en la elección del 2018, Peña Nieto no hubiera levantado su campaña infame y antipatriótica para calumniar a Ricardo Anaya y pavimentarle el camino a la presidencia a López Obrador? ¿Habría ganado Anaya? o ¿Habría ganado AMLO de todos modos? Esa respuesta nadie la puede dar, pero lo que sí es muy razonable decir, es que el resultado muy probablemente habría sido muy diferente en cuanto al porcentaje de votos y en cuanto a la composición de la Cámara de Diputados y la de Senadores. Por eso digo que fue antipatriótica la traición de Peña Nieto al pueblo de México y a su derecho de decidir libremente su voto, porque contaminó la elección, la ensució, por la calumnia y el uso de las instituciones del estado para un propósito ilegal e inmoral. Probablemente no estaríamos hoy lidiando con un presidente con un claro perfil autoritario que está destruyendo instituciones necesarias para una vida democrática y con división efectiva de poderes.

Recién la semana pasada varios medios de comunicación, no todos, dieron a conocer que Ricardo Anaya, excandidato presidencial del PAN, fue exonerado el pasado 28 de noviembre, del delito de lavado de dinero del que fue acusado por la PGR (hoy FGR), en febrero del año pasado, cuando estaba por empezar la campaña para la presidencia de la república y cuando ya se veía claramente que iba al alza su candidatura. Anaya rechazó esas acusaciones y denunció el uso faccioso de las instituciones para perjudicar su candidatura. El expediente que se abrió en su contra, nunca llegó a juicio y el Ministerio Público lo archivó el 28 de noviembre, dos días antes de terminar el sexenio de Peña Nieto, “por no existir datos de pruebas suficientes”, cuando el daño a la candidatura ya estaba perpetrado. 

Varios meses después, el expediente concluyó que los recursos eran lícitos. “Se encuentran sustentados en diversos ingresos propios de su actividad económica inmobiliaria y un crédito bancario”. 

El otro golpe artero que recibió Anaya durante su campaña, se difundió en un video de Youtube unos minutos antes del tercer debate presidencial en junio del 2018 en el que el hermano de Manuel Barreiro prometía privilegios legales y administrativos a una empresaria argentina, si ganaba Anaya. El partido de Anaya, el PAN, responsabilizó entonces a Peña Nieto de filtrar el video como parte de una campaña de acoso y derribo.”

Es ahora, casi un año después de que se le levantó la calumnia a Anaya, en marzo del 2019, cuan do se viene a hacer pública la exoneración. Mientras tanto Anaya tuvo que hacer frente a la sospecha, al desprecio de quienes se dejaron llevar por la infamia perpetrada por Peña Nieto. Tuvo que resistir en su vida familiar, personal, social y política, los efectos de esa iniquidad. Vio cuestionada su honorabilidad y la de algunos de sus familiares, y, a pesar de que se defendió denodadamente, pesó en el ánimo de millones de electores la propaganda gubernamental que buscaba impedir a todo trance que llegara a la presidencia el candidato que había prometido que, de llegar a la presidencia, sometería a proceso judicial a EPN.

La noticia de la exoneración formal de Anaya, por otro lado, demostró en forma irrefutable, que: 

1.- El gobierno de Peña Nieto, plagado de corrupción hasta los huesos, tenía pavor de verse sometido a juicio y prefirió cometer la canallada de calumniar a Anaya para permitir que llegara a la presidencia AMLO y no Meade, cuya campaña no levantaba apoyo suficiente para competir.

2.- Su discurso de “amor y paz”, de “abrazos en lugar de balazos”, de “no soy rencoroso”, de “perdón y olvido”, de no meter a la cárcel a nadie porque “no cabrían” y de que “las escaleras se barren de arriba abajo”, no fueron más que frases de campaña para engañar a los mexicanos y para justificar el manto de impunidad que cubrió a Peña Nieto a cambio de su ayuda para socavar la campaña de Anaya.

3.- Si AMLO proclama su calidad moral y su deseo de combatir la corrupción, no veo cómo lo podrá hacer sin hacer justicia y sin meter a la cárcel a algunos siquiera de los principales del gobierno anterior, empezando por Peña. 

Creo que AMLO está obligado moralmente cuando menos, a declarar públicamente su rechazo tajante a la campaña de calumnias contra Anaya, que a querer o no, lo acabaron beneficiando a él y por qué no, hasta ofrecer una disculpa pública. Creo que eso lo engrandecería a los ojos de los mexicanos.

Los ciudadanos decidieron darle su voto mayoritariamente al candidato y al partido que tuvo como principal bandera el combate a la corrupción, que es el cáncer que tiene postrada a esta nación y no la deja progresar. Por lo pronto no parece querer tomar acción enérgica y justiciera, no vengativa, contra los corruptos del sexenio anterior.

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