Por diversas circunstancias, la carrera por la próxima gubernatura se ha abierto ya de manera franca, mucho debido a la constante presencia del Presidente López Obrador en tierras potosinas, y teniendo en cuenta que San Luis Potosí fue el segundo estado con menos votación a su favor en la elección de 2018. Es inevitable pensar que sus giras tienen una connotación claramente electoral.
Pero antes de pensar en personas y partidos, es menester preguntarnos cuál debiera ser el perfil idóneo para ocupar el cargo de Gobernador de San Luis Potosí, por lo que de suyo ya representa, y por las circunstancias político-electorales que se viven en el país y las que enfrenta nuestro estado también de manera particular en lo social, económico y político.
Gobernar San Luis Potosí es conciliar a grupos y regiones muy diferentes, con idiosincrasias disímbolas, no es lo mismo tratar a caciques huastecos, grupos étnicos, que campesinos de la zona media o centro, ganaderos de las diferentes regiones, pujantes mineros del centro y altiplano, y profesionistas, comerciantes e industriales del centro.
Gobernar San Luis Potosí significa consolidar el gran crecimiento económico que se ha venido gestando en la zona centro, y transformarlo en desarrollo para todas las regiones de la entidad.
Gobernar San Luis Potosí es saber desmadejar las intrincadas relaciones de la delincuencia organizada con los actores políticos, sociales y económicos, erradicarlos e impedir que afecten a la seguridad patrimonial e individual de los potosinos, y blindarnos de las mafias que dominan regiones cercanas.
Gobernar San Luis Potosí significa conciliar a los actores del epicentro político, que finalmente siempre ha sido y será en toda entidad la zona metropolitana de la capital, tan demandante de un gobierno transparente, eficiente y que rinda cuentas, como de también un liderazgo fuerte y sólido que imponga el orden cuando es necesario.
Gobernar San Luis Potosí significa también generar acuerdos con fuerzas políticas opuestas, tanto en el ámbito municipal como en el ámbito legislativo, y ahora de manera especial con el gobierno federal, tan centralizador de recursos y atribuciones, y tan orientado a las clases sociales más desprotegidas.
Gobernar San Luis Potosí implica de manera decidida modernizar a su administración pública, tan obsoleta y requirente de sistemas inteligentes que realmente permitan evaluar su desempeño y tomar decisiones efectivas de política pública, pero sobre todo interactuar de manera digital con la sociedad, y más ahora con la pandemia del Covid que llegó para quedarse.
Por tanto, antes de pensar en nombres, San Luis requiere un próximo Gobernador que conozca profundamente a su Estado, a su gente, con un liderazgo fuerte, de presencia y autoridad, pero con sabias artes de conciliación. Con amplia experiencia en cargos legislativos y ejecutivos. Con identidad y conocimiento del sector económico, pero mucha mayor identificación con la población marginada y carente de acceso a derechos, bienes y servicios.
En suma, el resultado nos arroja que San Luis no está para improvisaciones, mucho se ha hecho y mucho hay por consolidar. En torno a ello debe girar nuestra reflexión política de los próximos meses.
Aprovecho la ocasión para a nombre del grupo de profesionistas que hemos pasado por esta columna “Política y Administración Pública”, brindarles una sincera y efusiva felicitación a todos los miembros del equipo Pulso, que ha encabezado la tenaz y destacada lucha por llevar la verdad a la sociedad potosina por más de 32 años. ¡Enhorabuena!
Twitter: G_Rosillo