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Entender México desde la Revolución

Por Jorge Andrés López Espinosa

Noviembre 20, 2023 03:00 a.m.

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En aquellos años mozos de la educación primaria, recordamos con nostalgia los festejos que se preparaban para recordar la gesta heróica revolucionaria iniciada un 20 de noviembre de 1910, -exactamente un siglo después del inicio de la independencia-. No faltaban los bailables con las adelitas y las carrilleras de cartón, ni tampoco la presencia del mostacho muy al estilo del caudillo del sur. 

Pero, más allá del colorido día de asueto, realmente nuestro sistema educativo, ¿tuvo alguna vez la intención de explicar a la niñez mexicana de un modo objetivo, qué significó la revolución?. Me parece definitivamente que no y pretender hacerlo en una columna, tampoco sería viable, pero a propósito de la fecha dejaré algunas ideas espero que provocadoras, que nos lleven a la reflexión en un día que no puede ni debe pasar desapercibido. 

Si Pofirio Díaz había logrado darle al país cierta estabilidad y presencia internacional, logrando transitar el caótico siglo XIX a la primera década del siglo XX, ¿qué motiva verdaderamente la revolución?. En lo personal, no me cabe la menor duda que el motor principal fue un cambio político generacional, un relevo que pospuso el mixteco Díaz Mori dejándolo en el poder de un modo forzado, un grupo de hombres todopoderosos a su alrededor, pero casi todos octagenarios que no entendieron nunca, hasta luego del alzamiento, que su tiempo en el poder, había terminado. 

Madero, Zapata, los hermanos Flores Magón, los Serdán, Villa, así como  un grupo de generales y políticos que emergió de ese México desigual, donde la pax porfiriana, contrastaba con la miseria y la desolación de millones frente a los excesos de una élite que adoptó modos afrancesados sólo en el vestir, pero no en la libertad, la igualdad ni menos la fraternidad. 

El pretexto inicial fue el sufragio libre, pero una vez que Porfirio decide renunicar e irse a Paris, -en lo que fue quizá el último gesto de patriotismo decimonómico-, para evitar un derramamiento de sangre, dejó una silla vacía a la que todos los actores militares, políticos y hasta forajidos, creían tener el derecho de sentarse. 

Con la partida de Díaz en el barco Ipyranga, inició una lucha encarnizada por el poder político presidencial que a la fecha subsiste, el partido antireeleccionista que postulaba a Madero triunfa, pero luego es asesinado ni más ni menos que por su Ministro de Guerra; ante la traición Belisario Domínguez alza la voz costándole la lengua y también la vida, batallas en el norte y en el sur, efimeros gobiernos, reina el caos y ninguno de los liderazgos cede. 

En Aguascalientes una primera intentona, luego otra en la Ciudad de México, finalmente los liderazgos -por cierto todos varones- logran reunirse en Querétaro ante el llamado de Carranza, es ya febrero de 1917, más de seis años han pasado después de aquel Plan de San Luis, muere la Constitución Federal de 1857 y emerge la primera Constitución Política de corte Social en el mundo, en ella se intentaron colocar las exigencias de un pueblo hambriento, tratando de dar desde el papel, salud para todos, educación laica y gratuita, reparto de tierras en reconocimiento del ejido y la comunidad, con un sufragio libre y gobiernos democráticos. 

La revolución sin embargo, a diferencia de la independencia no tiene fecha de consumación y no la tuvo porque, la revolución se convirtió en discurso a partir de 1917, que en su artículo 136 que reconoce implícitamente  desde entonces el derecho a la rebelión, al menos como una posibilidiad. 

Años más tarde surgiría el PNR, con Elías Calles a la cabeza del país y de un partido, desde donde sentenció aquel lejano 1929, que los hombres perecen, pero las instituciones permanecen, aunque el mismo Plutarco sucumbió a la tentación de ejercer el poder más allá de su mandato. 

Así, la revolución se fusionó en instituciones que ahí siguen, en el país del milagro, el de un partido desde el que, por afinidad o por antítesis gestó también un sistema de partidos, desde Cárdenas hasta Fox, pasando por Calderón, Peña y Obrador en el México de las alternancias, es válido hoy recordar, en este 20 de noviembre, mucho de lo bueno que dejó aquella Revolución, sin olvidar que la miseria, el hambre y la desigualdad, esos flagelos que motivaron a mujeres y hombres a tomar las armas, siguen ahí, recordándonos que esta Revolución, no ha terminado y nosotros nos guste o no somos los hijos, nietos y bisnietos de aquella gesta inacabada, nos tocará pues culminarla, aunque para hacerlo habrá que estar siempre dispuestos. 

Excelente inicio de semana revolucionaria. El libro de hoy: “Los de Abajo” de Mariano Azuela. 

Los sigo leyendo en el correo: 

jorgeandres7826@hotmail.com