Gustavo Petro
Dr. Israel Lopez Monsivais Elizondo / política y aministración pública
La presidencia de Gustavo Petro, en Colombia, es lo más cercano al realismo mágico de Gabriel García Márquez: traiciones palaciegas, disputas eternas, planes secretos para destituirlo, distanciamiento de aliados, escándalos familiares, una confrontación entre el poder político, económico y mediático.
Colombia es un país históricamente conservador en sus valores y en lo económico; la presidencia de Petro es un rompimiento con las políticas neoliberales y el fin de la colaboración con Washington en la estrategia de seguridad contra el crimen organizado.
Desde mi perspectiva, es el jefe de Estado con mayor formación intelectual de la segunda ola de gobiernos progresistas en América Latina; en los discursos, sus memorias (Una vida, muchas vidas) y en las entrevistas/conversaciones con María Jimena Duzán, podemos identificar a los múltiples Petro’s previo a la presidencia: joven idealista, ex guerrillero, lector, político de oposición combatiente y defensor del medio ambiente.
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Igualmente, Petro tiene varios de los peores defectos de los políticos y políticas tradicionales, la impuntualidad y la soberbia como mala consejera, recordar que el cargo es momentáneo.
La administración que comenzó el 7 de agosto de 2022 y termina el 7 de agosto de 2026 puede ser una oportunidad perdida para la izquierda colombiana, por los errores propios, el supuesto financiamiento ilegal de su campaña, las salidas de su gabinete y las promesas incumplidas como la paz total.
Petro como Boric, Lula o Milei, son presidentes con gobiernos divididos, sin mayoría en los congresos sus proyectos se han visto estrechados. Contrastando los gobiernos de Chile, Brasil y Argentina con el obradorismo en México (2018 a la fecha), se puede observar como los primeros fueron bloqueados en su agenda legislativa, en cambio, en el caso mexicano identificamos que sacaron adelante las reformas constitucionales. La importancia de construir y consolidar un bloque histórico (Gramsci) en el presidencialismo latinoamericano.
Uno de los principales antagonistas de Petro es el poder mediático, un sector se ha dedicado a hacer política como opositores perdiendo rigor periodístico, finalmente, los medios latinoamericanos no son neutrales y operan como actores políticos, que en algunos casos son guardianes/voceros del poder económico; por ejemplo, desde la derecha Vicky Dávila, de Semana, se encamina a la candidatura presidencial.
Petro tiene aciertos en materia social, de pensiones, reducción de jornada laboral, en posicionamiento internacional desde la izquierda y control de la inflación, por citar algunos.
En las últimas semanas recuperó la narrativa e iniciativa, el Pacto Histórico salió unido rumbo a las consultas para definir la candidatura progresista; en el camino se distanció de Laura Sarabia y Francia Márquez, se queda con el camaleónico y cuestionable Armando Benedetti.
Parece que el péndulo puede regresar a la tradicional derecha colombiana, sin perder de vista al centrista (en Colombia le dicen tibio) y eterno candidato Sergio Fajardo, le auguro a la izquierda colocarse en segunda vuelta, las probabilidades de victoria dependerán del cierre de Petro.
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