Haz lo que digo

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“Ejemplo es liderazgo”. 

Albert Schweitzer

La conferencia mañanera de ayer fue un ejemplo de lo que no se debe hacer en estos tiempos del coronavirus. A un lado del presidente había dos apretadas filas de sillas para funcionarios que no son precisamente un dechado de juventud. Al frente se encontraban otras cerradas hileras para reporteros y activistas disfrazados de periodistas, amontonados principalmente en las dos primeras. 

La mañanera, sin embargo, no es excepción. El 18 de marzo se convocó a una conferencia de prensa en el aeropuerto de la Ciudad de México para anunciar medidas sanitarias, pero los reporteros estaban virtualmente uno encima del otro. Ayer, en el campo militar número 37 en Huehuetoca, miles de graduados de la Guardia Nacional y público esperaron durante horas la llegada del presidente López Obrador en cerradas filas e hileras de asientos. 

La sana distancia que pregonan los responsables técnicos de enfrentar la pandemia del nuevo coronavirus se desvanece ante la irresponsabilidad del presidente y de quienes toman decisiones para sus presentaciones públicas. Parece un caso de “Haz lo que digo, no lo que hago”. 

Entiendo la estrategia del subsecretario Hugo López-Gatell: “Tenemos que estar preparados para una epidemia larga”. Estoy de acuerdo con la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, cuando dice que las medidas de restricción deben aplicarse gradualmente para no multiplicar los costos económicos. “Como jefa de gobierno, mi responsabilidad es la salud pública, pero también la seguridad y la economía, el bienestar de la población”. Ayer descartó, “por el momento”, el cierre de mercados o centros comerciales. Es lo correcto. Generar desempleo o desabasto es lo último que debe hacer un gobierno inteligente en las actuales circunstancias. 

Hay medidas sanitarias elementales que frenan los contagios y no producen daños económicos, como el lavado constante de manos y la sana distancia. Pero al impulsar estas conductas, los gobernantes deben ser líderes que enseñen con el ejemplo y no simples burócratas que ordenen lo que se debe de hacer y hagan lo contrario. 

Es importante entender las dimensiones de la pandemia. Mucha gente sigue pensando que el coronavirus es un mito. Otros consideran que es el peor reto de la humanidad desde la Segunda Guerra Mundial. Las dos visiones son falsas. Hasta el 18 de marzo, había 207,855 infectados y 8,648 muertes desde la detección de la enfermedad el 31 de diciembre de 2019. Estas cifras de la OMS son muy altas. La tasa de mortalidad parece ser de 5.7 por ciento de los infectados (David Baud et al, The Lancet, 12.3.20). Pero cada año mueren 56 millones de personas en el mundo, 153,425 cada día. Las 8,648 del covid-19 en dos meses y medio no pintan, no se comparan siquiera con las de las influenzas, que infectan de 3 a 5 millones de personas y causan entre 250 mil y 500 mil muertes cada año. 

Se deben tomar medidas razonables para detener el covid-19, como se aplican para las influenzas. Pero es importante que tengan realmente una lógica sanitaria. Cerrar centros comerciales y gimnasios, o encerrar a la gente en sus casas, no sirve para nada, solo para generar daños económicos. Algunas de las medidas que se han aplicado están empujando al mundo a lo que podría ser la peor contracción económica desde la Gran Depresión. 

Por lo pronto, hay que seguir impulsando las recomendaciones gubernamentales de lavarse las manos constantemente y mantener una sana distancia. El reto ahora es lograr que el presidente y sus funcionarios hagan caso. 

Fondos perdidos

Teníamos un Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios y un Fondo de Protección contra Gastos Catastróficos en Salud. Pero la 4T utilizó buena parte del primero y todo el segundo para financiar gasto corriente. Fue una decisión estúpida. 

Twitter: @SergioSarmiento