In-D: El futuro según Morrison
In-D: El futuro según Morrison
Se cumplieron 53 años desde que Jim Morrison, vocalista de The Doors, murió de manera misteriosa en la bañera de su apartamento de París. La historia del cantante californiano se ha contado infinidad de veces en libros, documentales y películas. Hay detalles de la vida de Morrison que todos conocemos. Sus años como estudiante de cine en la UCLA, su fugaz historia musical, sus arrestos, su faceta como poeta y su inclusión al mítico “Club de los 27” junto a estrellas como Janis Joplin y Jimi Hendrix. El mundo entero lo ha puesto en un pedestal al considerarlo el líder de The Doors y, ahora que ya se ha cumplido más de medio siglo de su extraño fallecimiento, vale la pena hacer una reflexión acerca de su figura.
Como todas las estrellas del entretenimiento, Jim Morrison tenía alrededor muchas verdades y muchas mentiras. El mote de “líder” le fue asignado por la opinión pública de manera equivocada. El mundo entero confundió el carisma de Morrison con el verdadero liderazgo. Es verdad que se trató de una figura icónica, polémica, atractiva y encantadora. Es verdad que su persona contaba con un magnetismo único y que tan solo cuatro años de carrera musical le bastaron para dejar huella en la historia del rock and roll.
Aun así, considerarlo líder de The Doors es el malentendido más grande que gira en torno a su persona. Si alguien debe ser etiquetado como líder de la legendaria banda californiana tendría que ser su tecladista Ray Manzarek. El verdadero motor creativo estaba en manos de este talentoso músico que fungió como el verdadero titiritero de The Doors a lo largo de toda su carrera musical. Un hombre de inteligencia superior al promedio que supo leer el entorno y fue capaz de manejar a la banda desde un bajo perfil. Mientras los reflectores recaían siempre sobre la imagen de Morrison, realmente era Manzarek quien decidía el rumbo musical y creativo de la agrupación. Surge entonces la gran interrogante: ¿Por qué sigue siendo tan importante el personaje de Jim Morrison?
Hay en la figura de Morrison un peso específico. Resulta que sin ser el mejor cantante logró encontrar la manera de enquistarse en el imaginario colectivo de la cultura pop mundial. Es uno de esos personajes que supo manejar su energía para canalizarla de manera adecuada y lograr impactar a las masas.
Morrison murió en 1971 pero The Doors, sin saberlo, sentaron los precedentes para una de las prácticas más comunes dentro de la industria musical actual: el uso de la voz de un cantante fallecido. “An American Prayer”, de 1978, fue el último álbum de estudio de la banda. El proceso de grabación de este material fue único. La banda se reunió para grabar la música sobre la voz de Morrison que había sido capturada en 1970, creando uno de los discos más experimentales de la década.
Hay en Jim Morrison algo de visionario, algo de ese ocio que los grandes genios saben capitalizar para convertirlo en ideas revolucionarias. Jim era uno de esos personajes que invertía tiempo en fantasear acerca de cómo sería la industria musical en el futuro. Esas predicciones del hombre rodeado de máquinas generando música sin la necesidad de una banda en vivo son realidad en nuestros días. Una industria musical dominada por DJ’s fue imaginada por un cantante de gran fama y popularidad, pero de talento muy modesto, que murió hace más de medio siglo.
Tal vez ese sea el gran mérito de Jim Morrison. Más allá de la aportación musical, son esas ideas contemplativas que buscan encontrarle rumbo y sentido al futuro lo que le valió un sitio entre los grandes del rock. Es esa curiosidad genuina y esa preocupación por sentarse a imaginar el rumbo que tomarían las cosas al pasar de los años la que forja a los grandes iconos de la historia. El legado de Jim Morrison seguirá vivo en sus poemas y en sus ideas, pero sobre todo en la inspiración que pueda generar en las nuevas generaciones para sacar provecho del ocio y simplemente sentarse a imaginar.