La semana pasada conocimos los hallazgos preliminares sobre la economía mexicana, así como la valoración del manejo de la política económica, preparados por el equipo de analistas del FMI. En mayo y junio de este mismo año, el FMI publicó la apreciación de la junta de gobierno sobre los riesgos y debilidades de las economías de Canadá y Estados Unidos, respectivamente.
Estos breves documentos del FMI valen por su independencia de análisis, y porque advierten de los riesgos a los que está expuesta una economía. Este comunicado de prensa de 19 párrafos es el primero que hace el FMI durante la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador. El examen abordó: (I) contexto, perspectivas y riesgos; (II) reformas a la política fiscal y a la estructura fiscal; (III) política monetaria; (IV) estabilidad financiera, y (V) reformas estructurales.
En el contexto de desaceleración de la economía global, el FMI reconoce la resiliencia de la economía mexicana, la cual atribuye a tres características: una, el fuerte compromiso de la nueva administración con la prudencia fiscal; segunda, a una política monetaria que ha logrado llevar a la tasa de inflación a la meta, y, tercera, a la firmeza en la supervisión y regulación financiera. No obstante, advierte la fuerte desaceleración de la economía mexicana, y ve en el corto plazo una recuperación lenta. Esto puede ocasionar presiones fiscales, dado el compromiso de no elevar impuestos en la primera mitad de la administración.
Al FMI le preocupan los drásticos recortes al gasto público por sus efectos adversos en la formación de capital humano, a la vez que las reformas dirigidas a elevar la productividad se han detenido. A esto hay que sumar los riesgos de las perturbaciones externas, como lo son un menor crecimiento de la economía global y la incertidumbre generada por la relación comercial México-Estados Unidos. A Pemex lo sigue viendo débil por su caída en la producción, por su elevado endeudamiento, las limitaciones autoimpuestas para coinvertir con el sector privado, ya que carece de medidas para reducir los elevados costos de operación.
El análisis del FMI sugiere metas fiscales más ambiciosas para retomar una ruta decreciente de la razón deuda a Producto Interno Bruto. En materia fiscal recomienda aumentar la base de los ingresos tributarios y a reducir el presupuesto de gastos fiscales, esto es a reducir las exenciones y tasas diferenciadas en los impuestos. Esto comprende tanto incrementar los ingresos públicos no petroleros como la introducción de un sistema impositivo más progresivo. Esto implica la eliminación de las tasas diferenciadas en el territorio nacional en el IVA, dado su impacto positivo en elevar la recaudación. El espinoso tema de igualar la tasa del IVA en alimentos y medicinas a la tasa general, lo aborda con la recomendación de llevar a cabo compensaciones dirigidas a los pobres.
Ve con muy buenos ojos que la administración tributaria haya eliminado la compensación de pagos en exceso de IVA contra otros impuestos, así como sancionar la evasión tributaria. Llama a una integración de las administraciones tributarias del ISR y de las cuotas a la seguridad social, como un medio para reducir la evasión en el mediano plazo. Hay más, pero termino con algo que no es menor: el FMI ve espacio para que la política monetaria continúe bajando la tasa de interés de referencia. Desde luego, conmina a mejorar la seguridad y a la aplicación de las leyes. En breve, la ventaja de los análisis del FMI está en la estabilidad, se quedaron en el tintero las medidas para un crecimiento económico vigoroso y sostenido.
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(Economista)