Se habla constantemente de lo que “la nueva normalidad” traerá consigo. En nuestro país y el resto del mundo, la llegada del COVID-19 ha dejado estragos no sólo en nuestra salud física, sino mental. Esto derivado del aislamiento, la distancia, el encierro o, como en muchos casos, de la indefensión financiera. Las cifras de la cantidad de empleos perdidos al momento estiman que se han perdido alrededor de un millón en todo el país, desde abril de este año. Y hay más, muchos más, y es que estos datos dejan de lado los empleos informales.
En un país como México, donde para el 2019 el 57% de los trabajadores se encontraban laborando dentro del sector informal, contar con menos gente en las calles significó una disminución drástica en el ingreso familiar de millones. Pensemos por un momento en los vendedores de jugos que esperaban a los trabajadores en su camino a laborar, o aquellos que ofrecían sus globos a los más pequeños que paseaban con sus familias en las plazas. Todos ellos dependen de un flujo constante de potenciales clientes para concretar sus ventas y llevar sustento a sus hogares. No olvidemos que aproximadamente un cuarto de los trabajadores informales se dedica al comercio en minoría. Otras categorías incluyen la construcción, industrias manufactureras, actividades agropecuarias, servicios de transporte, etc.
En una economía tan fluctuante y llena de incertidumbres, el gobierno ha buscado implementar diversas estrategias para aumentar la cantidad de empleos formales, como son el programa Jóvenes Construyendo el Futuro, la construcción del Tren Maya, el aeropuerto de Santa Lucía, la contratación de médicos y personal de enfermería, entre otras. Sin embargo, no debemos descartar que algunas de estas estrategias tendrán efectos muy localizados, y que por tanto no permearán en algunas partes de la República. Tendremos que ser nosotros mismos quienes nos levantemos. La primera forma de apoyar es el consumo local. En la tiendita de la esquina, con tus vecinos, a tus amigos, a los comercios en el centro, a las cocinas económicas… en esta época hay muchas personas ofreciendo sus productos o servicios.
En este sentido, las nuevas tecnologías se presentan como aliadas para el comercio, aún manteniendo la cuarentena o la sana distancia. Grandes empresas de economía colaborativa de transporte y movilidad, como Uber, Rappi, Sin delantal, etc., han probado ser de gran utilidad para mantener un flujo constante de ventas, especialmente de alimentos. Incluso los comercios más conservadores han visto en estas plataformas un apoyo y esto se refleja en el incremento de repartidores en las calles.
Otro sector que ha tenido un gran repunte son las compras por internet de gran variedad de artículos. Desde electrónica hasta ropa, pasando por muebles o refacciones. Internet nos abre, como nunca, un extensísimo catálogo de posibilidades. Esto es algo que debemos aprender a aceptar y por qué no, a sacarle provecho.
De cualquier manera, este 2 de junio muchas actividades se reanudaron. Hay más personas en las calles, hay más vehículos en las avenidas y las ciudades parecen recobrar su vitalidad. Habremos de recurrir a los cubrebocas, al gel sanitizante, guantes y caretas. Al distanciamiento social y a una nueva forma de saludarnos, de convivir y de compartir. A limitar el uso de joyería, bigote, barba o corbatas en los centros de trabajo. A los restaurantes funcionando con pocas mesas y a ir sólo uno de nosotros al supermercado.
Como mexicanos debemos aprender a ser solidarios, a pensar en el bienestar general y a entender que las acciones que tomemos ahora repercutirán en nuestra comunidad y en nuestras familias. Todos aquellos que tenemos a algún ser querido dentro del grupo de riesgo, debemos ser especialmente cuidadosos con nuestra rutina de desinfección al regresar a nuestro hogar. Cada medida es una muestra de amor y empatía.
Confío en que “la nueva normalidad” nos enseñe a valorar la libertad que antes dábamos por sentada, a ver con claridad lo que de verdad importa, como la familia y los amigos, y a trabajar en conjunto para conseguir un mejor futuro.