La última
Espero que usted sea la excepción, lectora, lector querido, pero el resultado de un estudio nada científico realizado por mí, basado en un montonal de pláticas que tuve con personas muy diversas, ha concluido que el 2024 que hoy termina, fue un año sumamente complejo, por decirlo elegantemente. En colorido español podríamos utilizar varios adjetivos calificativos de alto impacto de esas que las personas sin imaginación llaman maldiciones, pero que en esta ocasión obviaremos.
La palabra “difícil” fue la que más escuché. Me han contado cosas tan duras como la muerte repentina de seres queridos, enfermedades que quizá no mataron a nadie, pero que estuvieron ahí, causando angustia. Gastos, muchos gastos inesperados, nada superfluo, cosas que tenían que ser solventadas por ser indispensables. Ahorros que se esfumaron, o situaciones donde de plano, hubo que pedir préstamos que harán del 2025 un tiempo complicado, incluso para medio recuperarse. Accidentes, muchos accidentes, menores o mayores que causaron sustos. Rupturas familiares, amorosas o de amistades de mucho tiempo atrás. Incertidumbre. Mucha incertidumbre. Despidos que dejaron a familias a la deriva, reducciones de sueldos sin causa, aumento de trabajo, pero sin que los depósitos también se incrementaran. No, casi nadie la tuvo fácil. A lo mucho, hay quienes optaron por decir que ciertamente no les había ido bien, pero que tampoco les había ido mal.
Sabemos bien que el fin de un año y el inicio de otro no cambia nada. Estamos todos ya grandes, así que no nos engañemos. Sin embargo, dejar atrás una época que se reconoce como compleja, debe de traer algo. De inicio, me parece una buena señal que sepamos reconocer que esto no estuvo fácil. Nunca nada bueno ha resultado de negar las cosas, de no ponerles nombre o de no reconocer aquello que ocupó un lugar incómodo en nuestro tiempo.
Reconocer y nombrar es el primer paso para enfrentar. De entre todas las personas con las que platiqué, llamó mi atención que quienes parecían estar en vías de solucionar sus problemas, no fueron aquellos más soñadores u optimistas, sino los que habían desmenuzado bien aquello que les había ocurrido y encontraron esos puntos flacos que causaron las rupturas y justo por lo mismo, habían adquirido cierta claridad para encontrar cómo enmendar eso que se les rompió. Muchos reconocieron que lo que se había ido era para siempre, otros saben que hay cosas que no pueden volver a pegarse y justo por esa lucidez, han comenzado a encontrar cierta paz.
Por eso este último día, lectora, lector querido, le deseo que le diga adiós a los meses anteriores, pero sin despedirlos definitivamente, porque creo que los va a necesitar para poder resolver eso que le heredaron. Deseo que se de cuenta que en muchas ocasiones resulta perjudicial eso del “borrón y cuenta nueva”, sino que relea esos renglones complicados que se escribieron en el 2024 para que pueda usted tomar el control de la pluma y, entonces sí, escribir lo que usted y solo usted, desee a partir de mañana. Le deseo la luminosa claridad que da la complejidad.