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¿Mario,neta?

Por Óscar G. Chávez

Octubre 07, 2023 03:00 a.m.

A

El gobierno federal de la llamada cuarta transformación y los gobiernos aliados a ella no deben ser cosa mala, por más que lo digan algunos de sus opositores; otros, posiblemente lo digan de dientes para afuera pero en el fondo los admiran. Si no, hay que preguntarle a Mario García Valdez, promotor ciudadano del Frente Amplio por México (ése que impulsa y fortalece la candidatura de Xóchitl Gálvez), quien acabó embelesado por el canto de las sirenas (o el piar del pollo) y, más rápido de lo que cambia el color de su tinte, acabó aceptando la titularidad de la secretaría de Cultura estatal, que desde el inicio del sexenio gallardista se encontraba acéfala, y sin titular desde hace unos meses.       

La trayectoria del nuevo secretario es de dominio público, tanto que (aunque exagerada) se puede encontrar en Wikipedia, aunque sí le falta acotar que éste no fue de los rectores que hubieran escrito libros ni que tuviera tras de sí la dirección de una facultad, que llegó simplemente por grillo y que su rectorado llevó a la Universidad Autónoma de San Luis Potosí a la decadencia, por más que mencione certificaciones de esas por las que hay qué pagar, haber otorgado horrorosas medallas de doctorados honoris causa –que también costaron un dineral a la institución– y presuma el teatro Vicente-Mario, que si bien es una muy meritoria y digna contribución a los espacios culturales Universitarios en particular y de San Luis Potosí, en general, ni fue él el diseñador, ni el arquitecto, ni el ingeniero y ni siquiera el albañil. Y ande usted a saber si fue siquiera el que lo ideó. 

Además habría que agregar (aunque seguramente quienes lo saben lo callarán por pudor y quienes fueron cómplices porque se embolsaron la mitad) que gran parte de su campaña a la alcaldía fue financiada desde las propias facultades de la Universidad. Y sí, en algún lado había que pasar charola, pero no de esa forma tan grotesca.

De su desempeño como alcalde no se recuerda nada notable, como no sean una grabación en la que pendejeaba al gobernador y a su antecesora, otra muy lamentable escena en la que colocó unos libros en el suelo, justo bajo el atril que lo soportaba. Lo que vino después de su salida de la alcaldía todos lo recuerdan: Ricardo Gallardo Juárez señalándolo  y denostándolo hasta el cansancio por asuntos de centavos (poco en realidad, el desvío de 120 millones) y si bien luego de una inhabilitación (como resultante de la investigación que en 2017 la Auditoría Superior de la Federación instruyó a la contraloría municipal) que esquivó gracias a un amparo, de todo aquello deberían de quedar rencores en su dignidad personal (en caso que la hubiera). 

Nadie creerá que haya sido su currículo el que impresionó al gobernador  Ricardo Gallardo, ya que ni es tan amplio ni tiene tanta experiencia como se puede suponer; digo, nada que deslumbre a alguien pensante o incluso al propio gobernador. El que haya aceptado tampoco se le puede atribuir a una imperiosa necesidad monetaria ya que hasta donde se sabe, la vida la tiene resuelta sin más preocupación que dar mantenimiento a su colección de carros.

Ya desde su nombramiento muchos han dicho lo que se podría y debía decir sobre su persona, nombramiento y aceptación, pero queda la interrogante de saber qué lo llevó a aceptar. Quizá no alcanza a percibir malicia alguna en la invitación y por consiguiente nada habría de malo en aceptarla, o no es algo malo y lo sabe o aunque sea malo es idiota y no alcanza a darse cuenta que lo es (malo e idiota), al igual que quienes lo invitaron al Frente Amplio por México, o éstos quizá andan muy limitados y agarra lo que se les ponga por enfrente.

Pero, en el caso del gobernador es claro que él si recoge lo que se le atraviese si piensa que le será de utilidad o se adecúa a sus planes (si no, vean a algunos de sus secretarios, exsecretarios y directores), máxime si le permite legitimar ciertos discursos sobre rivalidades, colores partidistas y perfiles de colaboradores. Por suerte para él siempre habrá alguien disponible, sobre todo un tonto útil o (como en este caso) una marioneta que sintiéndose importante busque alimentar su frivolidad. Nunca mejor aplicada la frase de la novela (luego película) El abogado del Diablo: “La vanidad es sin duda mi pecado favorito […] Narcisismo, la droga más natural…” 

Como sea, tampoco son necesarias sesudas disertaciones para darnos cuenta que el nombramiento de Mario García Valdez es el perfecto indicador de lo que son los parámetros de capacidad y cultura para Ricardo Gallardo y la abyección para alguien ávido de reflectores.